viernes, 5 de noviembre de 2010

No hacían falta títulos - Capitulo 5 "Meses"

Disclaimer. Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata.

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.


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No hacían falta títulos
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Capitulo 5 : Meses
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Inuzuka Kiba, si te otorgo esta misión a ti es porque considero que eres uno de los más aptos para ella, ¿tienes alguna objeción? –Kiba miró a la Hokage y negó con la cabeza. No le agradaba aquello, o al menos no del todo, pero ella era la quinto y era de temer.
¿Quiénes serán mis compañeros en la misión? –Preguntó ya resignado, después de todo era una misión, era su trabajo y él nunca había flanqueado ante el.
-Toda la información que necesites está en el sobre que te di, lee atentamente las indicaciones –Kiba asintió y luego se marchó del despacho de Tsunade.

Kiba seguía recordando esa conversación que había sostenido con la Hokage esa mañana. Cuando su madre lo había despertado anunciándole que Tsunade lo había mandado a llamar se había entusiasmado. Tener una misión siempre era gratificante, aun cuando tuviese que pasar tiempo lejos de Hinata, la sensación de hacer algo valioso para la aldea siempre lo entusiasmaba. Con ese pensamiento positivo había ido hasta la torre de Konoha, pero todo se había esfumado cuando Tsunade, a grandes rasgos, le describió la misión.

No tenía miedo, nunca lo había tenido y no comenzaría ahora. Y si consideraba la importancia de esa misión se tendría que sentir eufórico, completamente emocionado y halagado porque tal misión hubiese sido designada a él, más aún tendría que estar completamente agradecido. No había reconocimiento mayor, creía él, que el de ser mandados a misiones de rango S y encima ser el líder, como este era el caso. Sí, tendría que sentir todo eso, tendría que estar contento, entusiasmado, pero no lo estaba.

Tal vez en otro momento de su vida, o en otro momento en general se hubiese sentido como debía. Pero ahora, con las cosas como estaban, con las nuevas cosas que había en su vida, se encontraba un poco confundido. Sólo un nombre, sólo una persona lo volvía loco, loco al límite de entristecerse por tener una misión tan importante. Hinata… No quería dejarla sola, no quería estar tanto tiempo separado de ella…

Era mucho tiempo, demasiado, más del que él creía poder soportar. ¿Qué diría Hinata? ¿Qué haría ella? Estaba seguro que la suerte y el destino no estaban de su lado. Porque ese día, justo ese día, él la había invitado a una cita oficial, una cita oficial donde él se dejaría de juegos y haría la pregunta que hacía mucho tendría que haber hecho. Le pediría que fuese su novia, no era mucho, pero más de lo que ya tenían. Kiba se había cansado de ocultar lo suyo, se había cansado de tener que fingir frente a los demás… Se había decido, pero eso ya no tenía sentido.

Sus planes se habían esfumado, no podía pedirle aquello, simplemente sería egoísta. ¿Cómo podía pedirle que fuese su novia si él se iría por tanto tiempo? Kiba sabía que esa misión sería extremadamente larga y, aunque él estuviese seguro de sí mismo, también sabía que era extremadamente peligrosa. Entonces, ¿cómo podía pedirle eso cuando él se iría y tal vez no volviese? Simplemente era egoísta. Él no podía hacer eso, aún cuando fuese lo que más quería, no quería atar a Hinata a él, no de esa forma.

–¡Kiba! –Gritó Hana al entrar a su cuarto –¡Levántate y ponte a hacer algo! –Pero pronto se calló al ver el estado de su hermano pequeño –¿Te encuentras bien?
–¿Eh? Sí, claro que estoy bien, estoy mejor que bien –Mintió tras una sonrisa –Me voy de misión en dos días y no te veré por mucho tiempo –Bromeó.
–¿Cuánto tiempo? –Preguntó con la voz suave, ella conocía a Kiba, lo conocía demasiado bien como para saber cuándo algo se ocultaba tras sus sonrisas y sus bromas.
–Meses… Quien sabe con exactitud, yo calculo siete como mínimo y hay que considerar la posibilidad de que no regrese, pero que sé yo… Para esto sirve Shikamaru –Los ojos de Hana se abrieron como platos, pero luego se tranquilizó, esta era la vida que ellos habían elegido.
–Ya veo… ¿Y qué haces tirado en tu cama? ¿Por qué no estas saltando como loco? ¿No eres tú el que siempre dice que las misiones difíciles son las mejores recompensas? –Preguntó mientras se sentaba junto a su hermano, en la cama.
–¡Quería descansar! –Se excusó Kiba –Pero veo que es imposible, así que iré a preparar algunas cosas…

Se levantó de la cama y tomando su mochila salió de su habitación. Esperaba que Hana no se hubiese dado cuenta de mucho. No quería tener que lidiar con nada más. Se despidió de su madre que estaba limpiando la cocina y salió de su casa. Fuera el aire fresco golpeó contra su cara y se sintió un poco, pero solo un poco, más relajado. Tenía que empezar a organizar todo, y aunque no le gustase la idea de pedir ayuda, si quería ser un buen líder tendría que hacerlo. Por eso comenzó a caminar rumbo a la casa del Nara.

No se lo iba a decir a su amigo, pero le hubiese gustado que él formase parte del equipo. Sabía que Shikamaru no poseía las cualidades que se requerían para esa misión en especial, y que por tanto no sería muy útil, pero tener un amigo cerca siempre lo ayudaba a serenarse. No que se llevase mal con el resto del equipo que le había sido asignado, de hecho era todo lo contrario, pero igual le hubiese gustado que Shikamaru lo acompañase.

