jueves, 4 de noviembre de 2010

Débil

 Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Libro: Twilight - Personajes: Alice y Jasper

Sumary: No importaba lo débil que fuesen, lo serían juntos... porque su debilidad solo aumentaba cuando estaban separados.
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Débil
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El tiempo se había detenido. Ya no vivía.. o existía, por lo menos no a todo momento. Solo tenía flashes... deseos y recuerdos. No tenía sensaciones, solo recuerdos de ellas. Su mundo se había reducido a nada. Su alma no lo soportaba, era débil, ella lo sabía pero no había nada a su alcance por hacer.

Las imágenes de su existencia se arremolinaban en su mente, sus visiones ya no lo eran, solo recuerdos, solo eran eso. Una y otra vez se veía a si misma volando en sus labios, alcanzando mil veces el cielo entre sus brazos. Perdida en sus caricias, existiendo solo por él. Y él no estaba.

Rememoraba cada minuto juntos, cada vez que se habían tocado, cada vez que se habían besado, cada vez que estuvieron juntos... Se estancó en el pasado y no podía salir de ahí. Solo despertaba de su letargo para pensar en él, para oler su perfume, para sentirlo en su mente.

Pedía disculpas por su debilidad, porque había flanqueado, y ella lo sabía. No sabía como ser sin él, no sabía nada. Todos los papeles se le mezclaban, ya no sabía ser amiga, no sabía ser hermana, no sabía ser tía ni hija, solo sabía pensar en él.

Y tal vez, su corazón no latiese, tal vez no se le escapasen lágrimas, pero ¡Rayos que las sentía! Temblaba tan solo de no poder liberar toda aquella tristeza, de no poder llenar el vacío que él le había dejado. Y se reprochaba mil veces no tener la fuerza que Jasper tenía. Él había podido y ella no, y ahora no sabía como hacerlo sin él.

Tal vez Jasper tuviese una fuerza que ella no, a lo mejor fuese la fuerza de "su militar", como ella solía decirle, tal vez fuesen miles de cosas, pero ella no lo comprendía y no podía igualarlo. No podía dejarlo ir. Y por eso, pese a que le aseguró que partiese tranquilo, ahora corría desesperada por encontrarlo.

Lo quería en su vida, porque cada vez que él la tocaba ella tenía un sentimiento inigualable, porque con sus besos podía volar, y aunque su corazón no bombease sangre, cada vez que estaban juntos estaba viva. Más viva de lo que siendo humana había estado, estaba completa.

Y si pudiese soñar, soñaría con él, con sus caricias, sus besos y su amor. Pero no podía, por eso dedicaba todo su tiempo en pensar en él, pero eso ya no alcanzaba, ya no podía recordar a la perfección, no tanto como ella quisiera. Necesitaba verlo, necesitaba besarlo, sentirlo. Quería sentirse viva nuevamente.

Porque aunque no lo fuese a admitir se había caído muchas veces, pero siempre en sus brazos, él siempre la había levantado. Y ahora estaba en el piso, en el fondo del aljibe y él no estaba. Sus brazos, sus murallas, no la protegían. Y se sentía más débil que nunca.

-¡Jasper! –Gritó desde su corazón -¡Jasper! –Volvió a gritar con su último aliento.

Y él la escuchó, por supuesto que lo haría. Era su mundo hablándole, era su razón de existir llamándolo. Volteó la cabeza para verla caer, una vez más, como tantas otras veces, corrió a su lado y la atrapó antes de que se golpease.

Alice, quien se había rendido, abrió los ojos al no sentir el piso y ahí estaba... un nudo se le formó en el pecho porque no supo encontrar una palabra para expresar todo lo que él significaba para ella. Desde que despertó siendo una vampiresa solo había sabido que tenía que estar con él.

-¡Alice! –Gritó Jasper, queriendo que el brillo de sus ojos volviese, y al mismo tiempo cerrando su propios ojos... rojos.

Porque él también era débil, mucho más que Alice. Quería ser perfecto para ella, pero no podía, no llegaba al nivel deseado y eso solo lo frustraba. Nuevamente había recaído, y simplemente se tuvo que alejar, incapaz de permanecer a su lado siendo tan débil. Y ella había jurado que lo soportaría, le había prometido una y otra vez que estaría bien sin él, que quería que él se tomase un tiempo para decidir lo que quería y que luego, ella lo seguiría aún si eligiese no ser más vegetariano.
-Perdona mi debilidad pero no se por que, sin ti es muy difícil sobrevivir –susurró Alice aún en sus brazos, sintiéndose nuevamente viva.
Y Jasper solo la abrazó, sabiendo de sobra que no había nada que perdonar. Él había sido el débil, él no había podido llegar a cubrir sus deseos. Porque ahora, que la tenía a su lado, todo tenía sentido, y nuevamente valía la pena luchar. Quería que eso durase para siempre, quería volar y perderse en su propio cielo, quería fundirse en ella y ser uno para siempre.

-¿No puedes sentir mi corazón latir lento? No puedo dejarte ir, te quiero en mi vida –Murmuro nuevamente Alice.

Y Jasper lo sintió. No era necesario que el músculo se contrajese, el corazón de Alice latía, y lo hacía por él. Y eso solo ellos dos lo podrían comprender. Muertos o no, con alma o sin ella, vampiros o humanos... ellos se amaban y sus corazones latían el uno por el otro.

Habían superado buenos y malos tiempos, y lo habían hecho juntos... Y ya nunca más se separarían. No importaba lo débil que fuesen, lo serían juntos... porque su debilidad solo aumentaba cuando estaban separados.

Toda una vida junto a ti

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Sasuke y Sakura

Sumary: Sakura tenía una extraña sensación de que había permanecido toda una vida junto a él.

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Toda una vida junto a tí
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Toda una vida junto a ti.

Así se sentía ella, Sakura tenía una extraña sensación de que había permanecido toda una vida junto a él. Desde pequeños, incluso desde antes de entrar a la academia, ella lo había observado. En secreto, al menos en un principio, lo había admirado… Amado. Sasuke había sido todo lo que ella deseaba, todo lo que su corazón podía querer. Y Sakura, como una madre que consiente a su hijo, le había dado a su corazón lo que éste pedía.

Había pasado sus mañanas detrás suyo, sus tardes a su alrededor y sus noche soñando con él. Sakura se despertaba, vivía y dormía por Sasuke. Su universo, que en algún tiempo recóndito había sido infinito, se redujo solo a esos dos pozos negros, a esos ojos tan profundos en los que era posible perderse. Cargados de indiferencia, de fastidio y de odio, fríos como un tempano de hielo e hirientes como el mismísimo infierno. Todo en ellos significaba dolor, gritaba que te alejaras, pero por alguna extraña razón sus esmeraldas habían sido hipnotizadas por ese ónix impenetrable.

Se había resignado a todo por estar con él, por llevar su ritmo -algo que ciertamente nunca pudo llegar a hacer-, había terminado su amistad con Ino por Sasuke, había roto aquel lazo tan importante por él, había herido innumerables veces a Naruto, había dejado sus convicciones de lado, había sido todo lo que no quería solo por él, y Sasuke simplemente había mirado para otro lado.

En la academia -aún lo recordaba como si fuese ayer- había formado parte de aquel grupillo de niñas que siempre cantaban y gritaban en coro. Había sido de esas que le festejaban hasta el más simple de los tiros. Moldeó su enseñanza a él, había estudiado duro solo para tener su mismo nivel académico, había intentado –inútilmente- mejorar sus técnicas, solo por él. Y como en todas las otras oportunidad lo único que recibió de él fue indiferencia.

Pero la vida pareció sonreírle cuando la colocaron en el mismo equipo de él. Y ella sintiéndose tan afortunada e importante había dejado de lado a Naruto, creyendo banalmente que podrían ser un equipo: Ella y Sasuke. La primera decepción se la llevó en el reto de los cascabeles. Aquello que tan fácil parecía le había enseñado su primer error, y aún más penoso, la había dejado en evidencia a ella. Había demostrado ser peor que una escoria. Cuando Sasuke le compartió de su comida a Naruto una bomba estalló dentro de ella, no solo había actuado egoístamente, sino que también comprendió qué tan poco sabía y conocía ella al Uchiha. Sakura se había burlado del rubio y se había reído pensando que eso divertiría a Sasuke, pero claramente no fue así.

Y así, permaneciendo a su lado, en su mismo equipo, logró ver cuántas deficiencias y errores había en ella. Así comprendió qué tan lejos se hallaba de aquello que tanto quería, qué tan lejos se encontraba de Sasuke. Ella no comprendía, no entendía nada. Una niña tonta, eso había sido, hablando en una oportunidad de la falta de padres de Naruto, cuando lo que a ella le faltaba era tacto. Sasuke, el frío y distante Sasuke, no era muy distinto a Naruto -eso ella lo comprendería mucho más tarde- el Uchiha sentía el mismo vació producto de la soledad que Naruto, la diferencia radicaba en la forma que cada uno había encontrado para expresarlo.

Los exámenes chunin… una vez más sufrió la pena de quedar en ridículo frente a sus compañeros. En el bosque había demostrado ser una completa inútil, alguien en quien no se podía confiar, alguien que no podía hacer nada, ni siquiera proteger a sus amigos. Había dolido, en el medio de su pecho como si de una daga enterrándose en su corazón se tratase. Y había llorado, como aquella vez cuando Ino la encontró, había llorado. Y en esos momentos deseó tener a su amiga con ella, pero para eso era tarde. Y se juró a sí misma mejorar, volverse más fuerte.

Con el corazón en la boca, preocupada por la salud y el estado emocional de Sasuke había llegado a los combates preliminares. Intentando por todos los medios creer aquella mentira que con tanto trabajo había elaborado. Sasuke estaría bien, él se recuperaría, él no cambiaría, seguiría formando parte del equipo 7 como hasta ese momento lo había hecho. Y fracasó, fracasó contra aquella que había sido su mejor amiga, nuevamente había caído, y seguía siendo igual de doloroso. Los ojos de Ino cuando tuvo la oportunidad de acabarla y simplemente la abofeteó, nunca se los olvidaría. Ese gesto que la rubia había tenido había sido una gran muestra de amor, y ella simplemente lo había despreciado. Una vez más se había equivocado y seguía siendo por la misma razón: Sasuke.

Su corazón sangraba por la herida, los nervios la traicionaban. Lo sentía cada vez más lejos, más distante, más apagado. Nunca había estado a la par de él,, pero ahora, con cada respiración, con cada latido de su corazón, sentía el alma de Sasuke un poco más oscura, más fría. Y se fue, luego de aquellos combates Sasuke simplemente abandonó a la aldea. Sakura aún podía sentir en su espalda la fría piedra de aquel banco en el que despertó, sabiendo una vez más que había fallado, que no había podido detenerlo. Ella no había sido suficiente, no para Sasuke.

