martes, 20 de septiembre de 2011
lunes, 19 de septiembre de 2011
miércoles, 16 de febrero de 2011
miércoles, 26 de enero de 2011
No hacían falta títulos - Capitulo 8 "25 de Septiembre"
Disclaimer. Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata.
Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.
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No hacían falta títulos
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Capitulo 8: 25 de Septiembre
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–Todo despejado –Anunció Ko una vez que desactivó su Byakugan.
–Entonces descansaremos aquí… –Dijo Kiba mientras se quitaba la mochila del hombro y se dejaba caer al piso.
–¿¡Aquí! –Casi gritó Ino –¿Estamos a tan solo media hora de una aldea y tenemos que descansar aquí? –Preguntó indignada, hacía una semana que no descansaban en otro lugar que no fuese el bosque y ya comenzaba a extrañar las comodidades de una cama.
–Sí, aquí… –El tono que implementó Kiba le dio a entender a Ino, y a todo aquel que pensase igual que ella, que no había reproche que valiera –Somos un grupo muy numeroso de shinobi como para alojarnos en una aldea sin llamar la atención.
Enfurecida, Ino se recostó contra un árbol, y comenzó a bufar. Odiaba que Kiba fuese el líder, odiaba tener que seguir sus estúpidas reglas… ¡Quería dormir sobre un colchón! Pero lo que más le molestaba de todo era que Kiba no fuese Shikamaru, era ahí donde realmente radicaba el problema. El estúpido chico-perro, como ella le decía, parecía haber adoptado el mismo comportamiento que su novio, tomaba las misma precauciones y en ocasiones hasta había expresado alguna idea con palabras que normalmente utilizaba Shikamaru. Y el problema de que Kiba le recordase tanto a Shika era que la hacía sentirse aún más sola, le hacía extrañarlo aún más de lo que ella hubiese creído posible. Y por más egoísta que sonase… Deseaba que Kiba no fuese el líder y que su lugar lo ocupase el Nara.
Entre bufido y bufido, Ino recordó lo que tenía pensado hacer cuando se detuviesen a descansar. Abrió así su mochila y sacó el cuadernillo que había empacado con la idea de escribirle una carta a Shikamaru. Kiba miraba desde lejos a la rubia, a él también le hubiese gustado descansar en una cama, pero no podían. Si bien aún no corrían ningún riesgo, inclusive ni siquiera se habían acercado al lugar donde se suponía estaba su objetivo, debían viajar con precaución. Después de todo Kabuto había sido la mano derecha de Orochimaru y sabría igual o inclusive más cantidad de técnicas que éste. Sin contar los contactos que debía tener regados a lo largo del mundo ninja, por eso no podían arriesgarse.
Recorrió el lugar con la vista, observando detenidamente a cada miembro de su equipo. Ko estaba leyendo un libro que, a juzgar por la tapa azul con el emblema de los Hyuuga, era del Clan. Genma había dibujado un blanco en un árbol y lanzaba con su boca un senbon tras otro, la mayoría acababa exactamente en el centro. Yugao tenía los ojos cerrados y parecía completamente dormida, aunque Kiba dudaba que realmente lo estuviese e Ino… Ino estaba escribiendo en aquel cuadernillo purpura. Su mano se deslizaba velozmente y cada pocos minutos la rubia giraba la página.
Tenía que admitirlo, de entre todo el equipo con los que mejores se llevaba era con Genma y con Ino. Sí, ella solía ser bastante molesta, insoportable, caprichosa, quejosa, y muchas cosas más, pero después de todo ella era una de los nueve novatos, y habían compartido tantas misiones y momentos juntos que ya había aprendido a soportar sus tonterías e incluso le había tomado cierto cariño. Por eso, más que por otra cosa, se animó a preguntar.
–¿Qué haces? –Dijo rompiendo el silencio.
–¿Me hablas a mí? –Kiba rodó lo ojos, era obvio que era a ella a la que le hablaba.
–Sí, Ino, te preguntó a ti –Dijo cansado, no quería entrar en uno de los juegos de ella.
–Escribo… ya sabes, uso un lápiz, una hoja y anoto algunas palabras… –Comentó con sorna.
–No es necesaria la explicación, sé lo que es escribir… ¿Se puede saber qué escribes? –Preguntó enfatizando el QUÉ.
–¡Hubieses preguntado eso, en vez de "¿qué haces?"! –Contestó con esa estúpida sonrisa en sus labios.
–Sigues sin responderme… –Era una tontería querer saber, pero si al principio había estado intrigado, ahora, con todos sus jueguitos de manipulación, el nivel de curiosidad había aumentado al doble.
–Sí… –Kiba la miró sin comprender, por lo que ella agregó –Sí, se puede saber qué es lo que escribo –Sonrió una vez más pero no dio ninguna otra respuesta.
–Ino… –Él no era Shikamaru, él no era una persona calma y su paciencia se estaba agotando.
–¡De acuerdo, de acuerdo! –Dijo Ino exagerando sus gestos –Ya que te mueres por saber… –Kiba estaba a punto de contradecirla, pero ella lo silenció en el preciso momento –Escribo una carta para Shikamaru, cuando pasemos por la Aldea, cosa que haremos sí o sí, –Aclaró –se la enviaré…
Kiba asintió y dio por finalizada la conversación. No sabía qué había esperado recibir como respuesta, pero la mención de la carta lo hizo sentir incómodo. ¿Esperaría Hinata que él le mandara una carta? Suponía que sí, después de todo Hinata era una chica, y a las chicas le gustaban ese tipo de cosas. Pero por otro lado ella lo conocía bien, lo conocía incluso más que su propia madre, y por eso debería saber que él no hacía ese tipo de cosas. Ella sabía que para él, hablar de sentimientos era lo peor, y si hablar le resultaba tan desastroso ni él mismo se quería imaginar cómo le saldría escribir una carta.
La idea de escribir no le gustaba. No se sentía cómodo haciendo semejante cosa, pero el hecho de poder comunicarse con ella, aún cuando Hinata no pudiese responderle, lo incitaba a reconsiderarlo. Cierto era que, con tan solo imaginarse esa carta le daban escalofríos, no sabría ni cómo empezar, pero la imagen de la muchacha con algo suyo, aunque fuese un simple papel, le hacía sonreír. Le ayudaba a pensar que ella se acordaría, que cumpliría su promesa, que lo esperaría.
Cerró los ojos por un minuto, y como siempre, Hinata apareció en sus recuerdos. Estaba seguro de poder oler su aroma a vainilla, de poder contemplar a la perfección sus perlados ojos y de sentir bajo su tacto su delicada piel. Pero eso era simplemente un recuerdo, pues en cuanto extendía su mano la imagen se distorsionaba y caía en la realidad de que simplemente estaba soñando despierto, de que simplemente estaba dándole plena libertad a su corazón para que dibujase aquello que él más anhelaba… A Hinata.
–Si quieres puedo prestarte mi cuaderno para que le escribas, Hinata se pondrá muy contenta –Le ofreció Ino. Kiba inmediatamente miró a Genma, él no quería que siquiera supieran que lo había considerado, esas cosas eran de mujeres y él era un hombre hecho y derecho –No seas tonto, seguro alguna vez estos dos –Dijo señalando a Ko y a Genma –han escrito una carta de amor, ¿verdad?
Ko -como habitualmente hacía- permaneció en silencio. Genma, por su parte, hizo un extraño gesto que Kiba interpretó como un sí. Sin embargo, él seguía considerando que las que escribían eran las chicas y que él no tenía nada que hacer con un cuaderno y una lapicera. Pero también suponía que como todo hombre tenía una debilidad, y él tenía claro que lo único que lo hacía vulnerable era ella. Hinata lo hacía débil, su sonrisa lo desarmaba… Su fragancia. Recordó la última noche que pasaron juntos. Nunca antes la había visto tan hermosa, tan delicada.
La amarga sensación que sintió desde ese día, resurgió con más fuerza. La pregunta había quedado solo en su mente y ahora no podía decir que extrañaba a su novia. Lo había pensado y se había armado de valor inútilmente, después de todo nunca pudo pronunciar aquellas palabras, solo tuvo que despedirse, solo pudo aferrarse a la promesa de ella. ¿Lo extrañaría ella como él lo hacía? Estaba seguro que sí, la conocía lo suficiente como para incluso imaginarla sentada en el campo de entrenamiento, sola…
Y esa simple imagen le bastó para decidirse. No lo pidió, no dijo por favor. Solo se levantó, caminó hacia donde Ino estaba sentada y, extendiendo su mano, le pidió silenciosamente el cuadernillo a la rubia. La sonrisa de ella no tardó en aparecer. Quería burlarse de él, quería hacerlo sentir incómodo, pero sabía que si hacía eso probablemente Kiba desistiese de escribirle a Hinata, e Ino suponía que eso sería egoísta. No quería ser ella la que privase a la Hyuuga de recibir una carta… algo de Kiba.
–¿Gracias, no? –Preguntó un tanto molesta.
–De nada… –Dijo Kiba divertido.
Tomó el cuadernillo de Ino y se alejó del grupo lo más que pudo. Se sentó apoyando su espalda contra un árbol y mordiendo la lapicera comenzó a pensar. No sabía ni cómo comenzar. ¿Tenía que poder adjetivo, o simplemente el nombre de ella? Trató de recordar las clases de la academia, pero no podía. La asignatura "letras" siempre le había resultado inútil, en realidad en todas las asignaturas en las que no le enseñaban alguna técnica el simplemente se dormía junto a Shikamaru o se escapaba del salón con Naruto. Ahora se maldecía internamente. De pronto recordó que lo primero que había que escribir era la fecha. Rápidamente dibujó las palabras y los números.