Volvió a repasar mentalmente la lista que le había dado Tsunade. Primero estaba Ino, esa decisión no lo sorprendió, el clan Yamanaka se especializaba en técnicas que servían para la recopilación de información y para la interrogación de personas. Ino sería de mucha ayuda, sin mencionar su ninjutsu médico. Después estaba Ko, estaba claro que un Hyuuga iría a esa misión, el Byakugan serviría de mucho. Por suerte no había sido Hinata, por mucho que la quisiera cerca, no hubiese querido que se tenga que exponer a tal peligro. Luego estaba Genma, no hacía falta que mencionase sus habilidades en ataque. Yugao Uzuki, a ella no la conocía muy bien, solo habían compartido una misión juntos y prácticamente no habían hablado, lo único que sabía de ella era que pertenecía al escuadrón de rastreo de ANBU, así que también comprendía por qué le habían convocado a esa misión.

–¡Kiba! –Lo saludó Shikamaru una vez que llegó a su casa –¿Qué te trae por aquí?
–¡Hola Shikamaru! –De pronto Kiba comenzó a sentirse tonto, odiaba tener que pedir ayuda, pero esta vez más que ayuda eran consejos y estaba seguro que eso era lo que tenía que hacer –Necesito hablar contigo de algunas cosas… –El Nara lo invitó a pasar a su casa y juntos caminaron hasta la sala donde Shikamaru solía jugar al shogi, una vez ahí, ambos se sentaron en el piso.
–¿No me iras a pedir consejos sobre las mujeres, verdad? Sabes que opino de ellas, son todas unas problemáticas… –Bromeó Shikamaru, pero en seguida se calló al ver la expresión del Inuzuka. Algo iba mal, Kiba nunca estaba tan serio.
–Mira esto… –Kiba le entregó el sobre que le había dado Tsunade.

Shikamaru abrió el documento y leyó atentamente.

A Kiba Inuzuka:

Adjunto a esta breve carta se encontrarán todos los datos de utilidad e información para llevar a cabo la misión para la que fue solicitado.

Rango de la misión: S (A saberse que es de vital importancia que esta misión sea exitosa, sin importar consecuencias o bajas en el equipo)

Composición del equipo: Inuzuka Kiba -Jounin- (líder de la misión y encargado del desempeño de los demás integrantes), Yamanaka Ino -Jounin-, Shiranui Genma -Jounin-, Hyuuga Ko -Jounin- y Yugao Uzuki -ANBU.

Objetivo: La misión a desarrollarse, en el país del agua, más específicamente en la Aldea de la Niebla, constituye en realizar una tarea de rastreo, reconocimiento del lugar, recopilación de información, emboscada y exterminación de KabutoYakushi. Según información recopilada, conserva intenciones de atacar la Aldea de la Hoja y destruirla definitivamente, como era el plan de su maestro, sin mencionar que continua con los experimentos que alguna vez había realizado Orochimaru. Los datos de que se encuentra en el país del agua tienen gran solidez, pero no se descarta que este en constante movimiento y que el rastreo que tengan que realizar sea por un perímetro mayor al del país.
Debe comprenderse que esta misión es de crucial importancia para la aldea y todos sus habitantes.
De mi mayor consideración.

Atte.

Tsunade

Hokage

Shikamaru guardó la carta en el sobre y cerró los ojos. A su lado Kiba se movía impaciente, sabía que Shikamaru era un vago, ¿pero hasta tal punto? Y entonces se dio cuenta, entonces comprendió. Había cometido un error, había pasado por alto una cosa. Ino. Shikamaru y ella salían, eran novios. Probablemente, a juzgar por la cara de su amigo y por su buen humor inicial, el Nara no sabía que ella había sido asignada a la misión. No lo había sabido hasta que él le dio el sobre con los datos.

–Lo siento Shikamaru, no me di cuenta –Intentó explicarse Kiba.
–Supongo que me habría enterado tarde o temprano –Dijo sin mucha emoción. Parecía triste pero Kiba no lo podía asegurar, después de todo Shikamaru rara vez expresaba alguna emoción, su cara simplemente siempre expresaba aburrimiento.
–¿Estás bien? ¿Estás enojado con Ino? –No sabía qué decir y qué pensar.
–¿La cuidaras? ¿La cuidarías por mí? –Le preguntó Shikamaru sin darle importancia a las preguntas de Kiba –Yo prometo cuidar a Hinata mientras tú no estés, pero por favor cuida a Ino –Murmuró –Vuelve vivo con ella, ¿lo harás?

Kiba se quedó mirando a su amigo. Si él se sentía mal con esa misión, no quería ni imaginar cómo se encontraba el Nara. Quería prometer que lo haría, que volvería con vida y que junto a él volvería Ino, pero la verdad es que no podía, no podía prometerle eso a Shikamaru, no podía prometérselo a Hinata, ni a su madre o a su hermana. No podía prometerlo, solo podía prometer que daría todo de si por proteger a sus camaradas, como Shino solía decirles, y porque todos volviesen con vida.

–Haré todo lo que este en mis manos, lo prometo –Dijo serio, más serio de lo que Shikamaru lo había visto en su vida.
–Gracias, cuida de ella pero no le digas que te lo pedí, eso sería demasiado problemático, ya me la imagino fastidiándome por eso… ¡Problemática!
– Jaja, de acuerdo, pero si quiero aumentar las probabilidades de éxito necesito que me ayudes, tengo algunas ideas sobre estrategias y he sacado algunos porcentajes, pero tú eres mejor que yo en eso… ¿Me ayudas?