Y después de eso, todo fue peor. Entre lágrimas le hizo prometer algo que nunca debió a Naruto, y entre más lágrimas se pasó el resto del tiempo esperando su regreso. Su corazón, deshecho por la pena, aguardaba algo imposible. Él ya no regresaría, no al menos el mismo Sasuke y ella lo sabía, sin embargo siguió entregándole todo, siguió regalándole sus sueños, sus días y su corazón. Se guardó para él, porque el corazón de Sakura solo latía por él.

Y ahora, después de tanto tiempo, lo tenía frente a ella. Sus orbes negras ya no flameaban con pasión, ya no había odio, ni indiferencia ni frialdad. No había nada, Sasuke estaba roto, por donde se lo mirase le faltaba algo. Y Sakura nuevamente lloraba, porque le dolía verlo así, porque ella había deseado y rezado porque él volviese sano y salvo, y ahora que sentía todo ese dolor, toda esa soledad… No podía dejar de temblar.

Se acercó a él, algún tiempo atrás seguramente hubiese corrido a su encuentro y se hubiese abalanzado sobre él, pero ahora algo la retenía y todavía no lograba comprender qué era. Irónico, toda su vida había girado en torno a él, no había pasado un día sin que derramara una lágrima por Sasuke y ahora que lo tenía frente a ella no sabía qué hacer. El dolor seguía siendo el mismo, el amor solo había podido crecer… A simple vista nada la detenía, pero dentro de ella algo le impedía avanzar más.

–Sasuke… –Su nombre salió de sus labios en un leve susurro, dolía pronunciarlo –Sasuke –Volvió a susurrar.

Y él no dijo nada, una vez más no respondió a sus llamados, pero eso ella ya lo sabía. Sasuke podría haber cambiado, pero ella, para él, seguiría siendo un punto negro, una macha molesta.

–Sakura –Alzó la vista que inútilmente había clavado en el piso –No lo repetiré –Una sonrisa se dibujó por su rostro, había escuchado bien, era Sasuke el que la llamaba.
–No esperaba que lo hicieras –Y de pronto, el tiempo parecía desaparecer, y los años vividos dejaban de existir.

No había allí nada más que Sakura quisiera, porque él había vuelto. Y ahora que lo pensaba nunca se había ido, porque quizás Sasuke no estuvo con ella pero Sakura estuvo…

Toda una vida con él
 

Hasta ese dia

 Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Sakura y Sasuke

Sumary: Sasuke aborrecía a Sakura, no la quería… Hasta ese día
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Hasta ese día
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Sakura Haruno: Compañera de equipo, ninja médico, inútil en batalla, demasiado débil, demasiado sentimental. Inmadura, insoportable, insufrible, molesta, pegajosa… Y posee su cabellera de un extraño color rosa.

Esa era la definición y las cualidades que Sasuke le había adjudicado a Sakura. Desde pequeños, Sakura se había encargado de molestarlo, de acosarlo y de fastidiarlo. Por su parte, Sasuke, se había mostrado arisco, ermitaño, mal humorado y hasta grosero. Nunca le había dicho un halago, nunca le había dicho algo bueno, mucho menos le había dado ánimos o alguna clase de esperanza para que siguiese con esa ridícula fascinación, pero Haruno seguía molestándolo.

Suerte: Era aquello que él no tenía, y por ende dudaba de su existencia.

No podía decir que había sido un niño afortunado y con suerte, claramente su niñez estaba manchada de horrorosas situaciones. No podía llamar suerte a estar rodeado constantemente de esas mocosas insoportables, y definitivamente no había tenido suerte cuando lo habían colocado en el equipo con Sakura y Naruto.

Naruto Uzumaki: Compañero de equipo, excelente ninja, confiable, amigo y casi como un hermano.
Sí, si bien desde un principio siempre se había quejado del rubio, y lo había maltratado, con el tiempo comprendió que nada era lo que aparentaba y que Naruto tenía y era, mucho más de lo que parecía. Con el tiempo se tuvo que tragar cada una de sus palabras y terminar por reconocer a su amigo, aunque por supuesto, nunca lo haría en voz alta.

Pero para la desgracia de Sakura, con ella no había sucedido lo mismo. La pelirrosa seguía resultándole un estorbo, seguía retrasando sus planes, molestando en todo momento. Seguía enamorada de él, y él, Sasuke, no podía estar menos interesado en ella. Nunca la había considerado atractiva, ni física ni intelectualmente. Para él, ella era simplemente una piedra en el camino, nada interesante, nada que valiese la pena.

La aborrecía, incluso hasta llegaba a tenerle rencor porque… ¿Por qué se seguía empeñando en ver en él algo que no era? Él no era bueno, él no estaba interesado y él no la soportaba. Pero sin embargo, ella seguía y seguía, lo llevaba hasta sus límites, le hacía decir cosas demasiado sinceras, demasiado crueles y después, como si ya no fuese suficiente molestia, se largaba a llorar.

Sasuke aborrecía a Sakura, no la quería… Hasta ese día. Ese maldito día en donde tuvo el placer de encontrarse con Itachi. Sasuke no era ningún experto en esos temas, pero podía distinguir con facilidad una mirada lujuriosa, podía captar el brillo en los ojos de ella. ¿Así que su hermano disfrutaba de los cambios que el tiempo había hecho en Sakura? ¿Y Sakura qué? ¿Prefería a su hermano?

No, Sakura nunca le había importado, por él podría haber muerto que nada hubiese pasado, pero ese día, cuando vio el deseo de Itachi, cuando tuvo la posibilidad de arrebatarle algo, aunque fuese pequeño e insignificante, lo hizo. Tomó la mano de Sakura, gesto que no pasó desapercibido para ninguno de los presentes y dijo.

–¿Ves algo que te guste? –Sakura lo miró con cierto temor, suponía que ella no quería presenciar el asesinato de Itachi –Pues míralo bien, será tu única oportunidad.

Y así había comenzado la batalla, batalla en la que se percató que aún le faltaba un poco, pero al menos había sentido el dulce sabor de la frustración de su hermano. Había podido quedarse con algo que él quería. Y se la quedaría, lo haría para marcarla como suya todas las noches, simplemente para poder sentirse tan bien como en ese momento, todos los días, para recordarle… que él también podía quitarle cosas, y que lo haría, en cada oportunidad que tuviese lo haría.

Hada

 Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Libro: Twilight - Personajes: Alice y Jasper

Sumary: ¿Por qué una chica como ella, con toda una vida por vivir, se quedaba con él, un hombre casado y con una hija, un hombre que nunca dejaría nada por ella?
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Hada
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-¡Alice! –Gritó Bella por tercera vez -¿Me estas escuchando?
-¿Eh? Lo siento Bells, ¿qué me decías? –Preguntó sorprendida Alice. Nuevamente había dejado a su imaginación volar.
-Nada olvídalo –Contestó fastidiada –Ya me tengo que ir... nos vemos mañana.

La morocha se despidió de su amiga y la vio partir rumbo al encuentro de su novio. Nunca lo iría a admitir, pero realmente la envidiaba. Solía repetirse que era una envidia sana, pero sabía que no existía dicha cosa. Y aunque intentara no sentirla, la sentía. Porque ella quería poder salir con Jasper como Bella lo hacía con Edward, quería presentarle su novio a sus padres como lo había hecho Bella, quería todo lo que Bella tenía y sabía que nunca podría tenerlo.

Y se reprendió una vez más por sentir esas cosas. Ella había sabido desde el principio en lo que se metía, había comprendido siempre que nunca podría hacer lo que todas las chicas de su edad hacían, ello lo sabía y por eso no tenía derecho a sentirse así, y sin embargo se sentía así... triste y envidiosa. ¡Envidiosa de su mejor amiga!¡Que bajo había caído!

Miró el reloj una vez más y suspiró al darse cuenta que aún no lo podría ver. Cansada de estar sentada en ese banco frío caminó de regreso a la escuela, tal vez allí podría charlar con alguien para matar el tiempo. Para aligerar un poco su pena, aunque ella bien sabía que nada ni nadie, a excepción de él, podrían mitigar su angustia.

...

Estaba hablando con Rosalie, otra compañera del instituto, cuando su celular sonó. Desesperada se despidió de su amiga y se alejó lo más posible de todos para leer ese mensaje en privado. Lejos de todos esos ojos que, seguramente la juzgarían.

Sam: Necesito revisar unos documentos, te esperó en quince minutos, en la oficina.

Comenzó a caminar de prisa mientras intentaba no sentirse afectada por la forma en que se tenía que comunicar con él. Sam era su seudónimo, lo era desde que María había encontrado un mensaje un tanto dudoso, y La oficina era el departamento que él había alquilado solo para ellos. Llegó justo a horario y tocó la puerta: Dos veces, dos segundo, tres veces, tres segundo y un último golpe. De esa manera Jasper sabría que era ella.

-Hola amor –Dijo él cuando vio a su pequeña en la puerta.
-Hola jazz –Se puso en puntitas de pies y, luego de comprobar que no había nadie en el pasillo, lo besó –Te extrañé –Le reprochó una vez dentro del apartamento.
-Si, yo también –Le susurró al oído con mucha ternura –Lo siento.

Y Alice estaba segura de que así era, ella estaba segura que su novio no le mentiría, porque ella sabía exactamente como él se sentía junto a ella. Y era por eso que comprendía, o al menos que lo intentaba, su situación. Jasper era un hombre hecho y derecho, ya a sus treinta años, estaba casado y tenía un pequeña hija de seis años, pero su vida no era hermosa.

Jasper había sido uno más de los que se había casado por obligación, por un error. Tras salir de la universidad se había enterado que su novia estaba embarazada y en el afán de hacer lo correcto le había propuesto matrimonio. Él quería darle un hogar feliz a su hija, y por eso se encadenó a María. Pero los años le habían demostrado que las cosas forzadas no resultaban. El amor y la pasión que alguna vez había sentido por María desaparecieron, dejando solo un cariño y a una hija, la cual fue, era y sería el sentido de su vida.

Sin embargo, a pesar de tener a Mily con él, su vida no estaba completa. Todo hombre necesita un amor, una compañera de alma, y vaya sorpresa se llevó cuando encontró eso.. o algo parecido a ello en Alice, su niñera. Una adolescente de diecisiete años que lo volvía loco y lo llevaba a todos su extremos. Y así, sin preocuparse mucho o sin retenerse a pensar lo suficiente, comenzó una relación con ella.

...

Estaba decidida, había peleado con él y necesitaba hablar con alguien. Y aunque sabía que no debía, le contaría toda la verdad a Bella, ella era su mejor amiga y aunque probablemente le reprocharía un par de cosas, estaba segura que no la delataría, estaba segura de que si ella se lo pedía ni siquiera se lo contaría a Edward.