Jueves 25 de septiembre.
Hinata:
Realmente no sirvo para esto, ni siquiera sé por qué lo hago(Inmediatamente tachó eso, después de todo sí lo sabía) sé que ésta carta va a ser un desastre, o algo parecido, pero es la única forma que tengo de comunicarme.
Por ahora todo esta tranquilo, no tenemos mucho de qué preocuparnos. Ni siquiera estamos muy cerca de nuestro objetivo. Ahora mismo estamos descansando a las afueras de una aldea, te enviaré la carta retomemos nuestro camino y pasemos por la aldea.
Leyó en silencio lo que había escrito hasta el momento. No era mucho, apenas unas cuantas palabras, pero creía que no lo estaba haciendo tan mal. Recordó entonces que cada vez que tenía que escribir un informe, antes de entrégaselo a la Hokage, se lo mostraba a Hinata para que ella lo revisara y lo corrigiese. Ella era la única que no se burlaba de sus errores y que inclusive le explicaba las cosas para que no cometiese una vez más la misma falta. Diferente había sido Hana, la única vez que le pidió ayuda, se burló de su caligrafía y de su ortografía por al menos tres semanas, y ni si quiera fue capaz de indicarle dónde estaban los errores.
Espero que por allá este todo bien, procura cuidarte y no arriesgar mucho tu vida. Sabes que cualquier cosa puedes acudir a Kurenai-sensei… Sé que probablemente te molestará pero le pedí que te cuidase y prácticamente le conté lo nuestro… No es porque no confié en tus habilidades es que… No podía irme de la Aldea sin tener alguna clase de certeza de que estarías bien… y me quedo mucho más tranquilo sabiendo que si lo deseas puedes hablar con alguien de lo que quieras.
Esa parte había aumentado un poco el nivel de cursilería, o al menos eso creía Kiba, sin embargo -pese a aborrecer ese tipo de cosas- tenía que decirlo, tenía que escribirlo. No había que conocer mucho a Hinata para saber que era extremadamente tímida, pero sí había que conocerla en detalle para saber que con muy pocas personas se abría, y que ni siquiera con sus más allegados era capaz de hablar sobre todos los temas. Kiba sabía, y no estaba muy seguro de cómo sentirse con respecto a eso, que él único que la conocía a la perfección era él.
Por un lado le encantaba poder ser el único. Tener el privilegio de conocer a Hinata enteramente, de saberla tan suya… De tener una relación tan íntima y especial. Le encantaba ser el único hombre en su vida, bueno tal vez aún estaba el tema de Naruto, pero la relación de ella con el rubio había sido exclusivamente de amistad, aún cuando ella había estado enamorada de él, su relación se había movido únicamente por lazos de amistad.
En fin, Kiba sabía que solo con él Hinata se había abierto completamente, y eso era fantástico…. Mientras Kiba estuviese a su lado. No que él pensara alguna vez terminar su relación con ella -aun cuando ni siquiera fuese formal, nunca se le había cruzado por la cabeza terminarla- pero era consciente, más aún estando en una misión tan peligrosa, que de un segundo al otro podía ya no estar… Y se le contraía el pecho de solo imaginarse a Hinata sola. No que con esto la menospreciara, Kiba sabía muy bien que ella podía valerse por sí misma en todos los aspectos, pero siempre era mejor tener a alguien que te ayudase en los momentos difíciles. Él tenía esas personas, tenía a su familia y a sus amigos, por más fuerte que se quisiera hacer, siempre había contado con alguien que le echase una mano cuando más la necesitaba. Por el momento la persona más importante para Kiba era Hinata, pero en otros tiempos -cuando sufría por verla desmayarse por Naruto- era Shino el que, silenciosamente, le había dado "palabras" de ánimos. Obviamente esto Kiba nunca lo admitiría en voz alta…
–¿Te falta mucho? –Preguntó Ino. Kiba alzó la vista solo para encontrarse a la rubia intentando leer lo que había escrito por sobre su hombro –¿Quieres que te ayude? Puedo darte consejos, sé qué cosas les gustan a las mujeres…
–No molestes… –Dijo, y le dedicó una sonrisa burlona a Ino. Le encantaba molestarla.
–¡No me hables así, chucho! –Dijo con malicia, pero Kiba ni se inmutó, por el contario ladró, dándole a entender que poco le molestaba su comentario –¡Eres un salvaje! ¡No entiendo cómo Hinata puede estar contigo!
–Siempre tuvo debilidad por los bichos, de niña siempre recogía todos los animalitos heridos y los llevaba a su casa para cuidarlos… Tal vez es así como te ve –Dijo Ko, y no se escuchó ni el silbido del viento. Todos los presentes se quedaron en absoluto silencio –Y si quieres un consejo… a Hinata le encantan las cartas perfumadas con aromas naturales, o al menos me dijo que le había encantado ese detalle en mí carta.
Y ese fue el detonante. En menos de un segundo, y con toda la habilidad de un shinobi, se abalanzó contra el miembro del clan Hyuuga. Iba a matarlo, después de todo no era tan necesario para la misión, podía prescindir de él y eso pensaba hacer. Tomándolo por el cuello lo obligó a ponerse de pie y lo acorraló contra un árbol. Su mano, fuertemente enroscada en su cuello, le pedía permiso a su consciencia para terminar el trabajo… Y se lo iba a dar, porque Kiba no era el ser más racional y porque poco le importaba el estirado de Ko. Ya después le inventaría una excusa a Hinata de cómo había muerto.
Comenzó a ejercer más y más fuerza sobre el cuello del Hyuuga. Éste intentaba por todos los medios liberarse del agarra del Inuzuka pero Akamaru se encargaba de morder los brazos y las piernas de Ko cada vez que intentaba atacar a su dueño. Pronto, demasiado pronto para que Kiba pudiese terminar su trabajo, dos pares de brazos lo sujetaron y lo apartaron del portador de Byakugan. Kiba, totalmente fuera de sí, se volteó para ver quién había interrumpido su ataque.
–Kiba, debes tranquilizarte –Dijo Yugao.
–¿Y a ti que demonios te sucede? –Le preguntó Genma a Ko –¿Qué quieres lograr diciendo esas tonterías? –De verdad que no comprendía, que él supiera Kiba no le había hecho nada a Ko, ni tampoco antes habían tenido algún tipo de discusión. Y en el peor de los casos, si realmente habían peleado, no era un comentario para hacerle a Kiba, muchos menos durante una misión tan complicada y extensa como la que estaban llevando a cabo.
–Suéltenme, los dos –Le ordenó a Genma y a Yugao –¡Ahora mismo! –Gritó e instantáneamente recuperó la movilidad –Vuelves a hacer un comentario de ese tipo y te juro que no dejaré que nadie me detenga –La amenaza fue muy directa y muy seria, colmillos expuestos y músculos tensados.
–Tú no le faltas el respeto a Hinata-sama y yo no diré nada –Respondió Ko en voz baja, pero sin perder valor, solo para Kiba.
–¿¡Y cuándo se supone que le falté el respeto! –El Inuzuka no podía actuar tan calmo como su interlocutor, más bien su comportamiento era todo lo opuesto –¡Dime cuándo demonios le falté el respeto y con qué permiso le mandas tú una carta a mi novia!
Los demás miembros del equipo escuchaban atentos cada cosa que decían, los tres -ahora también Ino- estaban listos para saltar a detenerlos si nuevamente recurrían a la violencia física. Ino, totalmente sorprendida por los recientes acontecimientos, se preguntaba si era por eso por lo que Kiba y Hinata habían mantenido su relación en secreto. ¿Sería por la reacción del Clan de ella? Si todos reaccionaban con Ko, suponía que sí, después de todo si a ella -que era una persona muy segura de sí misma, incluso a veces lo era excesivamente- le había molestado e intimidado el comportamiento de Ko, no quería ni imaginarse cómo se podría llegar a sentir la Hyuuga.
Unos nuevos insultos por parte de Kiba alertaron a Ino y la hicieron volver a la realidad, poco importaba ahora por qué habían mantenido su relación en secreto. Por el bien de la misión, y inclusive para preservar sus vidas, debían hacer que esos dos se tolerasen mutuamente o todo acabaría mal.
–Muchachos… ¿Podemos intentar resolver las cosas de manera civilizadas? –Preguntó Yugao –Kiba como líder es tu deber mantener el orden, si sigues comportándote así será mi responsabilidad reportarlo en el informe cuando volvamos –Kiba cerró los ojos y contó hasta diez mentalmente, sabía que Yugao tenía razón.
–No quiero que digas ni una solo palabra más sobre Hinata o sobre mí, ¿me escuchaste? –Le preguntó a Ko –No quiero más problemas como estos…
–Hinata-sama es una importante persona para mí, no puedo simplemente dejar de hablar de ella y escuchar las ridiculeces que dices –¿Es que nunca dejará el tema? Se preguntó Genma.