El Nara asintió y escuchó atento a todo lo que Kiba decía. Así se pasaron el día, planeando estrategias, previendo posibles conflictos y emboscadas, sacando porcentajes de probabilidad de éxito, buscando las mejores posiciones, los mejores ataques, las ventajas y desventajas de cada miembro, el tiempo que aproximadamente le llevaría la misión y otras cosas más.

Finalmente, a las siete de la tarde, Kiba se despidió de Shikamaru. Volvieron a repetir sus promesas y se estrecharon las manos. Kiba seguía preocupado y confundido, pero al menos ahora tenía más definido cuál sería su plan y tenía, también, varias estrategias estudiadas para las distintas dificultades que se le pudiesen presentar.

Llegó a su casa y en ese instante supo que las cosas no iban nada bien. Sentada en el sillón del living se encontraba su mamá, una taza de té estaba hecha añicos en el piso, la alfombra estaba manchada y Akamaru ladraba. Todo eso se veía mal, pero lo peor de todo, lo que le confirmaba que todo estaba realmente mal era que Tsume, su madre, estaba llorando.

Se acercó a ella lentamente, con la mirada buscaba a su hermana. ¿qué demonios había sucedido? ¿Qué le había dicho Hana? Akamaru rápidamente dejó de ladrar y se fue a su lado, Kiba acarició su lomo, simplemente no entendía nada.

–¿Qué pasa mamá? –Preguntó rascándose la nuca, no sabía cómo comportarse, su madre nunca se mostraba tan débil, tan vulnerable.
–¿Cuándo te vas? –Se secó las lágrimas y lo miró a los ojos –¿Cuándo te vas?
–Pasado mañana a primera hora –Le contestó, ella soltó algunas lágrimas más y luego lo abrazó –¡Mamá me estas asfixiando!
–¿No puedes rechazar la misión? –Kiba se alejó de ella y la miró a los ojos.
–¿Me preguntas en serio? –No lo podía creer, su madre era una ninja como él, ella sabía que su vida era para la aldea, que su objetivo era protegerla, sea cual sea la misión o las consecuencias, su vida era eso –¡¿Mamá te vas a volver una miedosa como papá? –Ante esas palabras su madre pareció reaccionar.
–Lo siento… –Se disculpó –Procura volver sano, prométeme que te esforzaras al máximos por regresar.
–Lo prometo mamá… –Dijo con voz cansina, ya no quería prometer nada más –Tengo muchas cosas por las que quiero regresar, así que no te preocupes –Su madre sonrió y volvió a abrazarlo.

Una vez que su madre se tranquilizó y que Hana hizo acto de presencia, Kiba se escabulló a su cuarto. El día no terminaba, aún tenía que hacer algo, lo más importante de todo quizás. El día anterior le había pedido una cita a Hinata, y ella había aceptado. No quería volver a pensar en cuáles habían sido sus planes para esa cita, porque esos ya se habían arruinado. Ahora tenía que despedirse, tenía que decir muchas cosas que no quería, pero era por su bien, era lo mejor para ella.

Se dio una ducha rápida ya que con el ataque de nervios de su madre había perdido mucho tiempo, se arregló lo mejor que pudo, se vistió con una yukata negra con un obi gris y sandalias de madera, inclusive se peinó un poco y salió, ignorando las preguntas de su madre y de su hermana, nuevamente a las calles de Konoha. Mientras caminaba pensaba en qué le diría exactamente a Hinata. Nada de lo que él había previsto serviría, nada.

Caminó hasta la entrada a los terrenos del Clan Hyuuga. En esos momentos, en vez de estar por hacer lo que iba a hacer, le gustaría estar en el bosque, entrenando junto a Akamaru, corriendo sin sentido, sin destino. Pero la realidad era otra, estaba solo, tenía un destino y un sentido. Debía hablar con Hinata, ella se lo merecía. Se adentró en los terrenos y caminó hasta llegar a la casa de Hinata. Golpeó la puerta y esperó a que alguien le abriese. Si la situación fuese distinta no le hubiese molestado que cualquiera de la familia de ella fuese el que lo hiciera, pero como iban las cosas, realmente deseaba que fuese la misma Hinata quien lo recibiese.

–Kiba –Susurró cuando abrió la puerta.

Se acercó y depositó un suave beso en sus labios, pero el castaño simplemente no reaccionó. Hinata estaba hermosa, nunca la había visto así, y aun cuando él sabía que tan bella era, y aun cuando él conocía a la perfección todos sus rasgos y sabía que Hinata era simplemente preciosa, no pudo evitar asombrarse. Estaba muy distinta, no vestía sus habituales ropas, no llevaba su holgada campera… Hinata lucía un hermoso kimono de seda. Blanco como sus ojos y estampado con algunas mariposas negras y algunos ramilletes de flores carmesí. Un obi negro marcaba su estrecha cintura y una flor adornaba su cabello.

Pero Kiba no era el único sorprendido. Cuando Hinata había aceptado esa cita no sabía que esperar, incluso no sabía qué vestir, pero ahora que miraba a Kiba, arreglado como nunca lo había visto, se sentía más segura, más cómoda y relajada. Sonrió y esperó a que Kiba dijese algo, a que reaccionase, obviamente se sonrojó, la mirada de él la intimidaba, pero a la vez la hacía sonreír. Sí, Hinata sonreía, lo hacía a pesar de todo en lo que había estado pensando esa tarde.