Llegó a la casa de Isabella y tras tocar el timbre dos veces, Charlie le abrió la puerta. Saludó a su segundo papá (como ella solía decirle) y subió corriendo las escaleras hasta el cuarto de Bella. Tenía la suficiente confianza para hacer eso y muchas cosas más. Los Swan eran su segunda familia, así como los Cullen eran la de Bella. Entró sin golpear la puerta y deseó haberlo hecho. Ahí estaban: Su mejor amiga y su novio, alias Edward, alias su hermano, en la cama besándose muy apasionadamente. Nada comprometedor pero si algo que le produjo aún más rabia y más envidia, ¡Ella quería estar así con Jasper!

Y se largó a llorar, contra todo lo que creía y sentía se largo a llorar. Y lo hizo porque se dio cuenta que era una persona que no quería ser. La Alice que ella quería ser era simpática, llena de alegría y con humor espléndido, no una envidiosa y rencorosa. Necesitaba sacarse todos esos sentimientos del pecho, o no podría seguir siendo Alice.

Su hermano y su mejor amiga se separaron en cuanto escucharon abrirse la puerta, y en cuanto la vieron llorando ambos se pusieron de pie y fueron hasta ella.

-¿Qué pasa? –Preguntó Edward -¿Fue un chico? –Y Alice solo pudo largarse a llorar más fuerte, porque no, no había sido un chico. Era un hombre... y ella sentía que así el dolor era mucho más grande –Dime quien fue y lo mato –Edward era un chico sereno, calmo, tranquilo... hasta que se metían con alguna de sus chicas . Sea Bella, sea su hermana menor o su madre, no importaba quien fuese, él lo haría pagar.
-Deja de decir tonterías –Dijo Bella –Esta así porque le ha llegado su periodo –Edward la miró sorprendido y un tanto avergonzado, no era normal que su novia hablase de esos temas con tanta soltura. Más aún le parecía exagerada la reacción de su hermana, y hasta llegó a tener sus dudas de si era verdad, pero al ver como Alice asentía sen despidió de sus chicas y salió de la habitación no queriendo ser parte de "asuntos de chicas".

Bella, conocedora de su mejor amiga, la abrazó y la dejó llorar en su hombro. Sabía que Alice sería incapaz de decir una solo palabra si primero no lloraba todo lo que tuviese que llorar. Isabella había estado esperando ese momento, hacía tiempo que Aly no era la misma, sabía que algo le ocultaba pero también sabía que llegado el momento se lo contaría, y al parecer ese momento había llegado.

Y si bien odiaba mentirle a su novio, eso mismo había hecho cuando Alice se derrumbó frente a ellos. Como chica, y principalmente como su amiga, sabía que era exactamente por un chico por lo que Alice lloraba, ella solo lloraría por tres razones: Su familia, su amiga (es decir Bella) o por amor. Las dos primeras razones no existían, así que solamente quedaba el amor.

Alice soltó la última lágrima y el último suspiró y miró a su amiga a los ojos. En esas orbes marrones encontró todo lo que quería y más, supo, que tal como lo había hecho minutos atrás frente a su hermano, la comprendería. Tal vez no estuviese de acuerdo, pero sabía que Bella no la juzgaría.

 -Estoy saliendo con alguien –Soltó una vez que ambas estuvieron sentadas, al estilo indio, en la cama rosa de Bella. –Hace mucho tiempo...
-Eso ya lo sé –Contestó Bells con una sonrisa, quería que su amiga se sintiese cómoda -¿Crees que no me di cuenta? ¡Vamos! Yo mejor que nadie te conozco.. –Hubo un silencio, no incomodo, solo un silencio, y luego Bella agregó –Estas saliendo con alguien hace mucho tiempo.. pero hay un problema, de lo contrario no estarías llorando o no me lo hubieses ocultado por tanto tiempo.
-¡Lo siento Bella! –Sollozó la morocha, pues la culpa la carcomía –Te lo tendría que haber dicho desde un principio... pero no pude, no debo... Pero quiero, eres mi mejor amiga y te necesito –Confesó desde su corazón, solo con Bella y con Jasper podía abrirse de esa manera.
-No te disculpas.. Me lo vas a contar ahora, ¿Verdad? –Aly asintió –Entonces no hay problema.

La morocha cerró los ojos, pues no tenía suficientes agallas como para pronunciar todas aquellas verdades, y comenzó su relato. Le contó como había conocido a Jasper, que él estaba casado con una mujer a la que no amaba, y que solo seguía con María por su hija, a la cual amaba. Le contó como comenzó su relación, como un día, cuando María viajó a visitar a su madre él le pidió que se quedara a cenar y que ahí, en su casa, había conocido lo que era el amor. Le confesó que llevaba amándolo desde que lo vio por primera vez, y que aquella tarde no pudo ni quiso resistirse a sus besos, que le entregó todo lo que ella poseía y que, mágicamente, a Jasper le alcanzó.

Le narró como se sintió la primera vez que él le dijo que la amaba y lo feliz que se puso cuando supo que él había alquilado un departamento solo para los dos. Y para hacerle honor al hombre que tanto amaba y por el que vivía, le demostró que tan espectacular había sido el año y medio que ya casi llevaban juntos. No le mintió, por supuesto que le contó que hubo momentos no tan perfectos, pero que ambos, con mucho amor y decisión, los habían superado.

Bella escuchaba atenta el relato de su amiga. Nunca se hubiese imaginado cual era la historia que Alice escondía, nunca. Y la escuchaba con tristeza, pues era verdaderamente un historia triste. El amor que recibía su amiga por más que fuese auténtico, cosa que Bella dudaba, era limitado. Y lo más triste era que Aly lo había aceptado, cuando ninguna mujer debería aceptar no poder ser amada en toda su plenitud, pues Jasper nunca la podría llevar al cine, nunca se la presentaría a sus padres, nunca le daría todo lo que Alice se merecía. Bella no juzgaba a su amiga, no era quien para hacerlo, y tampoco encontraba mal la situación. No era la mejor, pero en el mundo en el que ellas vivían era normal. Había matrimonios sin amor, había engaños y había relaciones entre personas de diferentes edades, y a ella no le molestaban. El amor es ciego, ella creía eso, y por eso no juzgaba.

-¿Y? ¿Qué opinas? –Preguntó Alice cuando terminó de hablar.
Bella sopesó su respuesta antes de emitir palabra, tenía que ordenar sus pensamientos, dudas y opiniones -¿Estas segura de que te ama? –Eso era lo primero, antes de decir o hacer cualquier otra cosa, había que aclarar ese punto –Porque si te queda alguna duda lo que te diré después será totalmente diferente.
-Si, estoy segura de que me ama –Contestó la morena un poco asustada por el veredicto de su amiga.
-¿Sabías, sabes y sabrás las condiciones de una relación así? –Necesitaba saber si su amiga era conciente de lo que significaba salir con un hombre casado y mayor.
-Si, siempre supe que nadie podría saber de lo nuestro, que él nunca dejaría a su esposa y que nunca seremos una pareja normal, si es a eso a lo que te refieres –Respondió Alice.
-¿Lo amas Alice? –Otro punto fundamental en esa historia.
-Por supuesto Bells, de lo contrario no estaría llorando –y Bella eso lo sabía muy bien, su amiga era una persona fuerte, no lloraría por un romance o por un capricho, solo lo haría por amor.

Lo siguiente que hizo Bella fue abrazar a su mejor amiga, quería que supiese que no estaba sola, que podía contar con ella para todo lo que necesitase, desde escucharla cuando tuviese problemas hasta encubrirla llegado el caso, porque Alice era Alice, una parte muy grande en la vida de Bella y ella haría todo lo que estuviese a su alcance para que ella fuese feliz.

-¿Bella? –Sollozó una vez más Alice –Aún no me has dado tu veredicto... –La morocha estaba casi segura de lo que aquel abrazo significaba, pero aún así necesitaba que las palabras de Bella lo confirmasen.
-¿Mi veredicto? No hay tal cosa –Dijo esta riéndose –Solo quiero que seas feliz y quiero que sepas que cuentas conmigo para lo que sea, y cuando digo lo que sea, significa eso.
-¡Gracias bella, no sabes lo feliz que me haces! –Casi gritó Alice -¡No le contaras esto a nadie, verdad? –Preguntó solo para asegurarse.
-¿Quién me crees, Jessica? –Dijo la aludida refiriéndose a la cotilla de la escuela –Mis labios están sellados... incluso para él –Y Alice supo que se refería a su hermano.

...

-Estas hermosa –Dijo Jasper con la boca abierta, y es que Alice brillaba –Me hubiese encantado ir contigo –Dijo con un rastro de tristeza y Alice solo sonrió más. Le encantaba cuando Jasper comentaba lo mal que le hacía no poder mostrarse con ella en público -¿Bailaste con algún mocoso?
-¿Celoso señor? –Preguntó ella aumentando el coqueteo.
-¿Cómo quieres que no lo este? ¿Te has mirado en un espejo? De ahora en más no asistirás a más bailes escolares –Dijo Jasper con su voz autoritaria, esa que usaba con Mily cuando hacía alguna travesura – Ese vestido precioso... aunque seguro se ve más lindo en el piso.

Alice se sonrojó tanto o más que la primera vez, pero solo fue un sonrojo, estaba claro que ella estaba encantada con la situación. Aprovecharía y disfrutaría el momento al máximo. Se dejó hacer una vez más por el hombre que le robaba el aliento, que le robaba cada suspiro, que la hacía gritar una y otra vez su nombre. Ella amaba a Jasper y no encontraba una manera más perfecta donde él le pudiese demostrar todo su amor, que en la cama. Entre esas sabanas donde le hacía el amor, era donde ella se sentía más amada, porque entre cada estocada él le susurraba un "te amo" al oído y ella se deshacía en placeres.

Jasper miraba a la mujer que tenía a su lado. Y él la tenía que llamar mujer, pues por más que tuviese apenas diecisiete años, Alice era toda una mujer. Desde el momento que él la había marcado como suya, lo era. Aly lo hacía sentir cosas que nunca antes nadie le había hecho sentir. Ni su esposa, ni ninguna otra mujer de su edad con la que hubiese estado. Esa hadita, como él solía llamarla, era mejor que todas. Y él la amaba... o eso creía, pues ya no sabía lo que era el amor. Una vez creyó que era lo que él sentía por María, pero había comprobado que estaba equivocado, el amor no se desgasta ni se olvida.

Alice era, junto con Mily, su fuerza de voluntad, su objetivo, su mundo. Pero aún no estaba seguro si era amor, sin embargo se lo decía constantemente a ella: Te amo. Y es que decir aquello se le hacía tan natural, tan normal y tan correcto que no podía callarse. Aquellas palabras salían solas de su boca, se escapaban desde lo más profundo de su interior y él no se arrepentía, simplemente daba gracias a Dios, o a quien fuese que existiese, por permitirle compartir su vida con un ángel. Agradecía, día a día, al destino que los cruzó y al amor que los unió.