–Me tienes cansado con tus comentarios, con tus miradas y tus reproches –Le advirtió Kiba apretando los dientes –Ésta es tu oportunidad, di todo lo que pienses y luego cierra tu estúpida boca por lo que queda de la misión…
Genma no quería ser parcial, pero a su criterio Kiba tenía razón. No sabía si el Inuzuka le había o no faltado el respeto a Hinata -sinceramente no lo creía posible- pero de todas maneras no creía que fuese sensato traer temas de polleras a una misión. Era por eso que detestaba los equipos tan numerosos. Por su parte Yugao intercambiaba la mirada entre Ko y Kiba, para ella ambos se estaban comportando como unos niños. Algo entendible en el Inuzuka -que apenas tenía dieciocho años- e inaceptable en el Hyuuga.
–No es correcto que tengan una relación clandestina, Hinata-sama no se merece eso… Da la impresión que la quieres ocultar, que te avergüenzas de ella. –Comenzó Ko, mucho más tranquilo que antes –Lo que hacen cuando están solos es una falta de respeto para ella, no es correcto, no al menos para ella que es la heredera del Clan, definitivamente eres una mala influencia para Hinata-sama… No le he contado nada a su padre porque la aprecio mucho pero… Contigo no tengo el mismo trato y tranquilamente podría hablar, me encantaría ver cómo te las apañas con Hiashi-san.
–Por qué no dejas de hablar y piensas un poco las cosas, ¿O es que ya ni eso puedes hacer por ti solo? Eres igual de estirado que los demás… –Se estaba enojando, más de lo recomendable –Y si Hinata te pidió que dejases de escoltarla, deberías haberlo hecho… Te queda muy mal espiarla y creo que no tengo que recordarte que ella ya es una adulta y que puede discernir con toda la facilidad del mundo lo que le conviene y lo que no –Ko lo fulminó con la mirada, no se dejaría amedrentar frente a ese mocoso –No entiendo tu fascinación con Hinata, pero yo que tú la dejaría de lado… No más cartas para ella y nada de espiarnos…
–No espero que lo entiendas, realmente no lo hago… –¿No se callaría más? Pensó Kiba.
–Deslúmbrame… ¿Cuáles son tus motivos? Porque yo solo veo un títere de su padre… –Estaba diciendo cosas de las que quizás luego se arrepentiría, después de todo él sabía que Hinata le tenía mucha estima a Ko y que, dentro de todo, fue éste el que más ayudó a Hinata de niña.
–La quiero como a una hermana, la respeto como a mi líder… Ella es mucho más de lo que todos ven y no me avergüenza, a diferencia de a ti, decir que muchas veces le escribí cartas –La mandíbula de Kiba se descolocó –Cuando Hinata volvía llorando de la academia o cuando su padre la dejaba de lado no podía hacer mucho más que llevarla al bosque a pasear y escribirle algunas palabras llenas de cariño y de ánimo…
Kiba se quedó en silencio. No sabía muy bien qué decir. Seguía pensando que Ko era un idiota y un estirado al igual que Neji y el padre de Hinata, pero al menos se preocupaba por ella. Al menos Hinata no había sido para él solo una misión más sino que se había encariñado con ella y eso, pese a los instintos de asesinato que sentía en esos momentos, lo dejaba un poco más tranquilo. Pues, ahora sabía que dentro de los terrenos del Clan Hinata contaba con alguien más… Porque para Kiba, Neji seguía siendo un estirado, el mismo que había intentado matarla en los exámenes chunin.
Se alejó de todos, llevándose consigo el cuadernillo purpura y la lapicera. Tendría que dejar vivo a Ko, era importante por Hinata y al parecer ella lo era para él por lo que si Kiba moría, él podría cuidarla, podría ayudarla. Después de todo él había estado para ella desde siempre, había vigilado su espalda desde que ingresó a la academia y hasta el día que Kiba y Hinata habían comenzado su relación, momento en que la joven consideró oportuno prescindir de su guarda espalda.
–No se tocará más el tema, esto pone en riesgo el éxito de la misión… Pero me gustaría que pensaras mi situación antes de juzgarla –Era algo bastante hipócrita de su parte pedir eso, después de todo él no había cambiado su opinión del Hyuuga, pero se suponía que eso haría un buen líder, intentar conciliar las cosas y eso era exactamente lo que quería ser él: Un buen líder, quería volver a su casa y dependía de él mismo y de sus órdenes para lograrlo.
No le dio tiempo a responder, simplemente volvió a alejarse y -poniendo su atención una vez más en el cuadernillo- se dedicó a terminarlo que había comenzado más temprano. Escribió, tachó y volvió a escribir varias palabras hasta que finalmente terminó.
Jueves 25 de septiembre.
Hinata:
Realmente no sirvo para esto, sé que ésta carta va a ser un desastre, o algo parecido, pero es la única forma que tengo de comunicarme.
Por ahora todo está tranquilo, no tenemos mucho de qué preocuparnos. Ni siquiera estamos muy cerca de nuestro objetivo. Ahora mismo estamos descansando a las afueras de una aldea, te enviaré la carta retomemos nuestro camino y pasemos por la aldea.
Espero que por allá este todo bien, procura cuidarte y no arriesgar mucho tu vida. Sabes que cualquier cosa puedes acudir a Kurenai-sensei… Sé que probablemente te molestará pero le pedí que te cuidase y prácticamente le conté lo nuestro… No es porque no confié en tus habilidades es que… No podía irme de la Aldea sin tener alguna clase de certeza de que estarías bien… y me quedo mucho más tranquilo sabiendo que si lo deseas puedes hablar con alguien de lo que quieras.
La verdad no tengo mucho que contarte, el viaje resulta bastante aburrido, falta acción, espero que nos encontremos al menos con algún grupo de shinobi que busque un poco de pelea. No nos vendría mal practicar nuestros ataques combinados. No quiero que te preocupes, realmente aún no corremos ningún tipo de peligro, y por si hubiese la mínima posibilidad de que eso sucediese, estamos avanzando muy sigilosamente.
Bueno… Lamento si resultó tan mal como lo predije, pero no pude evitarlo. Cuídate, por favor… Creo que no es necesario decirlo pero te quiero… No quiero sonar pesado, ni molesto pero sabes que te amo mucho así que por favor espérame… Sé que te había dicho que no, y que fuiste tú la que lo quisiste hacer de todos modos pero… Ahora lo re-afirmo… Y te prometo que me esforzare por volver, ¿si? Tú solo cuídate.
Te escribiré en cuanto pueda…
Kiba
No hacían falta títulos - Capitulo 7 "Imagen"
Disclaimer. Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata.
Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.
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No hacían falta títulos
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Capitulo 7 : Imagen
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Pasada la primera impresión había decidido que debía ser fuerte, que debía ser optimista. No le haría bien a ella o al… Bueno no le haría nada bien llorar tanto y llegar a tales estados de angustia en los que terminaba desmayándose. Sí, había llegado a esa conclusión, pero no era tan fácil hacerlo como decirlo. De a momentos se sentía capaz, llena de energía y vitalidad, y en otros se sentía morir, sentía que había perdido lo más importante para ella, tenía miedo de que él no regresase, tenía miedo de ser madre.
Y ahí estaba lo que más la atormentaba. Estaba embarazada… Hinata no sabía qué hacer. No lo había planeado así, no quería pasar por todo eso sola pero no había otra salida. Hinata no tenía amigas, no realmente. Ino, Tenten y Sakura siempre habían sido muy buenas con ellas, incluso en algunas oportunidades habían compartido tiempo juntas, pero no había la suficiente confianza, no había confidencialidad. Sus mejores amigos, desde que tenía memoria, habían sido Kiba y Shino. A Kiba no le había podido contar por razones obvias y a Shino…. ¿Cómo podía ir y decirle que estaba embarazada cuando ni siquiera le había dicho que salía con Kiba? No era ingenua, sabía que esa misma situación pasaría con todo el mundo, pero con Shino era distinto.
Ya lo podía imaginar, enfurruñándose, recordándole una y otra vez lo mala amiga que había sido. Se enojaría con ella y con Kiba. Y ella no quería que se enojara con él, no cuando él no tenía la culpa, porque había sido ella la que principalmente había querido ocultar su relación. Además había otro detalle: Shino era un chico, y Hinata seguía sin sentirse cómoda hablando de ciertos temas con ellos. Si bien su relación con el Aburame era distinta, le daba pánico tener que contarle la clase de sentimientos que sentía por su otro compañero, y obviamente lo que habían hecho para que ella quedase embarazada.
–Buenos días Hinata-san –La saludó Shino cuando llegó al campo de entrenamiento.
–B-Bueno d-días Shino-Kun –Respondió como pudo –¿K-Kurenai-sensei aún no ha llegado? –Shino negó con su cabeza.
Hinata caminó hasta un árbol y se sentó en la tierra apoyando su espalda contra el gran tronco. Estaba demasiado nerviosa, tanto que ya estaba temblando. Debía concentrarse de lo contrario podría ser peor de lo que ya era. Ésta sería la primera vez que entrenaría siendo consciente de su embarazo y estaba muerta de miedo. No quería que le sucediese nada malo al bebé, aún cuando no lo hubiese buscado, ese pequeño puntito que crecía dentro suyo era su hijo, suyo y de Kiba, y quería protegerlo. No sabía mucho del tema, no sabía que tanto podía exigirse ni la gravedad de recibir un golpe. Ni siquiera sabía si su bebé estaba bien, el sangrado que había tenido los dos primeros meses le preocupaba demasiado, pero no podía ir al médico.