De pronto Kiba tomó su mano y todo cobró sentido. Ahora fue él el que la besó a ella, y aunque el beso fue dulce a Hinata le supo extraño. Pensó que sería por la situación, por la perspectiva de tener una cita formal y por eso lo dejó pasar. Caminaron en silencio por algunos minutos, pensando, volando en su imaginación, disfrutando del momento de paz…

–Estas hermosa –Dijo él finalmente.
–G-Gracias Kiba –Murmuró ella totalmente avergonzada –Tú... Tú t-también estas… estas muy bien –Kiba sonrió y pasando un brazo por su cintura la atrajo más hacia él. La extrañaría tanto.
–¿Vamos a cenar? –Preguntó él rompiendo el momento, aún no quería profundizar mucho, no estaba listo.

Hinata asintió y dejó que él la guiase por las calles de Konoha. Durante el camino platicaron sobre distintas cosas, ninguna realmente importante pensó Kiba, y a su lado Hinata suponía lo mismo. Kiba se esforzaba por sonreír, por olvidar de momento lo que le tendría que decir luego, quería que al menos ella disfrutase una parte de la cita, quería que ella se divirtiese, quería que todo el tiempo que había invertido Hinata en arreglarse valiese la pena. Así, entre palabras amenas y varios besos, llegaron al lugar que había elegido Kiba para la ocasión.

Hinata nunca había estado ahí, Kiba tampoco, pero era de conocimiento popular que ese restaurante era para parejas. Iluminado con velas y con música lenta de fondo, el salón ofrecía un ambiente muy cálido y relajado. Hinata enrojeció violentamente, todo eso era demasiado, nunca había salido de esa forma con un chico, y aunque llevase bastante tiempo junto a Kiba todo eso le resultaba nuevo y extraño. Kiba apretó suavemente su mano y besó fugazmente sus labios antes de que la camarera se acercase a atenderlos.

Se sentaron en una de las mesas más apartadass, lejos de los otros comensales, lejos de la puerta. Se encerraron en su propia burbuja. Kiba siempre sostuvo su mano y siempre la miró a los ojos. Se perdió en ellos más de una vez, pero no se reprochó nada, quería recordarla, quería que la imagen de ella se grabase en su mente, quería poder oír su voz siempre y quería recordar lo bien que olía. Hinata disfrutaba de cada segundo, apreciaba cada gesto de Kiba e intentaba reunir fuerza para decirle todo lo que sentía…

–Vamos a comer algo dulce –Dijo Kiba cuando salieron del restaurante –Conozco una casa de té que hace unos riquísimos rollos de canela, son tus favoritos, ¿verdad? –Preguntó mientras caminaban.
–E-Eh sí, ¿cómo, cómo lo sabes? –Pero Kiba no le respondió, simplemente sonrió y volvió a besar sus labios.

Se perdía con tanta facilidad. Intentaba controlarse pero las necesidades eran mayores, era consciente de que luego todo se acabaría y que tal vez nunca más volvería a besarla y simplemente no podía dejar de hacerlo. Aún la tenía de la mano, aún estaba junto a ella y ya la extrañaba. Le dolía, nunca se había sentido así, pero le dolía demasiado. Aún así siguió forzando una sonrisa y se dedicó a disfrutar de los últimos minutos junto a ella.

Fueron a la casa de té, que al igual que el restaurante era muy elegante y estaba llena de parejas. Había pocos lugares así en la aldea, después de todo sus habitantes eran en su mayoría ninjas y no tenían mucho tiempo para tener citas o salidas románticas, por eso no le extrañó ver a algunas caras conocidas, ¿a dónde más irían? Pero las ignoró, esa noche no quería hablar con nadie más que no fuese Hinata, no quería que nadie le robase ni un minuto a su lado, ni un segundo de su compañía.

Tomaron el té conversando y riendo, era asombroso cómo Hinata lo hacía olvidarse de todo, con sus pequeños sonrojos y su suave tartamudeo él simplemente se sentía en las nubes. Era débil, lo sabía, el amor lo hacía débil, pero en esos momentos muy poco le importaba. La amaba y daría su vida por ella, por eso le provocaba tanto daño tener que alejarse de ella.

–¿Tienes que regresar muy temprano a tu casa? –Le preguntó Kiba cuando salieron de la casa de té –Estaba pensando que podríamos caminar un poco…
–C-Claro Kiba… –Sonrió y tomó su mano.

Algunas farolas alumbraban tenuemente las casi desiertas calles de la aldea. Las estrellas servían como adornos para una noche hermosa, clara y con luna llena. Si él no hubiese recibido esa misión le pediría en ese preciso momento que fuese su novia y le diría lo mucho que la amaba, pero tenía que decirle otras cosas, cosas mucho menos bonitas.

En algún momento de su caminata, entre risas y conversaciones, se desviaron del sendero e ingresaron al bosque. Lo conocían muy bien, miles de veces habían entrenado en él, muchas más beses se habían besado a escondidas detrás de algún árbol. Habían pasado tardes recostados sobre la hierba, tomados de las manos y abrazados.