No comprendía, aunque realmente no lo intentaba, el por qué Alice lo aceptaba. ¿Por qué una chica como ella, con toda una vida por vivir, se quedaba con él, un hombre casado y con una hija, un hombre que nunca dejaría nada por ella? Jasper no quería encontrar ninguna respuesta que lo hiciera alejarse de ella, pues él, muy en el fondo, sabía que le estaba robando su felicidad, su juventud, su vida. Y por más egoísta que sonara, él no la quería dejar libre, simplemente no quería.

...

Bella sonreía al ver sonreír a su amiga. Últimamente el humor de Alice había mejorado, y se atrevería, inclusive, a pensar que el haberse desahogado con ella, la había ayudado. Aly volvía a ser la misma chica sonriente, la misma de siempre. Siempre con una sonrisa en su rostro y siempre dispuesta a divertirse. Había encontrado un nuevo equilibrio, ya no se sumergía tanto en su mundo y vagaba habitualmente entre los dos: El mundo de Jasper, y el mundo normal. Pocas veces había acudido a Bella con algún problema y eso a la castaña la alegraba.

Cuando Bella se enteró la relación que su mejor amiga mantenía con ese tal Jasper, no se opuso, pero guardo su distancia. No conocía al sujeto, y por más bueno que Alice lo pintara, ella no confiaría a su mejor amiga así como así. Jasper se tendría que ganar su confianza... y aunque no estaba contenta del todo, al parecer el hombro era tal cual lo pintaba Aly.

Lo había visto en dos ocasiones, nunca había charlado con él y ni siquiera habían estado lo suficientemente cerca como para que Bella pudiese saber de qué color eran sus ojos. Pero en esas escasas oportunidad, él había demostrado que le importaba Alice. Siempre había aguardado que su "novia" estuviese a salvo, e incluso las había seguido un par de cuadras con el auto para asegurarse que nada les pasase.

-Estas muy feliz –Comentó Bella mirando a su amiga reír de lo lindo ante un chiste de Edward.
-¡Por supuesto! ¡Se acerca el verano! –Gritó ella con alegría, Bella sabía que eso significaba ver más seguido a Jasper.

Bella y Edward se despidieron de ella y dejaron a la morocha volar a su mundo. La relación con Jasper nunca había estado mejor. Alice estaba completamente segura de lo bien que su vida estaba en caminada y hacía días que no podía borrar esa sonrisa estúpida de su rostro... una sonrisa de enamorada que ya no podía ocultar más.

...

Caminaba radiante por el parque, la felicidad plena había golpeado su puerta y ella la había invitado a entrar encantada. Un momento que nunca creyó que llegaría, había llegado. Muchas cosas habían cambiado, ella ya no era un adolescente, oficialmente ya no asistía más al instituto y pronto comenzaría la universidad. Nunca había previsto una cosa como esa, pero había sucedido y estaba totalmente feliz.

Alice estaba embarazada, las dos rayitas rosas en su test de embarazo lo confirmaban junto al atraso de tres semanas de su periodo. No estaba nerviosa, no tenía porque estarlo. Jasper la amaba y amaría a su bebe como en su momento había amado a Mily. Y hasta creía que en algún futuro él podría dejar a María.

Ella había soportado de todo. Vivir un amor a escondidas, perderse un montón de experiencias adolescentes, mentirles a todos sus amigos y seres queridos, amenazas de María (No especialmente dirigidas a ella, pero si al celular de "Sam"), y un montón de cosas más. Incluso había tenido que jurarle a su madre que no era lesbiana, pues esta, al ver que su hermosa hija no salía con ningún chico, comenzó a pensar que tal vez ese no era su gusto. Había soportado todo eso y mucho más, y lo había hecho con gusto, sin quejarse, sin importarle cuan mal se sentía a veces, lo había hecho y hoy todo eso parecía tener más sentido que nunca... Estaba embarazada, estaba esperando un bebé de Jasper, del amor de su vida.

Golpeo la puerta tal como siempre lo hacía (Dos golpes, dos segundos, tres golpes, tres segundo y un golpe) y esperó ansiosa a que él abriese la puerta. Una sonrisa hermosa se dibujó en los labios de Jasper cuando vio a Alice en la puerta, la besó con ganas y la hizo pasar a su nido de amor. Hoy estaba simplemente radiante, diferente. Y no pudo sentirse más orgulloso al saber que esa mujer era suya.

-Estoy embarazada –Soltó Alice sin poderse contener por más tiempo.

Jasper se paralizó por unos segundos, pero luego reaccionó –Conozco una clínica muy discreta, son excelentes, podría conseguirte una cita para hoy mismo –Dijo en tono monocorde. Sin embargo Alice, que estaba en las nubes, no lo percibió y pensó lo que no era.
-¿De veras? –Gritó emocionada.
-Si, para la noche ya no tendrás nada dentro –Dijo Jasper sin comprender, tampoco, lo que quería Alice.
Pero Aly ya había comprendido. Jasper no quería a su bebé. Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro y un fuerte dolor surgió en su pecho. Le acababan de romper el corazón. Jasper ahora también comprendía lo que Alice quería, y no podía creer que ella quisiese o creyera eso. Ella sabía las condiciones y un hijo no estaba entre ellas.
-Alice... Por favor, sabes que no puedo –Dijo él intentando calmar las cosas.
-¡No quieres! ¡Nada te lo impide! –Le gritó, destrozada como estaba.

Aquella tarde, que Alice pensó era la más perfecta, discutieron para siempre. Ninguno cambiaría de opinión y ya no tenían nada que hacer juntos. Jasper, más cobarde de lo que él mismo se creyó, no fue capaz de asumir sus responsabilidades, dejando a Alice sola. Dejando al amor de su vida convertirse en una madre soltera, dejando a su hijo crecer sin un padre, pero él no caería dos veces con la misma piedra. No apartaría todo por el que en ese momento era el amor de su vida, no lo haría para después darse cuenta que eso no era amor. El tiempo lo haría olvidarse de ella y así podría vivir más tranquilo, sin ninguna responsabilidad sobre sus hombros, ya tenía suficiente.

Alice corrió hasta la casa de su mejor amiga, nuevamente acudía a sus brazos llorando, pero esta vez no era una simple pelea, esta vez era la vida que la estaba golpeando fuerte. Eran sus decisiones, mal o bien tomadas, reclamando su cobro. Era su mundo desmoronándose y su corazón partido. Era la sombra de Alice, pues la verdadera Alice acababa de morir.

...

-Mamá, papá, Edward –Dijo mirando a cada uno de los miembros de su familia, ya no se podía ocultar nada más –Estoy embarazada.

La noticia cayó como bomba, nadie pudo emitir sonido alguno. Ninguno de los que estaban ahí, a excepción de ella claro esta, se hubiesen imaginado que algo así pudiese suceder. ¡Si Alice no tenía novio! ¡Alice no salía! Pero Alice estaba embarazada...

-¿Quién es el padre? –Preguntó Esme luego de recuperarse del shock.
-No hay padre... –Dijo Alice sin poder mirar a su madre a los ojos, era una vergüenza.
-Alice, ¿Qué quieres decir con que no hay padre? –Susurró Carlisle -¡Quiero la verdad y la quiero ahora?

Alice se tomó su tiempo, ya no había nada que la acelerase. Había supuesto que esta pregunta surgiría y se había prometido a si misma decir casi toda la verdad, pero prometérselo era mucho más fácil que cumplirlo, por eso respiró varias veces antes de hablar.

-Significa que no se hará cargo –Edward golpeó su puño contra la mesa y Alice solo soltó más lágrimas –El padre es un hombre casado, mayor y con una vida que no va a dejar por mi, ni por mi bebé.

Y el aire perfecto que alguna vez se respiró en la casa de los Cullen´s se extinguió. Esme lloraba descontroladamente mientras pensaba en cómo su pequeña se había metido en semejantes problemas, cómo ella no había sido capaz de darse cuenta lo que le sucedía a su hija. ¿Lesbiana había pensado? ¡Que estúpida!

Carlisle salió de la casa pues necesitaba aire. Su hija, la pequeña Alice, la niña más dulce del planeta, estaba embarazada. Lejos de ser eso lo peor, se había involucrado con un hombre mayor y casado. ¿Dónde habían quedado todas esas enseñanzas que él le había dado? ¿En qué momento Alice se había alejado de lo que él le había enseñado? ¿Cuándo perdió el rumbo?

Edward zamarreó a su hermana fuertemente gritándole. ¿Quién era el padre? ¿Quién había tocado a su hermana? ¿Quién era el maldito responsable de todo esto? Y la única respuesta que consiguió dentro suyo fue: Él. Él mismo era el responsable de aquellos, por su culpa Alice había terminado así, él tendría que haberla cuidado mejor, él tendría que haber sabido qué era lo que le sucedía a Aly.

Alice, una vez que Edward la soltó, se sentó en el piso de la cocina y dejó que toda su angustia se escapase de su cuerpo, ya no la podía ni quería controlar. Sería una madre soltera.

...

Un llanto inundó la habitación y supo que una nueva razón en su vida había nacido. Su pequeño por fin compartía el mundo con ella. Ahora era oficialmente una mamá...

Su vida dio un giro de 360º y para lo único que vivió fue para su hijo. Esa cosa tan pequeña que le recordaba tanto a él. Igual a su padre ese niño era perfecto.
 
Los años pasaron y ella aprendió a vivir nuevamente, día a día tenía alguien por quien luchar por quien vivir, alguien a quien amar y alguien que la amase. Su mundo había cambiado, más no sus sentimientos. Aún, a pesar de todo, ella lo amaba Lo amaba como el primer día y lo amaría hasta su último días. Jasper seguía siendo parte de su vida.

Pero ahora, lejos de ser como antes, tenía a Tomy. Su pequeño diablito, como ella solía decirle cariñosamente. El niño que la hacía vivir en todo el amplio significado de la palabra. Alice era por Tomy, solo cuando estaba con él podía ser feliz y solo por él podía vivir.

...

Aquel lluvioso día Tomy comenzaba primer grado, le parecía increíble que su pequeño ya tuviese seis años. Su corazón estaba revuelto, la alegría de ver a su hijo crecer contra la tristeza que le daba dejarlo ir un poco más la estaban volviendo loca. Nuevamente se encontraba en el living de su casa llorando, temiendo que lo único que la mantenía en pie se olvidara de ella al hacer nuevos amigos.

De pronto alguien golpeó la puerta. Dos veces, dos segundos, tres veces, tres segundos y un último golpe. Su corazón se paró, ella mejor que nadie, sabía quien era. Sin pensarlo un minuto se levantó del sofá y corrió a abrir la puerta. Y ahí estaba tan perfecto como ella lo recordaba, tan hermoso como siempre había sido.
Ignoró el dolor que se le formó en el fecho, ignoró a su corazón llorando por el recuerdo, por la herida que aún sangraba, ignoró todo eso y se hizo a un lado para que él pasara.