El hospital de Konoha estaba lleno de gente conocida, como por ejemplo: Sakura. Y todo el mundo sabía que ella no sabía guardar un secreto. Además había gente del clan, si alguien conocido la atendía o leía su expediente todo el mundo se enteraría, y eso era algo para lo que ella no estaba preparada. Hinata había decido ocultar su embarazo el mayor tiempo posible, sabía que era una tontería, que tarde o temprano todos se enterarían, pero quería esperar a Kiba. No estaba segura de poder afrontar todo sola, quería verlo, quería saber qué era lo que él pensaba, lo que él quería. ¿Aceptaría a su bebé?
No sabía muy bien lo que hacía, por el momento bastaba con seguir usando su campera holgada para tapar la pequeña pancita que adornaba su cuerpo. Suponía que eso no serviría por mucho más y eso la atemorizaba, pero trataría de no pensar en eso, de no adelantarse en el tiempo. Llevó sus manos a su vientre, la preocupación la tenía bastante mal, estaba deseando que le diesen una misión en la cual tuviese que ir a otra ciudad para hacerse revisar en un hospital. Ya vería cómo hacía, lo único que sabía era que al de Konoha no podía ir.
–Fuiste a despedir a Kiba-Kun –Comentó Shino. No era una pregunta, más bien una afirmación.
–Y-Yo… E-Esto… K-Kiba… –No sabía qué decir. Si Shino sabía que lo había ido a despedir, ¿también sabría cómo se habían despedido?
–Está bien, los camaradas hacen eso –Hinata suspiró aliviada –También sirven para conversar cuando uno está mal, los sabes… ¿Verdad? –Alzó su mirada y clavó sus perlados ojos en los de Shino, o bueno en sus lentes, y sonrió tímidamente. Él sabía, ella ahora sabía que él sabía y hablaría con él cuando estuviese lista.
En ese instante llegó Kurenai, rompiendo el clima serio que se había formado. Saludó a los que una vez habían sido sus alumnos y los ayudó con su entrenamiento al igual que había hecho desde que se graduaron de la academia. Ya no eran su responsabilidad, ya no eran el equipo 8, sin embargo seguía viendo a esos tres como sus alumnos, seguía sintiendo la necesidad de asegurarse que estuviesen bien, de ayudarlos… Los quería, más de lo que debería, pero no podía evitarlo. Ellos habían estado ahí para ella cuando Asuma había muerto, eran ellos los que en ocasiones cuidaban de su pequeño cuando tenía que ir a alguna misión… Ellos eran como su familia.
Hinata se posicionó frente a Shino, las piernas ya no le temblaban. No podía permitirse ningún error, ya no era solo su vida la que estaba en juego por eso ni sentir miedo se permitió. Se concentró en su defensa, olvidándose por el momento de atacar. No lo haría a menos que estuviese ciento por ciento segura que no fallaría, no podía arriesgarse. Del cuerpo de Shino comenzaron a salir insectos, los cuales volaron en dirección hacia ella. Logró eludirlos a todos y pudo sonreír por al menos un segundo hasta que una nueva nube negra de bichos voló hacia ella. Le costó el doble, pero también logró evitarlos.
Así pasaron un tiempo, la defensa de Hinata fue inquebrantable y los pocos ataques que realizó fueron totalmente efectivos. Si de un entrenamiento normal se tratase, hubiese sido genial, pero Hinata comenzaba a cansarse, su cuerpo resentía tanto esfuerzo y la preocupación le jugaba en contra.
–¡No! –Gritó cuando por fin un insecto de Shino logró alcanzarla.
–Hinata… ¿te encuentras bien? –Preguntó Kurenai un poco preocupada.
–S-Sí… Y-Yo… L-Lo s-siento, no d-debí g-gritar así –Estaba completamente apenada, se suponía que era una ninja, no debía comportarse de esa manera.
–No te preocupes Hinata-san –Dijo Shino mientras observaba el insecto que minutos antes se había posado sobre su amiga.
Los tres permanecieron en silencio, hasta que Kurenai habló.
–Bien chicos, hoy estuvieron muy bien… –Dijo sonriendo –Creo que será mejor dar por terminado el entrenamiento, ya está anocheciendo –Tanto Hinata con Shino asintieron y empezaron a acomodar sus cosas –¿Quieren que vayamos a cenar juntos?
–Lo siento Kurenai-sensei, tengo una reunión del clan –La morocha asintió y se volteó a ver a su otra alumna.
–¿Y tú Hinata? ¿Qué me dices?... ¿Noche de chicas? –Bromeó.
Aún avergonzada por su comportamiento asintió suavemente. No quería volver a su casa, no creía poder soportarlo sin al menos descansar un poco de su entrenamiento. Dentro de los terrenos de su clan era donde peor se sentía. La presión y el constante miedo a ser descubierta hacían de ese lugar el peor de todos, dentro de las paredes de su casa los mareos se hacían más intensos y la energía parecía abandonarla.
Luego de despedirse de Shino, Hinata Y Kurenai se encaminaron hacia la casa de la última. El cuerpo de la Hyuuga poco a poco comenzaba a relajarse. Pasar tiempo con su sensei siempre la hacía sentirse bien, después de todo nunca nadie había demostrado tanta confianza, tanto cariño por ella como lo había hecho su sensei aquel día que su padre la despreció. Aún, a pesar del paso del tiempo, recordaba la conversación que había mantenido Kurenai con su padre, las palabras de él resonaban una y otra vez en su mente, haciéndola querer esforzarse cada día más…
Finalmente llegaron a su destino. Hinata se sorprendió bastante cuando encontró que el que estaba cuidando del pequeño Asuma era Shikamaru. Ella sabía lo mucho que él quería a Kurenai y al hijo de ésta, pero nunca se lo imaginó cuidando al niño. Sin embargo, la imagen del chico con el bebé le hizo sonreír, se veían muy tiernos juntos y en los ojos del Nara se podía observar la adoración que tenía por el pequeño. Por un efímero segundo se imaginó que ese no era Shikamaru y que el bebé no era Asuma; La imagen de Kiba cargando a un pequeño bebé apareció en su mente, haciéndola sonreír.
–H-Hola S-Shikamaru-kun –Lo saludó cuando éste se puso de pie y le entregó el niño a su madre.
–Hinata… ¿Cómo estás? –Preguntó con demasiado interés, algo que puso incómoda a Hinata.
–Eh… B-Bien… ¿Y… Y tú? –Shikamaru sonrió, aunque la alegría no llegó a sus ojos.
–Bien… Tú sabes… ¡Bah, todo esto es problemático! –Hinata se removió inquieta por miedo a que su sensei hubiese estado escuchando –Bueno me voy, la problemática de mi madre me matará si no llego temprano a la cena –Dijo tomando su mochila.
Besó la frente del pequeño Asuma y se despidió de las mujeres con un simple gesto de mano.
Hinata observó a Kurenai, buscando algún indicio de que las palabras de Shikamaru la hubiesen alertado sobre el tema, pero su sensei parecía tener ojos y oídos únicamente para su hijo, el cual estaba sonriendo y jugando con el collar de su madre. Viendo la escena se preguntó si realmente había sido buena idea aceptar la invitación a la cena. Kurenai gritaba "madre" por todos lados, sus gestos para con sus alumnos y para con su hijo estaban impregnadas de maternidad, y eso a Hinata le daba pánico, le recordaba constantemente su situación, situación que aún no había incorporado, que aún no había aceptado del todo.
Se quedó unos minutos en silencio, deseando conseguir más fuerzas, fuerzas que la ayudasen a controlar sus emociones, sus sentimientos, que la ayudasen a sobrellevar todas las cosas que estaban sucediendo en su vida. Cerró sus delicados ojos por algunos segundos, intentando adquirir un poco de paz, un momento tranquilo, algunos segundos que la alejasen de la realidad. Queriendo olvidar todo lo que había sucedido un par de días atrás, anhelando que solo se tratase de un mal sueño; Pero no consiguió nada. Kiba se había ido a una peligrosa misión y ella estaba embarazada.
–¿Hinata? –Preguntó Kurenai –¿Estas bien?
–S-Si… S-Si… S-Solo un p-poco c-cansada –Dijo en un suave susurro.
–De acuerdo… –Le contestó no muy convencida –Vamos a la cocina, yo preparo algo mientras tú vigilas a Asuma unos minutos, ¿quieres?
Asintió y se dispuso a hacer lo que su sensei le había pedido. Hubiese preferido ser ella la que cocinara, de esa forma podría haber despejado un poco su mente, mantenerla ocupada para que no trabajase con temas demasiados inquietantes, pero sabía muy bien que Kurenai no la dejaría cocinar. "Yo te inventé a cenar, no a cocinar" Le diría, como tantas otras veces.
El pequeño Asuma tironeó de su cabello para ganar un poco de atención. Hinata forzó una sonrisa y se dispuso a entretener al niño, después de todo él no tenía la culpa de sus problemas, él era solo un bebé que quería jugar, que no llegaba a comprender las complicaciones que podían llegar a tener los adultos. Su pensamiento se detuvo ahí. ¿Era ella una adulta? Semanas atrás había pensado que sí, se había sentido como una, pero desde que se había enterado que sería mamá, todo eso le parecía mentira. Se sentía más pequeña que nunca. Se sentía una niña, apenas una adolescente. ¿Cómo podría cuidar de su bebé si ni siquiera se atrevía a decir que estaba embarazada? ¿Cómo le ensañaría a ser fuerte si por dentro se estaba derrumbando?