Todo estaba igual, ellos eran los mismos, pero a la vez todo era tan distinto. Las cosas estaban a punto de dar un giro brusco, ya nada sería igual, inclusive a lo mejor ya ni serían… Ya no quedaría nada…
Kiba se desesperó, el momento se acercaba y no reunía el valor suficiente para contarle todo. Sabía que lo tenía que hacer, no podía simplemente irse, pero en ese instante se sentía mareado, sentía que le faltaba el aire y necesitaba tenerla entre sus brazos. Olvidándose de la delicadeza, del romanticismo y de la dulzura tomó a Hinata por los brazos y la arrinconó contra un árbol.

Las cosas se le estaban escapando de las manos, no controlaba nada, solo sentía. Besaba a Hinata con todo su ser, esperando que ella comprendiese, que ella no dudase, que se diera cuento cuanto la amaba y cuanto le iba a doler lo que le diría minutos después. Enroscó sus manos en su cintura, la acercó aún más contra su cuerpo, no quería espacios de por medio, no quería dejarla…

Hinata apenas si podía seguirle el ritmo, pero se esforzaba por hacerlo, notaba en Kiba la necesidad, la intensidad con la que la besaba, notaba el sentimiento, el amor… ¿Y cómo no hacerlo si ella por dentro también se derretía? Si ella también lloraba por dentro, por un motivo diferente, por supuesto, pero las cosas no estaban saliendo como lo había previsto alguna vez.

Temblando, pero con decisión, llevó sus delicadas manos al obi de él dispuesta a desatarlo. Dispuesta a demostrar su amor una vez más, a plasmar todos sus sentimientos en el acto más intimido y hermoso que ella conocía, pero él la detuvo. Hinata lo miró a los ojos, no pudo evitar sentirse rechazada, no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, no comprendía… ¿Había hecho algo mal? Kiba la abrazó fuertemente y respiró profundamente, aspirando todo su perfume, impregnándose de su aroma… de su esencia.

–Tenemos que hablar… –Dijo él y Hinata se sintió desfallecer –Hay algo que te tengo que decir –No la miraba a los ojos, no podía, le dolía demasiado –Quiero que sepas que no había planeado terminar así esta cita, más bien todo lo contrario… Pero no tengo otra opción –Hinata dejó escapar algunas lágrimas, no comprendí qué sucedía exactamente pero no le gustaba lo que Kiba estaba diciendo ni la expresión de tristeza que tenía su rostro.
–K-Kiba… ¿Qué… Qué s-sucede? –Temblaba levemente, Kiba la podía sentir entre sus brazos.
–Tengo una misión –Comenzó a explicarle, esta vez mirándola a los ojos –Tsunade me informó de ella hoy, es de rango S, estaré fuera por mucho tiempo… –Hizo una pausa y luego continuó explicándole –Meses e incluso tal vez no regrese –Ante esas palabras Hinata dejó escapar un sollozo, no podía ser, Kiba no se podía ir.
– ¿C-Cómo que tal vez no… que tal vez no regreses? –Ella sabía lo que significaba, pero aún así quería asegurarse de no estar equivocándose –Dime, dime que volverás…
–Haré todo lo posible, pero no puedo hacerte esperar, no quiero que me esperes… No es justo para ti –Sintió sus ojos humedecerse pero los ignoró, él no lloraba.
–¡Pero yo… Pero yo q-quiero e-esperarte! –Le aseguró llorando.
–No deberías hacerlo, no puedo garantizarte nada, no deberías perder tu tiempo conmigo –Su corazón le pedía a gritos que dijese lo contrario, pero sabía que eso era lo mejor.
–¿C-Cómo p-puedes d-decir e-eso? –Preguntó con el corazón roto –¡Yo… Yo t-te a-amo! –Kiba soltó la primera lágrima.
–Sabes que yo también te amo –Susurró él –Pero no puedo pedirte nada, no puedo prometerte nada ni asegurarte nada –Como dolía decir aquello.
–¡N-No d-debes p-pedírmelo! –Casi gritó ella –Yo… Yo quiero esperarte, y te esperaré si me lo permites… –Las lágrimas se escapaban de sus perlados ojos y su cuerpo temblaba, pero su voz era firme.
–No sabes lo que dices… ¡Estaré fuera mínimo siete meses! –Gritó él haciendo retroceder a Hinata –¿Me esperaras todo ese tiempo y quizás más? –Le preguntó.

Hinata llorando se acercó a él aún más y lo abrazó con todas sus fuerzas. Lo rodeó con sus pequeños brazos e intentó transmitirle todo lo que sentía. Le dolía el cuerpo, el corazón y literalmente se sentía mareada, así no era como ella se había imaginado esa noche, ella no quería que él se fuese, lo amaba, pero comprendía… Ella entendía, después de todo Hinata también era una ninja y sabía lo que eso conllevaba.

–Te esperaré –Susurró al oído de él –N-No me importa cuánto tardes y no… y no me importa si me pides que no lo haga… Yo te esperaré –Dijo con firmeza y sintió a Kiba rendirse bajo sus brazos.

La miró una vez y se terminó de convencer, él no la merecía, ella era demasiado para él, pero Kiba la amaba, lo hacía con todo su corazón y ya era demasiado tarde, su vida ya dependía de la suya y si Hinata quería esperarlo quién era él para impedírselo. Después de todo eso era lo que él quería, lo que él más anhelaba, quería tener un motivo para regresar, quería tener un lugar al que hacerlo, quería poder volver a sus brazos…

Se fundieron en un beso que nunca terminó, se desdibujó la línea de cada uno y ya no se distinguió dónde terminaba el cuerpo de uno y donde empezaba el del otro. Fueron uno una vez más, se despidieron en cuerpo y alma, se dedicaron a amarse por lo que quedaba de la noche. Ya al otro día cada uno tendría tiempo de pensar y sentir el dolor que la separación les causaba, pero de momento se tenían el uno al otro, se podían saborear, se podían amar… Y eso harían.