Jasper miró a Alice, no era la misma, sus ojos habían perdido el brillo que él conocía y habían adquirido uno nuevo. Estaba hermosa, incluso más preciosa que años atrás y se reprendió una vez más por dejarla escapar. Había pasado menos de un años de su pelea cuando se dio cuenta que era amor, que no podía vivir sin ella y que nunca se olvidaría de ella. Sin embargo le había costado seis largos años armarse valor para tocar su puerta. La amaba y tenía que intentarlo.

-Te amo... –Dijo, pero esta vez, seguro de si mismo. Seguro y conciente de que eso era realmente lo que sentía –Te amo y fui un idiota.
-Te estuve esperando... –Susurró Alice.
Podía haber intentado olvidárselo, podía haber intentado dejar de amarlo, podía haber llorado mil veces por él, podía haber sufrido miles de infiernos por él... pero nunca había conseguido nada. Solo había esperado que, algún día, él volviese.

Y ahora que él estaba ahí ella no tenía opción, lo amaba. Él lo era todo para ella... y nunca había podido elegir. Jasper miró a Alice una vez más antes de besarla, él no se la había merecido tiempo atrás, pero a partir de ahora haría todo para merecérsela, a ella y a su hijo.

Yo no sé mañana

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Shikamaru e Ino

Sumary: No lo entendía... Ella no pedía mucho, un poco de atención, algún gesto que demostrase sus sentimientos, cualquier cosa. Algo... Algo que afirmase su relación, algo que dejase asentada la unión que profesaban, pero él era simplemente un bueno para nada.

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Yo no sé mañana
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Caminaban juntos por las calles de la aldea, lo hacían en completo silencio. Cada tanto Ino miraba de reojo a Shikamaru, esperando que él hiciera algo, pero por supuesto éste no hacía nada. A la vista de la demás gente eran simplemente dos amigos, parecía que caminaban como cualquier otro día, pero no era así. E Ino comenzaba a impacientarse, sus miradas cada vez eran más insistentes y de su boca comenzaban a escaparse algunos bufidos, pero el Nara ni siquiera la miraba, aun cuando se percataba del comportamiento de Ino, no la miraba, pues eso sería muy problemático.

–Shikamaru… –Lo llamó dulcemente, cambiando de técnica.
–¿Hm? –Fue todo lo que consiguió de su acompañante, ni siquiera la miró.
–¡Eres un idiota! –Y dicho eso se dio media vuelta y lo dejó solo justo en la entrada de barbacoa Q.

No lo entendía, simplemente no comprendía cómo Shikamaru podía ser tan distante, tan aburrido por momentos, y tan encendido por otros. Ella no pedía mucho, un poco de atención, algún gesto que demostrase sus sentimientos, que la tomase de la mano, que la presentase como su novia, cualquier cosa, algo… Algo que afirmase su relación, algo que dejase asentada la unión que profesaban, pero él simplemente era un bueno para nada.

La idea de hacerse la enojada y dejarlo solo había resultado perfecta en su momento, pero ahora que la temperatura comenzaba a bajar y que estaba lejos de su casa y sola, le parecía una tontería. Por más enojada que estuviese quería pasar tiempo con él, pero ahora eso ya no era una opción, pues ella no iría hacia él, y no intentaría solucionar las cosas, no señor, después de todo el que había arruinado todo y se había comportado como un idiota era Shikamaru. Si alguien tenía que disculparse o intentar solucionar las cosas era él, pero esa idea también le molestaba porque sabía, a causa de la experiencia, que el Nara solía tardarse días en si quiera preguntarle qué le pasaba.

Siguió caminando de regreso a su casa, el día se había arruinado, por culpa de una tontería había perdido la posibilidad de pasar la tarde con Shikamaru. Y pese a que le echaba la culpa a él, ahora se sentía mal, tal vez tendría que aprender a escoger sus batallas, o si no terminaría peleando siempre. Y ya lo había intentado, había intentado no fastidiarlo tan seguido, pero le resultaba imposible. La personalidad de él, tan aburrida y desquiciante, la hacía reaccionar ante la más mínima provocación.

–Problemática –Susurró él a su oído cuando ella estaba entrando a su casa, inmediatamente se volteó a verlo. No lo había sentido seguirla.
–¡Shika! –Gritó emocionada mientras se colgaba de su cuello.
–Ya mujer… No seas más problemática que de costumbre –Ino estuvo a punto de soltar una sarta de insultos, pero decidió dejarlo pasar, el simple hecho de que Shikamaru hubiese ido tras ella la ponía feliz.
–Pasa –Dijo abriendo finalmente la puerta de su casa –Hoy es tu día de suerte…
–No quiero ni imaginarme como serán los de mala suerte –Esta vez no se contuvo, con su puño cerrado golpeó la cabeza del chico –Problemática…
–Te la pasas diciéndome "problemática" pero cuando estamos a solas…
–¡Shh! –La cayó rápidamente el Nara –Tu papá puede escucharte –Nuevamente su comentario irritaba a la rubia.
–Y eso sería el fin del mundo, ¿verdad? Dios se apiade de nosotros si alguien se enterase que me besas –Sus ojos rápidamente se humedecieron pero ella, testaruda como siempre, reprimió las ganas de llorar –Sabes Shikamaru, será mejor que te vayas...
–Yo no dije eso, mira que eres problemática, colocas palabras en mi boca que yo no dije –Se defendió Shikamaru. Luego, muy sutilmente, rozó su mano contra la de la chica –Mañana tengo una misión… ¿Segura que quieres que me vaya?

Ino miró hacia todos los lados, y luego de comprobar que nadie se hubiese percatado de la presencia del Nara, lo hizo subir con ella hasta su habitación, donde luego de cerrar la puerta con traba se dedicó a besarlo, a abrazarlo, queriendo llenar el vacío que le provocaría su ausencia mientras estuviese de misión.



–Y luego de que Naruto lo fastidiase lo suficiente Sasuke le dijo que yo era su novia, ¿se lo pueden creer? –Preguntaba Sakura a sus amigas –La verdad yo no, supuse que Sasuke ni siquiera me llamaría novia…

Ino escuchaba atenta la conversación, rotaba su mirada, observando por momentos a la pelirrosa y por
momentos a Tenten. Ambas comentaban alegres las intimidades de sus noviazgos e Ino se hundía en una tristeza enorme. Ella también quería contar las cosas que Shikamaru y ella compartían, quería que supieran que de vez en cuando, y solamente cuando estaban absolutamente solos, el Nara le decía que la quería. Pero no podía, porque nadie sabía de su "relación" con él, ni siquiera ella sabía exactamente qué eran.

–¿Y tú, Ino? Si no te apuras te vas a quedar para vestir santos… –Dijo Sakura con malicia.
–¡No seas ridícula, frente de marquesina! Solo tengo 17 años… –El comentario de su amiga no le molestaba tanto, después de todo, aunque nadie lo supiese, ella estaba con alguien.
–¿Pero no te gusta nadie? –Preguntó Tenten –No te digo que te fijes en tus compañeros de equipo al igual que nosotras, además todos saben que Shikamaru tiene algo con Temari y bueno… Chouji no es tu tipo, ¿o no? –Las intenciones de la castaña habían sido buenas, pero había dado en puntos claves.
–¡No me importa si Shikamaru esta con Temari y Chouji tranquilamente podría ser mi tipo, pero solo es mi amigo! –Gritó y luego se levantó de su asiento y se fue de la casa de té en la que se encontraban.

Odiaba aquella situación, había llegado al punto donde no podía tener una conversación normal y placentera con sus amigas y eso era culpa de Shikamaru. ¿Tanto le costaba ser más demostrativo? ¿Tanto miedo al compromiso tenía que no le podía pedir que fuese su novia? La situación era absurda, pero más absurdo era que todos en la aldea pensasen que aún había algo entre él y la estúpida kunoichi de la arena.

Porque lo había habido. Sí, Shikamaru había salido con ella por un tiempo, pero eso era pasado y aunque Ino sabía que ya nada quedaba de esa relación, seguía molestándose cuando alguien mencionaba a la pareja. Por eso, con el humor que tenía, caminó rápidamente hasta la casa de él. Quería que le confirmase una vez más que ya no sentía nada por la hermana de Kazekage.

Golpeó la puerta de madera varias veces, sabía que probablemente Shikamaru se enojaría por ir sin avisar a su casa, y lo haría aún más cuando supiese qué era lo que la había movido a acudir a su hogar pero poco le importó. Yoshino abrió la puerta, como siempre le sonrió, y al igual que cuando tenían 12 años la dejó pasar al cuarto de su hijo como si fuese imposible que ellos dos hiciesen otra cosa que hablar.

–¡Ino! –Gritó Shikamaru cuando esta entró a su dormitorio sin tocar ni anunciarse.

La aludida se quedó con la boca abierta. El castaño acaba de salir del baño, tenía el pelo suelto y mojado, una toalla colgaba alrededor de su cuello. Su torso completamente desnudo y adornado con algunas gotas traviesas. Siguió recorriendo el cuerpo del chico con la mirada, una toalla, solo eso evitaba que lo viese completamente desnudo. Una toalla blanca enroscada a la altura de sus caderas. Nunca lo había visto así, jamás. Lo suyo no pasaba de besos y caricias, nada fuera de control, pero la imagen frente a ella le hacía recapacitar su tipo de relación.

–¡No me mires así! –Se quejó Shikamaru, Ino miró su rostro, el cual estaba completamente enrojecido, haciéndolo lucir aún más hermoso –Sal un minuto así me cambio –Pero claro, Ino era Ino y ni siquiera atinó a retirarse.

Solo se acercó a él y quitando la toalla de sus hombros se dedicó a secarlo. Primero estrujó su cabello para eliminar el exceso de agua y luego pasó con toda la lentitud del mundo la toalla por el cuerpo del chico. Primero sus brazos, uno por uno, depositando fugazmente algún beso, luego su pecho y abdomen, su espalda y luego para terminar de volver loco a Shikamaru se agachó y, dejando su rostro a la altura de sus caderas, secó sus piernas, al menos la parte que no estaba cubierta por la otra toalla.

–Cámbiate –Le dijo y salió de la habitación.

Le costó bastante que su cerebro reaccionase, solo cuando lo logró fue capaz de comenzar a vestirse. Ino era especial, definitivamente era única. Trató de relajarse, no quería que lo viera así, en ese estado tan poco sensato, pero bueno, era ella la que lo había provocado. No esperaría que luego de hacer eso su cuerpo reaccionase de una manera distinta, después de todo era simplemente un hombre. Cuando estuvo listo abrió la puerta de su habitación y dejó que Ino ingresase.