–¡Muetas, muetas! –Gritó el pequeño entre sus brazos.
–Muecas… –Lo corrigió su madre con ternura mientras revolvía algo en una olla –No ha parado de pedirlas desde el otro día que Kiba vino a visitarnos –Le explicó a Hinata al mismo tiempo que servía un poco de arroz en dos platos.
–¿K-Kiba… K-Kiba? –Sintió el corazón rompérsele, desde que él se había ido, tres días atrás, prácticamente no había escuchado su nombre y eso la había ayudado a no derrumbarse, a mantenerse en una pieza. Pero ahora, la simple mención, el simple recuerdo de él… La hacía temblar.
–¿Te encuentras bien Hinata? –La aludida asintió y se sentó en una silla, estaba segura que de seguir parada se caería, sus piernas ya no tenían fuerza y un nuevo mareo comenzaba a afectarla –No luces bien… Hinata, sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, ¿verdad? –Hinata, incapaz de pronunciar palabra alguna, volvió a asentir –¿Es por Kiba? ¿Por la relación que tenías con él?
–¿C-Có-mo lo… lo… S-sabes? –Preguntó –¿Él… Él t-te lo… t-te lo d-dijo?
–Solo me dijo que te cuidara, tú me lo acabas de confirmar –Hinata se sonrojó violentamente y comenzó a balbucear cosas inentendibles –Tranquila… Me parece muy bien que estén juntos, Kiba llevaba tiempo detrás de ti –Hinata la miró sorprendida –Soy su sensei, es mi trabajo saber qué le pasa a cada uno de mis alumnos –Dijo con una sonrisa.
–Y-Yo… E-Esto… L-Lo s-siento… –Murmuró finalmente.
–No tienes por qué –Acomodó al pequeño Asuma en su sillita alta y se sentó junto a Hinata –Es algo hermoso… Tener alguien a tu lado –Dijo más para sí misma que para la Hyuuga.
–S-Sí, p-pero él… Él se f-fue… –Esas palabras le desgarraron un poquito más el corazón, el sonido de ellas hacía más denso el sentimiento, no dejaba lugar a dudas, no dejaba lugar a esperanzas… Él se había ido y quizás no volvería.
–Pero volverá… –Afirmó Kurenai –Debes ser positiva, debes tener esperanzas.
Hinata asintió, más no se sentí muy esperanzada en ese momento. Si ella no estuviese embarazada, si no estuviese aterrada por ser mamá, tal vez tendría más fuerzas, más fe. Pero en su estado, y quizás era culpa de las hormonas, había momentos en los que simplemente perdía toda racionalidad y comenzaba a tener los peores miedos. Trataba de luchar con esa imagen, esa escena que aparecía una y otra vez en su mente: Ella y su bebé solos, frente a una tumba… Una lápida con el nombre de él.
Sacudió su cabeza como queriendo alejar esos pensamientos y secó una silenciosa lágrima que se había escapado de sus perladas orbes. Sonrió, o al menos eso intentó, a Kurenai y procedió a comer. Esta vez en silencio, volviéndose a encerrar una vez más en sus propios pensamientos. Intentando, como lo venía haciendo los últimos días, en encontrar algo que la ayudase. Quizás sí debería ser más positiva, tal vez tendría que buscar más luz entre las sombras. Y ahora que se esforzaba, se dio cuenta que encontró un poquito de alivio, algo que mitigó muy poquito –pero al menos algo- el dolor de su corazón. Se sentía bien, le agradaba poder hablar de Kiba con Kurenai, la hacía sentirse menos sola. Aún cuando no fuese a contarle nada más de lo ya hablado, le ayudaba contar con ella…
…
–¡Lamento la demora! –Gritó Naruto cuando llegó junto a ellas –Me quedé dormido y… –Pero no pudo terminar de hablar porque Sakura lo golpeó con todas sus fuerzas.
–¡Eres mala Sakura-chan! –Murmuró el rubio mientras se sobaba el lugar donde había recibido el golpe.
–¡Pues te lo mereces, eres un idiota, no puedo entender cómo no consigues llegar temprano a una misión, seguro te quedaste hasta tarde comiendo ramen! –Le gritó aún más enfadada, haciendo que Naruto retrocediese un poco más –¡Y además ya te dije que no me llamases "chan"!
–E-Esto Sakura-san… Y-Yo… Y-Yo c-creo q-que N-Naruto-Kun no… no q-quiso llegar t-tarde –Sakura, que un segundo antes tenía la cara descompuesta de ira, se volteó a mirar a Hinata y le dedicó una sonrisa que intentaba ser dulce, pero que salió completamente lunática.
–Eh… Puede ser Hinata-san, como sea… Tenemos una misión a la que partir –Hinata y Naruto asintieron y se pusieron en marcha.
Comenzaron a caminar, alejándose cada vez más y más de la aldea. Hinata escuchaba entretenida las conversaciones, o mejor dicho riñas, de Sakura y Naruto. Era una mañana hermosa y la perspectiva de tener que ir a buscar un pergamino a una aldea cercana la llenaba de emoción. Por fin, luego de una semana de ansiedad, tendría la oportunidad de hacerse revisar en un hospital. Aún quedaba el hecho de cómo haría para ausentarse o para alejarse de sus compañeros sin levantar muchas sospechas. Pero eso ya lo resolvería cuando llegase el momento.
Miró como Sakura golpeaba una vez más a Naruto. No le gustaba aquello, no era de las personas que consideraban a la violencia una buena manera de razonar, porque claramente no lo era. Quería decirle a Sakura que dejara de golpearlo, que esa no era una buena forma de demostrar afecto -porque Hinata sabía lo mucho que la pelirrosa quería a Naruto- pero esta vez no se animó. Había ocasiones en las que la chica realmente resultaba atemorizante, y esta era una de esas veces. Hinata comenzaba a considerar que el incremento de golpes y de fuerza para con Naruto se debía a que éste había comenzado recientemente una relación con Ayame.
Siguieron avanzando entre los árboles, por el momento no creían toparse con ningún inconveniente, eso llegaría a la vuelta, cuando regresasen con el pergamino en su poder. Y esa era la parte que más le preocupa a Hinata, temía que tuviesen que enfrentarse a alguien, no quería poner en riesgo a su bebé, pero tampoco podía flanquear. Después de todo ella era una kunoichi y como tal no se echaba atrás. El esfuerzo que había realizado desde aquel primer examen chunin había dado resultados y no los destruiría fácilmente.
–¡Miren, miren! –Gritó Naruto señalando hacia adelante –Ya casi llegamos y justo para la hora de la comida, ¿creen que habrá un buen lugar para comer ramen? –Y recibió otro golpe de Sakura, aún más fuerte que el anterior, y Hinata confirmó sus sospechas –¿Y ahora qué hice?
–¡Ramen, Ramen! ¿Es lo único que puedes decir? –Gritó con todas sus fuerzas mientras sacudía a Naruto.
–S-Sakura-san… N-No s-seas t-tan m-mala con Naruto-kun –Murmuró Hinata.
–¡Sí, sí… Eso! –Dijo el rubio mientras se alejaba de Sakura y se posicionaba detrás de Hinata, utilizándola como escudo –¿Podemos seguir? –Sakura, sin siquiera mirar al rubio, comenzó a avanzar a grandes zancadas.
Aceleraron el paso hasta llegar a la entrada de la pequeña aldea y pronto estuvieron recorriendo sus calles. La gente caminaba hacia todos los sentidos, iban de una tienda a otra, conversaban, se saludaban. El sol alumbraba en su plenitud y en cielo no se divisaba ni una nube. Era un día perfecto, y eso eran los días en que Hinata más feliz se sentía. Hoy, como no lo hacía desde que él se había ido, caminaba con una sonrisa en su boca. Hoy se sentí positiva, optimista… Tenías más esperanzas que temores y suponía que el poder ir al hospital, junto al bello día contribuían en que la sonrisa no se borrase de su rostro.
Siguiendo las instrucciones que les había dado la Hokage llegaron hasta la casa de un señor, que según les habían indicado, poseía el pergamino que debían cuidar y llevar hasta la aldea de la Hoja. Hasta el momento ningún inconveniente se había presentado, todo marchaba bien, en tiempo y en forma. Hinata sabía que debía actuar deprisa, no se detendrían mucho tiempo, solo descansarían un poco, almorzarían y luego partirían de regreso a la aldea.
Naruto propuso descansar un poco a la sombra de un gran abeto y Hinata supo que esa era su oportunidad. Mientras el rubio cerró los ojos y se dispuso a relajarse, y mientras Sakura comenzó a leer un libro sobre ninjutsus médicos, ella sacó los kunais que llevaba enganchados a sus piernas y se dispuso a afilarlos. Aunque claro, ese no era su objetivo. "Accidentalmente" un kunai se le resbaló de la mano y le produjo un corte en la misma. Aún cuando sabía que dolería, no pudo evitar emitir un leve grito.
–¡Hinata-san! –Gritaron Naruto y Sakura al mismo tiempo.
–N-No e-es n-nada… –Y realmente no lo era, ella misma había comprobado con su Byakugan que el corte no comprometiese nada importante.
–Déjame curarte –Le dijo Sakura intentando tomar su brazo –Solo será un minuto…
–¡N-No… N-No h-hace f-falta! –Casi gritó Hinata.
–¡Pero estás sangrando! –Dijo Naruto.