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Bueno acá comienza un poco más la trama de la historia...

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No hacían falta títulos - Capitulo 4 "Plenamente viva"

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.

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No hacían falta títulos
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Capítulo 4 :   Plenamente viva
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Volvían caminando en silencio, no lo iban a decir, pero ambos habían extrañado al otro. Si bien hacía ya bastante que estaban saliendo, y si bien ya habían estado separados por motivo de alguna misión eso no lo hacía más fácil. La rutina no hacía que ellos soportasen el tiempo alejados. Kiba la había extrañado, sin ella había momentos del día que simplemente no tenían sentido. ¿Para qué tener una tarde libre si no la podía compartir con ella? Por su parte a Hinata no le sabia igual volver de una misión exitosa junto a Naruto y a Shikamaru, que hacerlo junto él. No era lo mismo, la emoción de sentirse útil no era igual si Kiba no era su compañero.

–Oy Hinata no te enojes pero… –El castaño rascó su nuca en claro signo de nerviosismo.
–¿Qué pasa Kiba? –Preguntó rápidamente ella.
–Shikamaru sabe que tú y yo estamos saliendo –Soltó sin darle muchas vueltas más y esperando ansioso la reacción de Hinata.
–¿T-Te dijo a-algo s-sobre la m-misión? –Kiba la miró sin llegar a comprender del todo, ¿qué tenía que ver la misión de la que acaba de llegar con el hecho de que el Nara supiera de ellos dos? Kiba suponía que su amigo lo había deducido por verlos siempre juntos, y porque él, pese a que a Hinata no le gustaba, la había ido a buscar a la puerta de la aldea.
–¿Pasó algo en la misión? –No podía evitarlo, odiaba que ella fuese sola con dos chicos, y aunque esos chicos fuesen sus amigos no podía controlar los celos.
–E-Esto… N-No K-Kiba… N-No p-pasó n-nada… B-Bueno s-sí… P-Pero no, no es n-nada…–Kiba frunció el ceño, no le gustaba el rumbo de la conversación.
–¿Tiene que ver con Naruto? –Preguntó directamente, rogando porque la respuesta fuese un no.

Hinata alzó la vista y clavo sus perlados ojos en los de él. Dándole la repuesta que él menos quería escuchar. Nuevamente las palabras sobraban entre ellos, pero esta vez para el castaño no era algo bueno, esta vez hubiese deseado no conocerla tan bien, no poder leer con tanta facilidad sus expresiones. Hinata preocupada por la reacción de él se apresuró a tomarlo de las manos y abrazarlo, no era lo que él pensaba, no era nada importante pero para ella era difícil, no podía simplemente hablar sobre ciertos temas con soltura. Le daba pudor, aún cuando no debiera darle, lo hacía. Su rostro se enrojecía y sus manos le sudaban.

–¿Qué pasó con el idiota ese? –Preguntó de mala gana. Odiaba que Naruto apareciera en sus conversaciones.
–N-Nada… É-Él vio, Naruto-Kun v-vio la… La m-marca que tú… Que tú me dejaste antes de… Antes de que me vaya… Y él, él m-me preguntó… Me preguntó quién me la había hecho… –Hinata jugaba con sus dedos, no lo miraba a los ojos, le daba tanta vergüenza hablar de esas cosas –Yo… Yo no, yo no podía c-contestarle… E-Entonces Shikamaru-Kun le dijo que, que era una m-marca de un b-bicho… Que seguro me la había hecho entrenando con Shino-Kun… Eso dijo Shikamaru-Kun –Dijo finalmente y Kiba comenzó a reírse a carcajadas –¿Kiba? ¿Qué es lo gracioso? –No entendía, unos segundos atrás parecía enojado y ahora se reía.
–¡Nada, olvídalo! –Le dijo aún riendo –Vamos a mi casa, mi hermana está trabajando y mamá esta de misión.

Hinata enrojeció y nuevamente comenzó a jugar con sus dedos, nerviosa. Kiba seguía riendo, la verdad a veces el idiota era él. Tenía que comenzar a calmar sus celos o terminaría mal, tenía que empezar a madurar o las cosas con Hinata serían difíciles. No tenía por qué dudar, ella –desde que estaban juntos- nunca le había dado una razón para que pensara que aún sentía algo por Naruto, no había hecho nada para que Kiba se sintiese inseguro, y sin embargo el castaño a veces se comportaba como un tonto.

Con cada paso que daban hacia la casa de él Hinata se sentía cada vez más nerviosa. No tenía por qué estarlo, no harían nada, o al menos nada que ellos ya no hubiesen hecho, sin embargo la Hyuuga -al igual que siempre- tenía vergüenza. Aún cuando ya habían pasado dos meses desde la primera vez que estuvieron, aun cuando lo hubiesen hecho varias veces, y aun cuando por dentro su cuerpo se lo pidiese, ella simplemente sentía vergüenza. Por lo menos en todos los momentos previos.

–Hinata tranquilízate –Le susurró Kiba al oído junto antes de abrir la puerta de su casa –Ya sabes que no haremos nada que tú no quieras…
–S-Sí, lo sé… –Entraron a la casa y una vez cerrada la puerta Kiba no esperó ni un segundo para besar sus labios.