–Shika… –Comentó con tono juguetón –¿Qué había o qué hay entre tú y Temari? –Shikamaru la miró incrédulo, ¿cuántas veces tendría que repetir lo mismo?
–Ya lo sabes, no seas problemática –No le gustaba hablar sobre ese tema, mucho menos con ella quien primero se enfadaba y luego se entristecía.
–Tal vez me lo hayas dicho alguna vez, pero todos en la aldea aún afirman que están juntos –Shikamaru tenía que aceptar eso, no importaba cuanto lo hubiese negado y luego cuantas veces hubiese dicho que ya se había terminado, la gente simplemente seguía hablando sobre ellos.
–Ino… –Le rogó con la mirada que no lo hiciera hablar sobre eso, pero no hubo caso, por lo que repitió una vez más lo mismo de siempre –Temari y yo salimos por un tiempo, pero eso no funcionó… y obviamente ya no estamos juntos… ¡Y no, no siento nada por ella! –Aclaró antes de que ella preguntase –Sabes que por más problemático que sea yo te quiero a ti.

Ino, contenta con el resultado de su visita, saltó sobre Shikamaru y ambos cayeron sobre la cama de éste. Ino quedando encima. La miró a los ojos, la quería tanto, era tan perfectamente imperfecta a sus ojos que a veces solo se quedaba mirándola en silencio. Él era un idiota, un segundón, el cobarde número uno de Konoha, y él sabía que no la merecía, pero igual la retenía.

Se quedaron así, en silencio… Mirándose a los ojos, disfrutando del momento de intimidad. Escuchando latir al corazón del otro, respirando el mismo aire que el otro, y solo cerraron los ojos para fundirse en un beso. No había prisa para el siguiente paso, ellos lo sabían, por más que las tentaciones estuviesen a su alcance aún podían rechazarlas y lo harían, por el momento, porque él sabía que Ino no estaba lista, podía jugar un poco pero no ganar. Y él no la llevaría a esa posición.



Chouji observaba a su amigo, el pobre tenía un aspecto horrible. Había discutido con Ino y al parecer la pelea había sido importante. Lo miraba fumarse un cigarrillo tras otro, caminar en círculos por su habitación, quería ayudarlo pero sabía que Shikamaru no se lo permitiría.

–Problemática –Susurró el Nara más para sí mismo que para Chouji.
–¿Qué sucedió? –Preguntó no muy seguro mientras abría un paquete de papitas.
–Nada, no importa –Contestó Shikamaru, primero su amigo no sabía lo suyo con Ino y segundo sería muy problemático explicar todo.
–Sabes que puedes contarme todo, ¿verdad? –Pregunto Chouji –Y para aclarar… sé que hay algo entre Ino y tú –Shikamaru abrió los ojos ante la sorpresa –Vamos… ustedes dos son mis mejores amigos, ¿esperabas que no me diese cuenta?

Shikamaru sonrió y luego aceptó una papita que le ofrecía Chouji. Por algo eran mejores amigos, no tenían ni siquiera la necesidad de hablar para saber en qué andaba el otro. Porque por supuesto que él sabía que Chouji había salido un par de veces con Hinata, aún cuando éste no le hubiese dicho nada, el Nara sabía que le gustaba desde la academia.

–Se enojó porque mi relación con Temari fue pública y la nuestra no lo es –Dijo finalmente Shikamaru.
–¿Y eso te parece problemático? ¿No crees que tenga un poco de razón? –Preguntó Chouji.
–No es lo mismo, ella no entiende –Intentó explicarse el Nara –Ella y Temari no tienen ni punto de comparación.
–¿Qué quieres decir?
–Que por más problemática que sea, Ino es mil veces mejor… Quiero decir que Temari no le llega ni a los talones –Chouji lo miró sorprendido, esas palabras eran mucho para el Nara.
–¿Y por qué no le dices esto a Ino? –Shikamaru lo miró horrorizado.
–Demasiado problemático –Sin embargó se despidió de su amigo y fue en busca de la rubia.

Caminó lentamente, la noche lucía una hermosa luna llena. Aún no estaba seguro de qué le diría para conseguir contentarla. Las excusas y los recursos se le estaban agotando y la Yamanaka cada vez se ponía más exigente. No sabía cómo hacer para solucionar las cosas sin tener que decir la problemática verdad, pero de lo que estaba seguro era que quería regresar a su casa sin estar peleado con ella. Al otro día tenía una misión, y Dios sabía lo horrible que la pasaba si se iba estando enfadado con ella.

Antes de ir a su casa recorrió un par de lugares donde probablemente podría encontrarla. Pasó por la florería, por el claro en el bosque donde solían entrenar y finalmente llegó al lugar donde no quería encontrarla, pero allí estaba. Arrodillada frente a la tumba del que alguna vez había sido su sensei, llorando descontroladamente, provocándole un revoltijo en el estómago, simplemente no soportaba verla así.
Se acercó lentamente, prendiendo un cigarrillo en el proceso, sabía que sería una conversación extenuante, difícil y problemática, pero Ino lo valía.

–No quiero verte –Le dijo entre sollozos cuando él se sentó a su lado –Mucho menos si tienes esa cosa en la boca –Shikamaru rió. Ino era increíble, aun llorando, aún enfada no podía evitar regañarlo –Yo no le veo la gracia, el cigarrillo te matará.
–No lo hará, no creo que viva tanto, seguro que me mata un shinobi antes –La cara de Ino se descompuso, él sabía cuánto le afectaba hablar de la muerte, pero había veces que él no se podía contener –No hablemos de eso…
–¿Y de qué hablamos entonces? –preguntó aún llorando, provocándole más dolor al Nara –Shikamaru… ¿Es que no me quieres?

La miró por unos segundos. Esa era la pregunta más estúpida que le había hecho. Por supuesto que la quería y estaba seguro que se lo había dejado en claro en varias ocasiones, pero eso no parecía satisfacer a Ino y él ya se estaba volviendo loco. Sin pensar demasiado, solo impulsado por sus sentimientos tomó el rostro de Ino entre sus manos y la besó. Primero con ternura y cariño, solo disfrutaba de sus labios, los saboreaba… Luego decidió que quería probar más, así que deslizó su lengua por el labio inferior de ella y rápidamente Ino entreabrió su boca, dándola acceso a una lluvia de sensaciones que siempre lograban hipnotizarlo.

Ino enroscó sus brazos alrededor de su cuello, no quería perderlo, lo amaba tanto que ya no sabía qué hacer si no estaba con él. No quería discutir más, no quería perder tiempo en tonterías, solo quería que él le asegurase que la quería, quería pisar tierra firme, nada de nebulosas, nada de inseguridades. Lo quería a él hasta el final.

Fueron profundizando aquel beso hasta que quedaron recostados en el césped. Shikamaru sobre Ino, pero apoyándose sobre sus codos para no recargar su peso sobre el de ella. Las caricias y roces hicieron acto de presencia, enloqueciendo así a ambos. La temperatura subió notablemente y la respiración de ellos se volvió irregular. Pronto la ropa comenzó a estorbar y poco a poco se fueron deshaciendo de ella. Shikamaru siempre dudoso, no quería presionar a Ino, no quería hacer nada que ella no quisiera.

El moreno se posicionó sobre ella, abrió sus piernas ejerciendo un poco de presión con sus rodillas y cuando todo estuvo listo, Ino volvió a cerrar sus piernas fuertemente y con el corazón en sus manos dijo:

–Pídeme… Pídeme que sea tu novia, hazme una promesa – Shikamaru sintió que todo se desmoronaba porque Ino le pedía exactamente lo que él no podía darle.

Se alejó de ella y comenzó a vestirse, a su lado Ino se deshizo en lágrimas. Tenía el corazón roto, Shikamaru la acaba de destrozar, le había arrebatado toda la ilusión, toda la alegría. ¿Qué significaba aquello? ¿Realmente no la quería? ¿No era suficiente para él?

–Ino… –Susurró él ya vestido, Ino seguía desnuda, reflejado una devastadora belleza, así tan natural, tan pura y tan herida.
–Dime algo… Explícame –Le costaba respirar, no podía de la angustia que sentía.
–Ino no puedo, no puedo prometerte nada, no puedo pedirte nada, no puedo asegurarte nada –Comenzó él –Lo que te diga hoy mañana puede no valer, te puedo decir que te amaré por siempre y mañana morir en una misión…
–¿Qué estás diciendo? ¡Deja de hablar sobre la muerte! –Gritó ella aún llorando.
–¿Cómo puedes pedirme eso cuando estamos frente a la tumba de Asuma? –Contestó él –Ino entiéndeme, no tengo nada para darte, todo lo que ves es lo que soy… No me pidas más, porque no hay más.
–¡Eres un idiota! –No podía dejar de llorar, le dolía el cuerpo, el alma.
–¿Crees que no lo sé? –Preguntó molesto –Me levanto todos los días sabiendo la poca cosa que soy, sé mis limitaciones y conozco todas mis carencias y por eso te digo que no puedo ofrecerte nada más que esto.
–¡No sabes nada! Lo que te pido no es mucho y sé perfectamente que puedes dármelo, se lo diste a ella, todos sabían que estabas con ella ¿Cuál es la diferencia conmigo?
–¿Quieres saberlo? –Ino asintió entre sollozos –La diferencia es que a ti te amo, que eres perfecta a tu manera, y que a ti simplemente no puedo hacerte falsas promesas… No te voy a atar a mi cuando no sé qué va a pasar mañana…
–¡No me importa! –Ino se levantó del suelo, dejando el pudor de lado se enfrentó a él completamente desnuda –¿Por qué tienes que hacer todo tan difícil? No te pido mucho…
–¡Si lo haces, me pides cosas que no puedo controlar, me pides cosas que no sé! –Shikamaru quería abrazarla, la veía tan expuesta, tan triste y vulnerable. Sabía que él era el causante de ello, pero era mejor ahora que después.
–Vete… –Con la voz rota y las lágrimas recorriendo su rostro le pidió lo que más le dolía –Vete Shika, me lastimas más quedándote así que no haciéndolo en absoluto… Te amo, pero yo no puedo… No puedo más…

Shikamaru se acercó a ella, besó sus labios una última vez y se fue. De espalda a ella se permitió llorar, al igual que lo había hecho cuando perdió a su sensei, porque en ese momento sintió que perdía a Ino para siempre, que estaba cometiendo el peor error de su vida, pero como cobarde que era lo dejó pasar.
Ino perdió todas sus fuerzas y cayó de rodillas al piso, para luego perderse en un mar de tormento.



Llegó a la aldea luego de tres largas semanas, semanas en las que no había sabido nada de él. En otras circunstancias hubiese corrido a bañarse pero ahora, luego de haberlo pensado hasta el cansancio, lo único que quería era verlo a él. Se había pasado las noches llorando, odiándose a sí misma por ser tan débil. Se suponía que ella era una ninja, no debía pedir cosas tan banales como un título a su relación, no debía llorar en misiones por un idiota, pero lo hacía. Aún seguía pensando y sintiendo igual, aún quería poder gritarle a todo el mundo que salía con Shikamaru, pero si para estar junto a él tenía que dejar de lado sus deseos lo haría, porque solo en él encontraba su fortaleza y porque durante este tiempo había aprendido que se volvía una inútil sin él.