–N-No quiero… q-que g-gastes chakra… D-Debes c-cuidarlo p-para lo que… lo que r-resta de la m-misión –Su voz la traicionaba, sabía que estaba más nerviosa de lo normal y es que mentir se le daba fatal –Y-Yo… Y-Yo p-puedo ir al… al h-hospital de a-aquí… M-Mientras u-ustedes p-pueden c-comer…
–¿Y tú? –Preguntó no muy convencida la pelirrosa, después de todo ella era una ninja médica y la herida de Hinata no era muy grave.
–N-No t-tengo a-apetito… –Se puso de pie presionando la herida –N-Nos v-vemos en... un r-rato…
Sus compañeros asintieron y ella comenzó a caminar deprisa rumbo al hospital. No podía demorarse mucho pues sabía que, si ese era el caso, Sakura y Naruto la irían a buscar. Por eso, cuando estuvo segura de que ya no podían verla, comenzó a correr. Siguió las indicaciones que más temprano le había pedido a un señor, y pronto se encontró frente al gran edificio blanco. Se adentró en él y fue directamente hacia la recepción.
–Buenos días señorita, ¿en qué puedo ayudarla? –Pregunto una muchacha desde el otro lado del mostrador.
–N-Necesitaría v-ver a un… a un m-médico, p-por f-favor… –No quiso especificar mucho, le daba demasiada vergüenza.
–Lo siento pero si no es una urgencia deberá tomar un turno –Hinata tembló ante los nervios pero, sabiendo que esa era su única oportunidad dijo.
–Y-Yo… Y-Yo e-estoy… e-estoy e-embarazada y… Y r-recibí un… un g-golpe… –Los ojos de la chica se abrieron ante la sorpresa y enseguida la hizo pasar por una sala continua al mostrador.
Hinata se sentía fatal, le había mentido a esa chica, o bueno no del todo. No le gustaba comportarse de esa manera, pero era la única opción que tenía. Debía asegurarse que todo estuviese bien, que su bebé estuviese sano.
Como le indicó la chica del mostrador se sentó en la camilla a esperar al médico, aunque rogaba que le tocase una doctora. Los nervios volvían a apoderarse de ella y toda la energía positiva que había acumulado durante el día se había esfumado. ¿Qué sucedía si algo iba mal? ¿Estaría su bebé sano y salvo? ¿Qué pensaría el doctor cuando le dijese la verdad? La cabeza le dabas vueltas y estaba segura de que se hubiese desmayado si en ese mismo instante no hubiese ingresado una mujer por la puerta.
–¿Hyuuga, Hinata? –Preguntó mientras tomaba un papel y leía lo que en él estaba escrito. Hinata simplemente asintió –Aquí dice que has recibido un golpe y que estas en cinta…
–S-Si… E-Esto… B-Bueno… –La mujer la miró con cara severa, dándole a entender que no tenía todo el día, por lo que Hinata se apresuró en contar la verdad –E-Estoy e-embarazada… P-Pero h-hasta a-ahora no… No me he… podido h-hacer un examen… Y… Y los dos p-primeros m-meses t-tuve un… un p-poco de s-sangrado…
Por los próximos quince minutos la médica se dedicó a criticar a Hinata. Primero por su falta de cuidando, donde mencionó lo irresponsable que habían sido ella y su pareja, lo inmadura e infantil que había sido; Y luego la reprendió aún más duramente por no haber ido antes a una consulta médica.
Los ojos de Hinata, humedecidos a causa de las lágrimas que inútilmente había intentado reprimir, parpadearon sorprendidos cuando la señora le dijo que le haría unos estudios para ver si todo estaba bien. Con tanta reprimenda se había olvidado completamente que lo que realmente quería era asegurarse que todo estaba bien. La doctora le indicó que se recostará en la camilla y le pidió que se levantase un poco la campera y la remera. Le explicó lo que haría, que sentiría un poco de frio a causa del gel, pero que no le molestaría para nada. Hinata observó como la mujer acercaba un monitor a su lado, como lo encendía y luego sintió el típico aparatito moverse por su vientre. Mentiría se dijese que entendía algo, claramente la imagen que mostraba el monitor le era indescifrable, pero al menos esa imagen le decía que pronto sabría cómo estaba su bebé.
–¿Ves ésta mancha de aquí? –Dijo señalando una parte pequeña de la pantalla que era más oscura. Hinata asintió –Bien, ese es tu bebé –No pudo evitarlo, las lágrimas se escurrieron por su mejilla, era demasiado… Ya ni siquiera podía fingir ser fuerte –Al parecer tienes ya unas quince semanas… Dime cuándo fue la última vez que tuviste tu período normalmente –Hinata murmuró el día, pero su mirada y toda su atención seguía fija en la pantalla del monitor.
–¿E-Esta t-todo b-bien…? –La doctora revisó unas cosas más en la pantalla, moviendo aún más el aparatito sobre su abdomen y finalmente asintió.
–Sí, parece que tienes suerte –Dijo con una sonrisa –El sangrado que has tenido no ha afectado ni al embrión ni a las paredes del útero, pero eso no significa que puedas seguir sin controles… ¿Volverás dentro de tres semanas?
–Y-Yo… Y-Yo no sé… N-No sé si.. si p-podré v-venir… –Tomó aire, las emociones la tenían bastante afectada –Y-Yo.. Y-Yo s-soy una… una kunoichi y… y n-no p-puedo ir al h-hospital de mi aldea… N-No sé c-cuando p-podré v-volver…
–Entiendo –Y por primera vez desde que entró a la consulta su rostro manifestó un poco de simpatía y de comprensión –Bien, haremos lo siguiente: Te daré tú historial junto con una nota de mi parte, cuando vengas a esta aldea o a cualquier otra, exhíbela en el hospital y te darán asistencia inmediata. No debes perder oportunidad alguna, siempre que puedas hazte revisar, por ahora todo está bien, pero el sangrado ese puede volver a ocurrir y a esta altura ya puede ser peligroso. Tomate estas pastillas, son vitaminas, te ayudaran un poco con la fatiga y fortalecerán al bebé… –Hinata asintió –Y supongo que lo que diré no lo escucharás pero… No deberías seguir yendo a misiones. Un golpe puede quitarle la vida a tu bebé e incluso a ti. Tus fuerzas están reducidas a la mitad, por eso deberías hablar con tu superior…
Hinata iba a explicarse, quería decirle que esa no era una opción, que no podía simplemente presentarse frente a Tsunade y explicarle su situación. No era por la Hokage, era por ella misma. No sabía qué hacer, una vez que se enterasen de su embarazo se podía considerar viviendo en la calle. Nunca se había enterado de alguna chica de su clan que hubiese quedado embarazada, pero estaba segura que si había habido alguna, el Clan no la había tratado nada bien. Quería explicarle todo eso, aún cuando le diese pena, quería hacerlo, pero la doctora no la dejó.
–Toma… Esta es la ecografía, llévala junto con tu historia clínica y ésta nota –Dijo extendiéndole un sobre –Y por favor, cuídate…
Hinata asintió y le dedicó una sonrisa a la médica. No podía ni describir el alivio que sentía al saber que su bebé estaba bien, de que todo marchaba en orden. Se despidió de la señora, agradeciéndole por todo y caminó hasta la sala de estar. Allí se encontraban Naruto y Sakura, rápidamente ocultó los papeles que le había dado la doctora en su mochila y se encaminó hacia donde sus compañeros se encontraban. ¿Habrían preguntado por ella en la recepción? ¿Les habrían dado alguna clase de información?
–¡Hinata-san! –Gritó Naruto cuando llegó a su lado –Vaya que éste hospital es molesto, tardaron un montón en curarte un simple rasguño y encima no nos quisieron dar ningún tipo de información! ¡Ya verán, cuando yo sea Hokage las cosas cambiarán, si un amigo pregunta por la salud de su compañera tendrán que informarle!
Inmediatamente Sakura golpeó a Naruto, diciéndole que no podía gritar en un hospital y que además si no le habían dado los datos era por algo que se llamaba confidencialidad, y que ella como ninja médico comprendía al hospital. Luego de eso se enfrascó en una conversación, o en realidad en un monologo sobre como ella cumplía con todas las normas del hospital y que siempre sabía guardar discreción. Sí, cómo no, pensó Hinata, sin embargo todo aquello: las peleas entre Sakura y Naruto, el monologo interminable de la pelirrosa y el resto de las cosas, pasaron a segundo plano. En su cabeza solo había una cosa, una imagen… La de su bebé.
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Kibahina Fanfic Naruto
No hacían falta títulos - Capitulo 6 "Adios"
Disclaimer. Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata.
Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.
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No hacían falta títulos
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Capitulo 6: Adios
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Se despertó con los primeros rayos del sol. Buscó inútilmente a Kiba con la mirada, ella ya sabía que él se iría, lo había supuesto justo antes de dormirse. No tenía sentido que se quedase cuando la despedida perfecta había sido durante la noche. Sin embargo, pese a saber que eso era lo mejor y que si él estuviese allí, junto a ella, las cosas serían más difíciles, no pudo evitar soltar algunas lágrimas silenciosas.
Cuando fue a levantarse del piso se dio cuenta que algo la protegía de la brisa mañanera, la campera de él. Más lágrimas se escurrieron por sus mejillas. Pero aquello no tenía sentido, ella tenía que ser fuerte, lo tenía que ser por ambos. Se levantó con cuidado del césped, acomodó su kimono y comenzó a caminar de regreso a su casa. Lo único que evitaba que se desmoronase era saber que él aún no se había ido, que Kiba aún seguía cerca de ella.