La había extrañado tanto. Y que no la pudiese besar en la calle, o delante de sus amigos no lo ayudaba a controlarse. No podía evitarlo, tenía que besarla. Quería volver a respirar su aroma, quería que su perfume a vainilla se impregnase en su cuerpo, quería que su cama oliese a ella. Quería que fuesen uno una vez más, no quería perder el tiempo. No lo haría más, la amaba y quería dejarse de tonterías, quería que todos lo supiesen. Ya no quería tener que esconderse, ya no más.

Hinata entre sus brazos respondía a cada beso y cada caricia que él le propinaba con cierta timidez. Había algo distinto en él, Kiba la besaba de manera diferente, nunca antes la había besado así. Con tanta pasión y con tanto amor al mismo tiempo. No que antes sus besos no hubiesen sido apasionados, o que no le hubiese demostrado cuanto la quería, pero nunca antes había sentido tan dulce combinación.

Entre beso y beso fueron caminando hasta la habitación de él, la cual insólitamente estaba acomodada y limpia. Sí, Kiba la había arreglado, y lo había hecho solo por y para ella. Hinata lo miró un tanto sorprendida, aún así sonriendo y el castaño solo se encogió de hombros. Una cosa era hacer algo por ella y otra muy distinta era admitirlo. Miles de veces se había burlado de Shikamaru por su noviazgo con Ino y por todas las cosas que el Nara hacía por la rubia, ahora comprendía que no debía haberlo hecho, pero para eso ya era tarde.

–¿Pasa algo? –Preguntó Kiba al notar a Hinata un poco más tensa de lo normal, y eso era decir mucho.
–E-Es que... Y-Yo, yo v-vengo de una… De una misión… y no, no me bañé… y estoy, estoy toda sucia… Y-Yo… –Bajó la mirada claramente avergonzada. Más vergonzoso que estar sucia, era avergonzarse por ello, pero Hinata era así.

Kiba se alejó de ella y riéndose comenzó a rebuscar entre sus cajones. Cuando encontró lo que buscaba se acercó nuevamente y le extendió algo de ropa y una toalla limpia
.
–Puedes bañarte aquí –Le explicó él –Te ofrecería algo de Hana pero me puede llegar a matar si entro a su habitación sin su permiso –Hinata intercambió su mirada entre sus ropas y las de Kiba –Si no quieres, no te preocupes, te acompaño hasta tu casa y listo…
–¡No, No! –Contestó rápidamente la Hyuuga –Me quiero… Me quiero quedar –Sus mejillas se sonrojaron levemente y una pequeña sonrisa se extendió por su rostro.

Kiba sonrió y en silencio la acompañó hasta el baño. Le explico dónde estaba cada cosa y la dejo sola. Lentamente comenzó a desvestirse, evitando observar su reflejo en el espejo de cuerpo entero que tenía a su costado. Era consciente de su cuerpo, de los cambios que había experimentado desde que había salido de la academia y si bien cada vez se sentía más cómoda con ellos, aún le daba algo de pudor mirarse desnuda frente a un espejo. Y si se había acostumbrado un poco era gracias a Kiba. Y aún cuando le diese vergüenza pensar en ellos durante sus momentos de intimidad no podía negar que estar así con él, tan libre y relajada la había ayudado, y todavía la ayudaba, a sentirse cada día más mujer, más sensual… más madura.

Abrió la canilla y dejo correr el agua hasta que la temperatura fue de su agrado, una vez lista entró en la ducha y dejó que todo su cuerpo se relajase bajo las suaves y cálidas caricias del agua. Procuró limpiar bien todo su cuerpo, poniendo especial atención en las pocas heridas –ninguna de gravedad- que había sufrido durante la misión. Finalmente lavó su larga cabellera, y luego de haberse asegurado de enjuagar bien todo su cuerpo, salió de la bañera envuelta en una toalla.

Secó su piel y luego se vistió con las ropas que Kiba le había prestado. Aprovechando que estaba sola se permitió unos segundos para admirar y dejar a su cuerpo sentir la masculina fragancia de Kiba que estaba impregnada en las prendas. Finalmente, con las mejillas coloradas a causa del vapor del baño, salió de este solo para encontrarse a Kiba frente a la puerta, esperándola y con una enorme sonrisa en su rostro.

–Tardaste mucho –Le dijo sin borrar la sonrisa de su rostro– Estaba a punto de entrar para asegurarme de que estuvieses bien…
–Eh... Y-Yo lo siento… perdón –Se disculpó rápidamente.
–¡Bah! Estaba bromeando –Hinata se sonrojó aún más –Me gusta cómo te quedan mis ropas – Kiba sonrió al ver como Hinata se removía incómoda ante su comentario.

Tomó su mano y la guió hasta su habitación. Sabía que la había llevado hasta su límite, sabía que la Hyuuga estaba muerta de vergüenza y sabía que lo mejor sería hacer algo tranquilo con lo que Hinata se pudiese relajar. Por eso le propuso tirarse en su cama a ver televisión, a lo que ella accedió casi inmediatamente. Si le preguntasen a Kiba sobre qué trataba el programa que estaban viendo no hubiese podido responder. Toda su atención se encontraba centrada en el rostro de la chica, en observar como su pecho subía y bajaba a medida que ella respiraba, como –en algunas ocasiones- una diminuta sonrisa se dibujaba en sus labios.