Sin reparar en la hora golpeó la puerta de madera fuertemente, al igual que siempre Yoshino abrió la puerta y aunque tenía su sonrisa habitual pareció sorprendida de ver a la rubia –¡Ino! –Dijo a modo de saludo y le indicó que pasara a su casa –Shikamaru salió a hacer una diligencias, no quiso decirme a dónde iba pero seguro que no se tarda, sabe muy bien que no tolero que llegue tarde a cenar –Ino la siguió por la casa hasta llegar a la cocina –Toma asiento, te quedaras a cenar, ¿verdad?

–Gracias, pero no quiero importunar… –Comenzaba a sentir que haber ido a su casa no había sido una buena idea.
–Nada de eso, tú siempre eres bienvenida aquí –Aseguró la madre de Shikamaru –¿Has estado de misión?
–Sí, acabo de llegar… fueron tres largas semanas –Explicó la joven.
–Ojala a Shikamaru le hubiesen dado una misión de ese estilo –Ino la miró sorprendida, por lo general las madres no deseaban esas cosas –No me malinterpretes, es que Shikamaru ha estado raro estas últimas semanas… ¿Sabes? Creo que tiene novia, o la tenía, no sé…

Ino no supo que decir o qué preguntar. Suponía que era por ella, quería creer que era por ella pero tranquilamente podía ser por otra. Igual decidió no darle muchas vueltas al asunto, ya estaba suficientemente nerviosa como para agregarle más cosas.

Pronto la mesa estuvo lista y la cena servida. Shikaku y Yoshino se sentaron junto a ella, pero del menor de los Nara no había ni rastros. Su madre despotricaba sobre lo irresponsable que se había vuelto éste y Shikaku trataba de defenderlo aunque Ino estaba segura que después lo regañaría. La rubia se sentía incómoda, no era que se llevase mal con los padres del moreno, de hecho eran amigos de la familia, pero ella había venido a verlo a él y ahora su presencia parecía inútil.

A mitad de la cena, la cual transcurría en completo silencio, la puerta de la entrada se abrió y se cerró de un portazo, inmediatamente Yoshino se levantó de la mesa y salió en busca de su hijo. Los gritos no tardaron en llegar a la cocina. Shikamaru siempre se había quejado de lo molesta y mandona que era su madre, o problemática como él le decía, pero Ino nunca le había creído, ahora comprendía a lo que se refería.

–¡Y ahora ve y lávate las manos, que tenemos visitas! –Gritó finalmente Yoshino. Ino se removió inquieta en su lugar, su coraje se estaba esfumando.
–Sí... sí… –Contestó Shikamaru con la misma voz monótona de siempre.
–¡Con un sí basta! –Gritó Yoshino –¡Y ahora apresúrate, Ino vino a verte a ti no a tu padre y a mí!

Dos segundos después Shikamaru estaba parado frente a ella. Ino lo miró expectante, tal vez él no quería verla después de todo, en teoría, la última vez que se habían visto ella había terminado su relación. Ninguno de los dos atinó a decir algo, a su lado los padres de él los miraban intrigados.

–Shika… –Comenzó a decir Ino pero se calló cuando el moreno la tomó bruscamente del brazo y la hizo pararse –¿Shikamaru? –Preguntó nerviosa.

Pero él no dijo nada, simplemente la guió por la casa hasta llegar a la puerta trasera. Caminaron por el jardín trasero, cruzaron la línea final de la casa de él y se internaron en el bosque del Clan Nara. Ino solo lo conocía por las pocas cosas que Shikamaru le había contado de él, pero en la práctica nunca había estado en ese bosque y se sorprendió bastante ante la belleza del lugar.

Intentó preguntarle a dónde se dirigían o qué demonios hacían, pero Shikamaru la ignoraba, simplemente la arrastraba entre los árboles, hasta que después de bastante tiempo se detuvo.

–Ino… –Shikamaru se movía nervioso y ella estaba segura que se moría por fumar un cigarrillo, pero sabía que él no fumaba en ese bosque.
–No me importa –Soltó Ino –Lo pensé y lo pensé, y no me importa… Si no quieres prometerme nada, si no puedes pedirme nada no me importa, porque yo por sobre todas las cosas no quiero estar lejos de ti… –Lo había dicho, había eliminado aquello que la había torturado durante su misión, solo esperaba que no fuese demasiado tarde.
–Mira que eres problemática… –Se rió Shikamaru –Llevo tres semanas dándole vueltas al asunto y cuando me decido y voy a buscarte a la puerta de la Aldea, tú te me adelantas –Acomodó un mechón de cabello de la rubia detrás de su oreja y se acercó a ella con claras intenciones de besarla.
–¡Espera! –Lo detuvo Ino –¿Estás diciendo que ibas a pedirme que fuese tu novia?
–Por más problemático que eso sea… Sí, iba a pedírtelo –Admitió él –Pero como ya me dijiste que no te importaba…

El golpe no tardó en llegar. El ánimo de Ino no era para bromas y tonterías, luego de esa extensa misión y de estar tanto tiempo lejos de él sus sentimientos estaban alborotados y sus reacciones podían no ser muy buenas.

–Estoy esperando –Dijo impaciente. El Nara la miró con fastidio.
–¿Tengo que preguntarlo? Es una ridiculez, tú ya sabes… No es necesario… –Comenzó a quejarse.
–¡Shikamaru Nara, juro que si no me pides en este preciso instante que sea tu novia, te golpearé tan duro que no podrás tener hijos! –Shikamaru llevó instintivamente las manos a su entrepierna, sabía por experiencia que las amenazas de Ino solían cumplirse –¡Estoy esperando!
–¡Ya va problemática, ya va! –Ino abrió su boca para volver a gritar pero Shikamaru la silenció colocando dos de sus dedos sobre sus labios –Ino… –La rubia lo miró expectante, con un brillo en sus ojos que el Nara nunca antes había visto.

Verla así, tan natural, tan ella… Tan hermosa, le hizo reconfirmar una vez más su decisión. Cierto era que él no sabía qué ocurriría al día siguiente, cierto era que tampoco podía prometerle un para siempre, pero sí podía prometerle intentarlo. Podía prometerle intentar sobrevivir, intentar estar siempre a su lado… Y eso haría porque, por más problemático que fuese, él no era nada sin ella a su lado, nada tenía el mismo sentido y el mismo sabor si Ino no lo condimentaba.

–Ino… –Volvió a susurrar, los ojos celestes de ella se clavaron en los marrones de él –¿Quieres ser mi problemática novia?

E Ino no aguardó ni un segundo más… Se lanzó a él con todo el amor que sentía, besó sus labios deseosa de robarle todo su aliento, acarició su cuerpo queriendo memorizar cada línea de él y le entregó hasta el último centímetro de su alma.



Shikamaru abrazaba a Ino. Él recostado sobre un árbol y ella sobre el pecho desnudo del Nara. La respiración, luego de un largo rato, se había regularizado, pero las mejillas de ambos aún mostraban un delicado sonrojo. La campera de él tapaba el casi desnudo cuerpo de la chica, y el reflejo de la luna iluminaba tenuemente las delicadas facciones de Ino.

–¿Sabes? –Preguntó Shikamaru rompiendo el silencio –Aún no me has dado tu problemática respuesta…
–Para ser un genio eres bastante limitado –Bromeó ella –Si las acciones no te lo dejaron en claro… Sí, quiero ser tu novia.

Shikamaru besó la frente de ella y la abrazó más fuerte. La sensación de tenerla entre sus brazos lo hacía sentirse como el suertudo n° 1 de Konoha. Y por más problemático que fuese le prometió, no solo a ella, sino a sí mismo también, intentar… Luchar… Y esforzarse por conseguir todos los días un nuevo mañana.

Incorrecto

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

Anime: Naruto - Personajes: Kakashi y Kurenai

Sumary:  Ahora, en la oscuridad de su habitación, romperían todas las barreras, lastimarían a aquel que tanto querían, violarían una confianza que se les había otorgado y destruirían todo rastro de amistad.
 

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Incorrecto
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La habitación estaba cargada de una densa necesidad, solo se escuchaba la respiración errática de aquella pareja y de vez en cuando algún gemido que lograba escaparse de las bocas de los amantes. Las luces apagadas, como queriendo evitar ver lo obvio. Aquello estaba mal, lo había estado la noche anterior y lo estaría al amanecer. Había sido incorrecto darse aquel inocente beso y había estado mal que ella lo invitase a su casa.

Eran adultos, sabían las reglas del juego, sabían discernir lo que estaba bien y lo que no, sabían las consecuencias de sus actos y sabían a quién estaban traicionando. No importaba que él ya no estuviese con ellos, no importaba si ahora ella era libre, nada de eso importaba, porque Asuma había sido su amigo, y la mujer de un amigo no se desea. Pero Kakashi parecía no poder controlar sus instintos, parecía no ser capaz de detener todo aquello.

Kurenai llevó sus manos temblorosas al cierre del chaleco de él y poco a poco comenzó a abrirlo. Se sentía tan extraña, le dolía en el alma hacer eso, pero la necesidad era tal. No era solo sexo, no era lujuria, era la debilidad golpeando su puerta, era el querer sentirse querida, el saberse deseada, el sentirse segura en los brazos de alguien querido. Y eso había sido Kakashi siempre, un amigo, uno de los mejores amigos de Asuma, su pareja, pero ahora él no estaba y ella se sentía tan mal, tan sola y triste. Necesitaba sentirse mujer una vez más, necesitaba volver a experimentar todas esas cosas que el hacer el amor te producen. Y aunque lo quisiera negar, las cosas habían cambiado.

Ya no veía al ninja copia como un simple amigo, ya no reaccionaba a sus sonrisas de la misma manera. Su corazón se descompensaba y su cuerpo la traicionaba. Había más que amistad en sus miradas y mucho más que cariño en sus abrazos. Y todo había comenzado en la fiesta de fin de año.

Al igual que todos los años se había celebrado una fiesta por el fin de un año y el inicio del otro. Kurenai no había querido asistir, para empezar no se sentía con ánimos y después no tenía alguien que cuidase al pequeño Asuma. Pero sus compañeros de trabajo no la dejaron desistir, así que había asistido obligada. 

El lugar de encuentro estaba lleno de Jounin y chunin, y a lo largo de toda la noche ella se sintió bastante bien, pero cuando comenzó el conteo sintió su corazón detenerse.