No quiso siquiera imaginarse lo que pensarían los miembros de su Clan cuando la viesen entrando tan temprano, o tan tarde, con las mismas ropas con las que había salido la noche anterior y con una campera que claramente no era de ella. En cualquier otro momento hubiese reparado en las apariencias, pero la situación con Kiba nublaba cualquier otra preocupación. Una vez dentro de los terrenos de su clan fue directo a su casa, a su habitación. No había nada que quisiera hacer más que arrojarse a su cama y llorar como una niña pequeña.
Todas las fuerzas, toda la valentía que había conseguido acumular se había venido abajo. Le dolía perderlo, tenía miedo de que no regresase, no era así como quería que las cosas quedasen, aún tenía dudas, lo necesitaba a su lado. Pero no era posible, y sabía que lo mejor era no decir nada. No podía decir aquello que tanto le preocupaba pues eso lo preocuparía a él y Kiba solo tenía que pensar en su misión, tenía que concentrarse en ella para poder sobrevivir.
Rebuscó entre el cajón de ropa interior hasta encontrar la prueba de que todo lo que estaba sucediendo era real. Tomó entre sus manos el test que había realizado el día anterior. Aún no lo podía creer. Positivo, ella estaba embarazada. ¿Qué haría ahora? ¿Cómo le diría a su familia? ¿Qué haría su padre cuando se enterase? Estaba perdida, Hinata no encontraba el camino que debía seguir, el día anterior -cuando se había enterado de su estado- había pensado que contaría con la ayuda de Kiba, pero eso ya no era una opción, simplemente no podía decírselo.
Cerró los ojos, se sentía mareada. No sabía si era por su estado o simplemente porque la situación en la que se encontraba la hacía llorar todo el tiempo. No entendía cómo había llegado a esa situación, bueno sí entendía pero eso no tenía sentido. Con Kiba siempre se habían cuidado, la única vez que no usaron protección fue la primera, pero luego de esa oportunidad su periodo le había llegado. Recordaba a la perfección lo preocupado que estaban ambos, él más que ella, o al menos Kiba había sido más demostrativo.
–Hinata… –La miró a los ojos, intentando decirle algo, algo que ella ya sabía pero que no quería mencionar –Debemos hacer algo… ¿Tú… Tú tomas algo, te cuidas de alguna forma? –Su nívea piel se tiñó de un rojo intenso, no podía creer que Kiba le estuviese preguntando algo así, era demasiado, simplemente cerró sus ojos y negó con la cabeza.
–K-Kiba… ¿P-Podemos no, no h-hablar del… del t-tema? –El Inuzuka la miró incrédulo, cómo esperaba ella eso.
–No tienes que avergonzarte, no pasa nada… –Tomó aire y luego le preguntó sin muchos rodeos –¿Cuando fue tu último periodo? –Hinata retrocedió completamente avergonzada, no quería contarle esas cosas a él, no se sentía cómoda hablando de eso con nadie –Hinata… –Susurró contra su oído al mismo tiempo que la abrazaba –Lo necesito saber, así podremos calcular si estabas o no ovulando…
Con lágrimas recorriendo su rostro, sacudió su cabeza e intentó olvidar ese día. Kiba había sacado la cuenta al menos cinco veces, ella misma lo había hecho y ciertamente parecía imposible que corriesen algún riesgo. Sus temores se despejaron completamente cuando el periodo de Hinata llegó el día que debía. No fue igual que siempre, la cantidad y los días disminuyeron notablemente, pero ella pensó que tal vez fuese producto de los cambios de su cuerpo. Ahora tenía sus dudas.
Sabía que debía hacer algo, debía ir al médico o decirle a alguien, pero en ese momento en lo único en lo que podía pensar era en Kiba. Le dolía ocultarle semejante noticia, pero era por su bien, no podía agregarle más preocupaciones a él, ni tampoco quería presionarlo. Desde que había visto aparecer las dos rayitas en la prueba casera, había decidido que no le pediría nada a Kiba. No quería atarlo a su problema.
Se metió en la ducha dispuesta a relajarse, dejó que el agua caliente la bañase por completo. Se repetía una y otra vez que debía ser fuerte, que debía soportar todo, pero esas cosas nunca habían sido su fuerte. No estaba en su naturaleza el poder enfrentarse a todo y a todos con soltura, pero sí era propio de ella conseguir lo que se proponía gracias a terribles esfuerzos y supuso que esta vez no sería la excepción.
Salió del baño cubierta por una bata blanca y prácticamente corrió de vuelta a su dormitorio, no quería ver a nadie. Estaba segura que no podría ocultar su sufrimiento. Una vez encerrada en su alcoba se quitó la bata y -como nunca hacía- se miró en el espejo. Observó detenidamente su cuerpo, contempló su abdomen. Había un ligero cambio, pequeño pero visible. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Hinata estaba segura que todo era producto de aquella primera vez, tendría que haberse preocupado cuando su periodo disminuyó notablemente.
La primera vez podría haberlo dejarlo pasar, y así hizo, pero la segunda no, e igualmente ignoró la situación. Un solo día unas pocas gotas y eso había calmado su ansiedad, ahora comprendía que había evitado ver eso que tanto temía. Calculó con sus manos una vez más… ¿Tres meses? Sí, no creía estar equivocada pero… ¿Qué significaba ese sangrado? ¿Estaría bien el bebé? La cabeza le daba vueltas, el estómago se le retorcía, y ya no aguantó más. Corrió de regreso al baño y vomitó todo lo que había comido la noche anterior.
–¿Hinata-sama, te encuentras bien? –Preguntó Neji a través de la puerta del baño. La aludida rápidamente se puso de pie -lo que le provocó un nuevo mareo- y contestó con la mejor voz que pudo componer.
–S-Si Neji-nii-san, me… me e-encuentro bien –Se sostuvo del lavado hasta recuperar el equilibrio y volvió a escuchar la voz de su primo.
–Te espero en el patio delantero para comenzar el entrenamiento –Oyó los pasos de Neji alejarse y fue ahí cuando pudo volver a respirar con tranquilidad.
Lavó sus dientes nuevamente, se mojó la cara para intentar recuperar fuerzas y salió del baño. Caminó a su habitación una vez más. No podía entrenar, no con él. Primero, Neji podría darse cuenta de su estado al usar el Byakugan, recordaba muy bien como ella había visto, a lo largo de todo el embarazo, el circuito de chakra del pequeño Asuma dentro del vientre de Kurenai, y además estaba la posibilidad de que –de no darse cuenta- lo lastimara sin querer.
Se vistió con sus ropas habituales, arregló su apariencia lo mejor que pudo y salió de la seguridad de su cuarto. Caminó despacio, sus manos le temblaban y sentía a sus piernas débiles, no creía poder mentirle a Neji, pero necesitaba hacerlo, no podía decirle la verdad, no aún, no cuando todavía no era necesario. Lo miró desde lejos, la seguridad que emanaba él era tal que la hacía temer aún más. Era estúpido, ella lo sabía pero no podía controlarse.
–Neji-nii-san… Y-Yo… Y-Yo l-lo siento, p-pero no… No p-podré e-entrenar h-hoy… –La mirada clavada en el piso, las manos húmedas por la transpiración y su cuerpo sacudiéndose de los nervios. Hinata no creía poder soportar mucho más, sentía que de un momento a otro perdería el conocimiento.
–¿Te encuentras bien? –Preguntó Neji preocupado, su prima se estaba comportando de manera extraña, incluso parecía enferma –¿Quieres ir al hospital? –La simple pregunta pareció descomponer aún más a Hinata.
–¡N-No… No… N-No h-hace f-falta, n-no t-te p-preocupes Neji-nii-san! –Respondió como pudo, la presión que sentía era demasiada, no creía estar recibiendo el aire suficiente, quería irse de allí enseguida.
–De acuerdo –Aceptó Neji –Iré a entrenar con Tenten… –Sin decir nada más, se dio media vuelta y comenzó a alejarse de Hinata.
Rendida ante la presión, dejó que sus piernas se flexionasen y cayó de rodillas al piso. Su cuerpo no soportaba más, eran muchas cosas, demasiadas y extremadamente dolorosas. Si el día anterior había estado mal por enterarse que estaba embarazada, no podía ni describir cómo se sentía en ese momento. La noticia de Kiba la había destrozado, lo necesitaba, lo amaba tanto que no podía ni imaginarse cómo haría para pasar tanto tiempo sin él.
Y quizás no regrese. Una vocecita dentro suyo le recordó esa dolorosa posibilidad. La hizo soltar un sollozo, no podía considerar esa opción, debía aferrarse a la idea de que él volvería, porque de lo contrario no podría sobrevivir. Estuvo arrodillada en la dura tierra por varios minutos. Su flequillo ocultaba sus ojos enrojecidos, tapaba las silenciosas lágrimas que lloraba por él, por Kiba.
Reunió todas sus fuerzas para levantarse del suelo cuando vio acercarse a un miembro del consejo, obviamente no caminaba hacia ella, simplemente Hinata se encontraba en su camino, pero de igual manera ella no quiso arriesgarse. Nunca le daban importancia y las pocas veces en que se dignaban a observarla se esforzaban en buscar y marcarle a su padre sus fallas y Hinata creía que la imagen que estaba dando en ese preciso instante demostraba cuan débil y vulnerable era. Por eso, un poco mareada y aún con las piernas débiles, se pudo de pie y caminó de regreso a su cuarto.