10…. Asuma había muerto.
9… Ya no volvería.
8… Recordó a su bebé, lo único que le había dejado Asuma, su tesoro más valioso.
7… Pensó en cómo todos los días regaba sus flores pensando en él.
6… Seguía estando sola.
5… Lo extrañaba tanto.
4… Lo necesitaba tanto.
3… Kakashi se acercó a ella y le sonrió.
2… Kakashi movió sus cejas sugestivamente.
1… Kurenai se rindió ante la soledad.
0… Kakashi probó los labios de Kurenai por unos efímeros segundos.

Así había comenzado todo, con un simple besó, con la simple unión de sus labios. Luego de eso habían sido más atentos el uno con el otro. Kakashi se había demostrado más complaciente ante sus necesidades y ella, que ya no soportaba más, se entregó a la rutina, dejó a su imaginación volar y permitió a su corazón volver a sentir.

Sabían y comprendían que una persona no guardaría el luto de por vida, y eran conscientes de que no había nada de malo en que Kurenai intentase seguir adelante, pero no con él, no con Kakashi, no con el que había sido el mejor amigo de Asuma. Estaba mal, simplemente era incorrecto. Pero no podían evitarlo.

Habían estado luchando bastante contra ello. De aquel inocente beso habían pasado ya dos largos meses, entre los cuales se robaron más besos, algunas caricias y algunos sentimientos. Habían dejado que la pasión se apropiase de varias situaciones, pero nunca habían llegado tan lejos. Ahora, en la oscuridad de su habitación, y sin ninguna misión de por medio ya no había nada que pudiese detenerlos. Romperían todas las barreras, lastimarían a aquel que tanto querían, violarían una confianza que se les había otorgado y destruirían todo rastro de amistad.

Ya no tenían excusas, ya no podrían culpar al sake, a un momento de debilidad o a una misión. Ahora eran ellos los que se habían buscados, los que se habían insinuado y los que habían querido llegar a esta situación.

–Kakashi… –Susurró Kurenai casi sin aliento cuando él comenzó a desvestirla.
–Puedo parar si quieres –Pero dudaba que ella quisiera y dudaba se capaz de hacerlo, de detenerse.

No dijo nada, pues si lo hacía tendría que decirle que se detuviese, no porque así lo quisiese sino porque eso era lo que correspondía. Pero le dio una respuesta, quitó las manos de él y fue ella la que siguió desvistiéndose, solo para él, al igual que un día lo había hecho para Asuma.

El calor en la habitación cada vez era más insoportable, la ropa más estorbosa y el silencio más excitante. Sus mentes se estaban descontentando y se estaban entregando enteramente a sus sentidos. Ya no había vueltas atrás, ya no se disculparían, solo actuaría.

Kakashi la observó, un delicado conjunto de lencería negra cubría únicamente su cuerpo. Siempre había sabido que era hermosa, sensual, atractiva, provocativa, pero tenerla así, en ese momento le hacía perder la razón, Kurenai era simplemente perfecta. Quería hacerla suya, aunque ya hubiese sido de otro, quería marcarla como suya. Dejó que ella le quitase su ropa, dejando completamente expuesto y luego volvió a besarla. Con la misma o incluso más pasión que antes, desesperado por poder poseerla, por demostrarle hasta donde habían llegado sus sentimientos, quería que supiese que no era una aventura, que no era simplemente sexo, que por más que estuviese mal él sentía, él quería.

Kurenai lo miró, sus ojos rojos ardían de pasión. Recorrió con ellos todo el cuerpo de él, observó cómo sus músculos se tensaban, delineó con sus dedos su torneado torso, se deleitó con el paisaje. El tiempo se detuvo, él se posicionó sobre ella, se colocó entre sus piernas, la miró una vez más y cuando estuvo a punto de penetrarla, un llanto rompió el silencio.

–¡Asuma! –Gritó Kurenai. Lo apartó de encima suyo y se levantó de la cama.

Se vistió apresuradamente y corrió hasta el cuarto de su bebé, el pequeño Asuma. El niño lloraba dentro de su cuna y se removía inquieto. Kurenai lo cargó en sus brazos y lo meció hasta que el llanto disminuyó. Besó su frente y comenzó a cantarle una canción, poco a poco los ojitos fueron cerrándosele y se durmió. Volvió a acostarlo en su cuna y luego de asegurarse de que no se despertarse volvió a su cuarto. Debía enfrentar la realidad.

Kakashi se había vestido, supuso que esa noche no sería la noche. Y ahora comenzaba a preguntarse si habría noche. Él quería, estaba seguro de que ella también quería, pero no sabía si el destino quería que aquello sucediese. Ya no le importaba que estuviese mal, ya no podía reprimir sus necesidades, estaba siendo egoísta pero quería sentirla.

–Lo siento… –Murmuró Kurenai sentándose a su lado en la cama –Lo siento por todo, yo… yo…
–Entiendo –Siempre era lo mismo, luego de dejarse arrastrar por los sentidos, se disculpaban, pero hoy él no lo haría –No te preocupes, ya habrá otra oportunidad –Ella lo miró sorprendida –Si es lo que quieres, claro.
–Yo, yo… No lo sé, hace segundos estaba segura, pero ahora pienso en él, esto no está bien, lo estoy traicionando… ¿Tú quieres que pase? –Sabía que su respuesta no era lo que él quería escuchar y sabía que no debía preguntar aquello porque él no respondería, pero de todos modos lo hizo.
–Se me hace tarde, debo irme… Esperaré tu llamado –Remarcó lo último, quería volver a verla, quería volver a sentirla como minutos antes –Nos vemos –Besó sus labios una vez más y luego salió de su habitación y de su casa, dejándola completamente sola.



Se debatía entre ir a buscarlo y no. Sabía que esta vez no habría vuelta atrás y no lo habría porque ella así lo había querido. Acaba de volver de una misión, Asuma estaba siendo cuidado por Ino, ella no la esperaba hasta el día siguiente. Se había bañado y arreglado. Desde aquel día en el que casi se entrega enteramente a él había pasado una semana, solo una semana y ya se estaba volviendo loca. Su cuerpo le pedía a gritos que terminara con todo de una buena vez, pero su mente aún le jugaba malas pasadas.

Luego de que esa noche él se fuera Kurenai había sido asaltada por la culpa, una horrible sensación la había embargado y no había podido evitar llorar. Asuma, una y otra vez volvía a sus pensamientos, a pesar de que ya no estuviese, ella lo amaba, lloraba por él todos los días, lo recordaba a cada momento, lo sentía vivo en los ojos de su hijo. Él no estaba, él no volvería pero ella quería seguir siéndole fiel, pero estaba fallando, cada vez que besaba los labios de su mejor amigo, cada vez que se encendía con las caricias de éste, lo estaba traicionando.

Sin embargo a lo largo de esa semana también se había convencido de que lo suyo con Kakashi no estaba tan mal, había llegado a la conclusión que Asuma lo entendería, de que él querría que ella fuese feliz, y aunque eso no fuese posible, pues sin él nunca lo sería, al menos querría que se sintiese bien, que se sintiese protegida, querida, deseada, que se sintiese mujer. Pero ahora, ya no sabía. Ahora tenía dudas, nuevamente la incertidumbre la volvía a acechar…

Cuando se dio cuenta ya se encontraba en el bar donde lo había visto mientras regresaba a su casa de la misión. Entró, obteniendo varias miradas, y se acercó a él. Su cuerpo se movía solo, no le daba tiempo a que pensara las cosas, a que decidiese qué era lo que quería hacer. Kakashi la miró sorprendido, no la esperaba ver en ese lugar y a esas horas, sin embargo estaba contento. Le agradaba que lo hubiese ido a buscar, solo esperaba que las cosas no terminasen como la última vez.

–Kakashi… –El aludido se levantó de la silla en la que estaba sentado, saludó a Genma, con quien estaba en la mesa, y se encaminó fuera del local seguido por Kurenai.
–¿Estas segura? –Pero no obtuvo respuesta, no al menos una verbal.

Ella tomó su mano y lo guió por las calles de Konoha hasta llegar a su casa. Una vez dentro de ella se liberó de toda culpa y de todo remordimiento y empezó algo que muchas veces había querido terminar. Besó con pasión sus labios, mordiéndolos en ocasiones, enredó sus dedos en sus cabellos, recorrió su pecho con sus manos.

Kakashi respondía a cada caricia, estaba sorprendido, no esperaba que ella fuese tan efusiva, tan dominante y tan malditamente sensual. Lo tenía completamente entregado, rendido a sus pies, lo había hecho olvidarse de todo, de sus ideales, de sus pensamientos, de todo. Lo había hecho traicionar a su amigo, con cada beso, con cada mirada, con cada caricia… Había traicionado a Asuma, de hecho, estaba traicionando a Asuma, pero ya no le importaba. Porque todo lo que ella producía en él era más fuerte.

Entre jadeos y besos fueron hasta el living de ella, esta vez la prisa no los dejo llegar hasta la recamara, con ansias se fueron desvistiendo, quitándose aquellas molestas prendas que les impedían sentir plenamente, ya no podían más. La excitación los comía, los obligaba a traspasar todo límite, toda barrera.

La recostó el en sofá y con todo el cuidado del mundo la penetró. Traicionando hasta la última esperanza de su amigo, amó a su mujer, tocó a su mujer, deseó a su mujer, gozó con su mujer. Se movió dentro de ella hasta que ambos llegaron al final. Se liberó de toda aquella energía que venía acumulando y besó sus labios con desesperación.

Permanecieron recostados un largo rato, desnudos, sudados… La respiración de ambos fue poco a poco regulándose, pero sus cuerpos nunca se sintieron iguales. Se habían entregado al placer, a una sensación increíble, completamente fascinante y de otro mundo, pero ahora habían caído en la realidad. Por algo no habían consumado aquello el primer día, luego de ese beso, por algo siempre se arrepentían al último minuto. Y era por eso, por lo que ahora Kurenai lloraba y Kakashi se lamentaba.

No iban a mentir y decir que no había sentimientos, porque los había, pero eran de amistad, como siempre habían sido. Habían mezclado las cosas, se habían confundido. Habían dejado que la lujuria se apoderase de ellos y habían jugado a amarse para perdonarse la infidelidad. Pero habían fallado, porque ahora, después de esa tan anhelada liberación, sus corazones dolían y la culpa los torturaba. Asuma… Habían traicionado su confianza, Kurenai se había acostado con su mejor amigo y Kakashi había deseado y poseído a la mujer de un camarada. Ya no había vuelta atrás…

–Por favor… –Pidió entre sollozos –por favor déjame sola…
–Kurenai… –La llamó él, quería verla a los ojos, pero ella no reaccionaba, solo lloraba –Me quedo, me quedo hasta asegurarme que este bien, es lo mínimo que puedo hacer por él…

Ella asintió y así se quedaron, abrazados, sufriendo las penas de sus consecuencias, sufriendo el dolor que conllevaba el entregarse a la pasión, el perder la racionalidad y dejarse guiar por los deseos carnales, sintiendo el amargo sabor a la traición… Sufriendo las consecuencias.