No llegó a recostarse, apenas si pudo cerrar la puerta de su dormitorio. Eran demasiadas cosas, el mareo cada vez más intenso y el aire ya no le alcanzaba, no al menos para permanecer despierta. Con un último susurro cayó desmayada.
–Kiba…
…
–¡Onee-chan! –Gritó Hanabi al ingresar al cuarto de su hermana después de haber estado tocando su puerta por diez largos minutos –¡Onee-chan! –Volvió a insistir mientras se arrodillaba a su lado y tomaba su muñeca para controlar su pulso.
–¿Ha… Hanabi? –Preguntó apenas abriendo sus ojos.
–¡Hinata! –Gritó un poco más aliviada la pequeña de los Hyuuga –¡¿Qué sucedió? –Miraba a su hermana mayor con temor, verla tirada en el suelo le recordó aquella vez en la que su primo Neji la había atacado durante los exámenes chunin.
Hinata intentó responderle, pero no sabía qué decir. Suponía que se había desmayado, pero solo lo suponía ya que prácticamente no recordaba nada luego de haberle dicho a Neji que no podría entrenar con él. En un movimiento reflejo llevó sus manos a su vientre, estaba preocupada. No era una experta en el tema pero estaba prácticamente segura que algo no iba bien. Sin embargo aún no podía pensar en ello, todavía necesitaba hacer algo.
–¿Qué hora es? –Estaba decidida, necesitaba hacer algo.
–Las siete… –Hinata miró hacia la ventana, comprobando lo que sospechaba, había perdido el conocimiento prácticamente por un día –Onee-chan, ¿qué sucede? ¿Te encuentras bien?
–S-sí… Y-Yo… D-Debo s-salir por… por un momento –Hanabi miró a su hermana preocupada, ella nunca se comportaba así e inclusive le pareció que estaba algo enferma, estaba demasiado pálida.
Levantarse del suelo le requirió más fuerza y energía de la que normalmente utilizaba, al parecer su cuerpo estaba resentido, pero por el momento no le dio importancia. No sabía si aún estaba a tiempo, no sabía si llegaría, pero debía intentarlo. Hizo una pequeña reverencia hacia su hermana y salió de su habitación corriendo, dejando a Hanabi completamente sorprendida y una tanto desorientada.
Corrió por las calles de Konoha a toda velocidad. La respiración completamente descontrolada, sus pulmones soportando cada vez menos el ritmo y su cabeza dándole vueltas a causa del escaso oxígeno. Le dolía todo, principalmente su corazón, pero era exactamente por eso por lo que no podía parar. Debía intentarlo, debía llegar…
–¡Kiba! –Gritó cuando divisó la puerta de la aldea, un grupo de shinobis estaban a punto de abandonar Konoha y entre ellos se encontraba él.
El castaño, como si hubiese estado esperando inconscientemente ese grito, se volteó en seguida y ahí la vio. Con la respiración agitada y sus cabellos despeinados a causa de la corrida se detuvo frente a él. Estaba hermosa, como siempre. Se acercó a ella lentamente, más Hinata tenía otros planes. Se lanzó a abrasarlo y se aferró a su cintura como si el mundo se terminase en ese instante, no le importó nada, simplemente se puso en puntitas de pies y besó sus labios.
Kiba, sorprendido por el comportamiento de Hinata, tardó unos segundos en reaccionar pero al poco tiempo estuvo devorando su boca como solo él sabía hacer. La amaba tanto que creía haber perdido su corazón, estaba seguro que ella se lo había robado. No fue hasta que Ko carraspeo que se percató de la escena que estaban dando. No que a él le importase, pero le parecía de otro mundo que Hinata hubiese ido corriendo hasta él y lo hubiese besado de esa manera frente a todos.
–Hinata… ¿Sabes que todos nos están viendo? –Preguntó medio divertido, aunque claro, nada de eso era divertido.
–E-Esto…. E-Eh… ¿T-Te m-molesta?... Y-Yo… Y-Yo… Yo lo s-siento… –Tal vez se hubiese equivocado, ella había supuesto que a esas alturas ya no importaba nada más, porque tal vez esa fuese la última vez que lo viese y no quería guardarse nada.
–¿Bromeas? –Preguntó divertido Kiba –¡No debes disculparte! –Le aseguró y luego volvió a probar sus labios.
Quiso controlarse pero eso nunca había sido fácil para él y al saber el tiempo que le esperaba lejos de ella simplemente se le hizo imposible contenerse. Besó a Hinata con todo lo que tenía, no le importó si era un beso desesperado, si clavaba un poquito de más sus colmillos o si tenían público. Hinata había ido hasta él, lo había besado delante de todos y eso era mucho más de lo que él había esperado justo antes de partir. La miró a los ojos y se perdió en esas perlas, se olvidó de todo y de todos por un momento y susurró aquellas palabras que solo le había dicho a ella.
–Te amo…
–Yo también –Hinata entrelazó sus manos y dejó que su cuerpo sintiese la calidez que solo Kiba le transmitía.
–¿Sigues sosteniendo lo que me dijiste ayer? –Su corazón pareció detenerse hasta que ella asintió suavemente.
–Y-Yo… Yo te esperaré –Una gran sonrisa se dibujó por el rostro del chico, pero pronto se borró cuando ella comenzó a titubear –Y-Yo... E-Esto…. ¿T-Tú… T-Tú ….? –La mirada de Hinata se apartó de Kiba y se dirigió hacia las dos chicas que estaban esperando a Inuzuka. Ino y esa otra chica que ella no conocía.
–¿Te preocupan Ino y Yugao? –Hinata asintió completamente sonrojada, seguramente se estaba comportando como una tonta. Kiba estalló en risas haciendo que Hinata se removiese nerviosa entre sus brazos, tal vez no había sido la mejor reacción, por eso se apresuró en decir –No te preocupes… Ya te lo dije una vez, no me interesa nadie más que no seas tú –Acarició la mejilla de la chica con su mano –Te voy a extrañar… mucho.
–Y-Yo t-también – Besó la mano de él que justo rozaba sus labios y luego cerró los ojos mientras se fundían en un nuevo abrazo.
Permanecieron en silencio. Sus cuerpos completamente pegados, sus corazones latiendo al mismo ritmo, sus respiraciones tranquilas, disfrutando del último minuto de paz. Ya que en el instante en el que se separasen, sus vidas se volverían un completo sacrificio, hasta se animaban a decir que serían un infierno.
–¡Lamento interrumpir! –Gritó Ino rompiendo el momento –Pero debemos irnos… –Hinata se sonrojó violentamente y comenzó a tartamudear una disculpa, disculpa que la rubia rechazó –No te hagas problema Hinata, si el vago de Shikamaru hubiese venido probablemente sería a mí a la que tuviesen que apurar –Bromeó Ino –Y por cierto…. ¡Se lo tenían bien guardado! –Kiba abrazó a Hinata para que ésta se tranquilizase y luego ordenó a Ino que les dejase un minuto a solas, había llegado el momento.
La abrazó aún con más fuerza y enterró su rostro en su cuello. Aspiró su perfume una vez más y dejó nuevamente su marca en su piel. Era una tontería, sabía que se le borraría antes de que si quiera llegase a destino, pero igual necesitó hacerlo. Besó sus labios por última vez y se alejó de ella. Caminó hasta donde estaba el resto del grupo y atravesó junto a ellos la puerta de la aldea. Los ojos le picaban, sabía lo que eso significaba, quería llorar, pero no se lo permitiría, no frente a todos.
Se volteó para verla una vez más y ahí estaba. Su rostro bañado en finas lágrimas, su cabello despeinado y sus labios levemente hinchados a causa del beso. Estaba hermosa… aún cuando doliese verla así, estaba simplemente radiante. Cerró los ojos y volvió su vista al frente.
Hinata lo siguió con la mirada hasta que él desapareció de su campo de visión. Sintió su mundo derrumbarse y simplemente no tuvo más fuerzas para seguir en pie. Se derrumbó allí, sus rodillas golpearon el suelo una vez más. Se sentía mal, muy mal… estaba seguro que de continuar así se desmayaría una vez más. Por eso, para evitar el desmayo, dejó que dos ninjas que estaban apostados en la puerta a modo de vigilancia, la ayudasen a ponerse en pie y la guiasen hasta el puesto donde minutos antes ellos se encontraban.
–No te ves muy bien, deberías ir al hospital –Mencionó uno de ellos, Hinata no pudo distinguir cuál de los dos, su visión era nublada –¿Quieres que te acompañe?
–¡N-No… N-No! –Dijo lo más firme que pudo –S-Solo… S-Solo m-me q-quedaré… m-me q-quedaré s-sentada a-aquí u-unos m-minutos…. –Los ninjas se miraron entre sí, a sus ojos Hinata lucía muy mal, pero estaba claro que si ella no quería ir al hospital no podían hacer nada.
Cerró sus ojos una vez más y en su mente apareció la imagen de Kiba, unas lágrimas silenciosas se escaparon de sus ojos. No debería llorar, no delante de aquellos dos sujetos, pero toda la situación era más fuerte que ella. Así que se quedó allí, sola y lejos de todo y de todos los que conocía. Con el dolor de verlo partir y la angustia de lo que le esperaba.
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