Hinata por su parte encontraba al momento enteramente placentero. No recordaba que ver la televisión transmitiese tanta paz. Ella bien sabía que la agradable sensación que sentía en su cuerpo era gracias a Kiba. A estar recostada sobre su pecho y a los suaves besos que él constantemente le depositaba en su frente. Sin siquiera compararlo con estar de misión –porque era obvio que salir de misión era incómodo-, Hinata nunca se había sentido tan bien. Nunca… Nunca nadie en su casa le había provocado tanta alegría y tanta paz, tal vez su madre sí, pero ella era muy pequeña cuando esta murió, por lo que no podía recordarlo. Simplemente el estar así, sin hacer nada y entre sus brazos, la hacía sentir tan bien, tan útil.

Y así permanecieron, en un entero silencio. Simplemente sintiendo el calor que el otro propinaba. Atesorando unos instantes de paz que pocas veces –debido a su vida como shinobi- podían disfrutar. Tratando de detener el tiempo, impedir que siguiese con su ritmo habitual. Sin embargo las agujas del reloj se movieron y pronto la noche cayó sobre ellos, y junto a ella llegó Hana, por lo que ambos –temerosos de ser descubiertos- se sentaron tensos en el borde de la cama y esperaron –sin moverse ni un centímetro- a que la hermana de él apareciera frente a ellos.

–¡Kiba! –Gritó a todo volumen mientras abría la puerta, solo para sorprenderse al ver a la chica junto a él –Hinata… –Finalmente sonrió –¿Cómo estás? Hace mucho tiempo que no te veía por acá… –La Hyuuga, a modo de saludo, sonrió e hizo una pequeña reverencia –¿Y Shino? ¿Qué hacen aquí? –Peguntó finalmente. Frente a ella ambos jóvenes se removieron nerviosos.
–Esto… Shino se acaba de ir –Mintió deliberadamente el menor de los Inuzuka –Vinimos luego de entrenar.
–Que suerte la suya de tener tanto tiempo libre –Comentó, y no fue hasta ese momento que se percató de cómo iba vestida la amiga de su hermano –¿Qué pasó con tus ropas Hinata? –La aludida enrojeció completamente.
–Y-Yo… E-Estaba… E-Estaban su-sucias… y Kiba-Kun me dijo… Me dijo que, que podía bañarme aquí… –Hana, a pesar de conocerla desde que tenía doce años, aún se asombraba cuan tímida podía ser la muchacha.
–Tranquila… No pasa nada –La tranquilizó –¿Y tú Kiba por qué no le diste algo de mi ropa en vez de la tuya? –Le preguntó molesta, a veces su hermano no sabía cómo tratar a los invitados, mucho menos si estos eran mujeres.
–¡Me tienes totalmente prohibido entrar a tu habitación! ¿Qué se suponía que debía hacer? –¿Por qué Hana simplemente no se iba y lo dejaba estar a solas con Hinata?
–¡Entrar y atender a Hinata como corresponde! –Le gritó sin necesidad alguna –En fin me voy a preparar la comida, ¿te quedas a cenar Hinata?
–Sí –Respondió Kiba por ella, sin darle la oportunidad a ella de decidir.

Una vez que Hana salió de la habitación y que ambos se quedaron solos nuevamente, Hinata se mostró un poco reacia a quedarse, argumentando que aún no había regresado a su casa desde que había vuelto de la misión y que seguro alguien se preocuparía, y aunque Kiba no compartía ese pensamiento, le dio la posibilidad de que se marchase, sin embargo Hinata finalmente decidió quedarse. Después de todo el único que parecía preocuparse por ella era Neji y estaba segura que este no se enojaría ni le diría nada.



Se despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por su ventana. Lentamente se incorporó de su cama y fue hasta el baño donde se bañó y vistió. Con su ritmo silencioso de siempre se dirigió a la cocina y ahí se dedicó a preparar el desayuno para Neji, su padre y Hanabi. Una vez todo listo fue a la habitación de su hermana, le dejó su té y luego se dirigió al patio central donde suponía que estarían los dos primeros entrenando. Y efectivamente ahí estaban, combatiendo, luchando. Y al igual que siempre, cuando ella llegó, ambos hicieron una pausa y se acercaron hasta donde estaba ella para beber el té que había preparado.

–Buenos días Otou-san, Neji-nii-san –Hizo una pequeña reverencia y depositó el té sobre una mesita que había.
–Hinata-sama –Fue el escueto saludo de su primo. Por su parte su padre simplemente hizo un gesto con la cabeza.

Un silencio sepulcral reinó entre ellos mientas tomaban el té. Si bien aún se sentía incómoda, Hinata -con el paso del tiempo- había aprendido a soportarlo, incluso se había resignado a que la relación con su padre fuese de una manera diferente. Lo único que podía hacer ella era esforzarse día a día para crecer como ninja y mejorar sus técnicas, y solo así –creciendo como shinobi- podría obtener el respeto de su padre.

–Tengo que ir a resolver unos asuntos con el concejo –Dijo Hiashi cuando terminó de beber su té –Hasta luego –Y así, sin decir nada más, Hiashi se fue, dejando a los primos solos.

El silencio siguió presente entre ellos. Ambos bebían de su taza de té sin decir nada. Hinata tenía la vista clavada en el suelo, como siempre, se sentía avergonzada. Sin embargo, pese a no estar mirando a su primo a los ojos, era consciente de cómo este la observaba de reojo. Sí, Neji contemplaba a Hinata. Y es que hacía un largo tiempo ya, que había notado un cambio en ella. Y aunque su prima no le dijese nada, tampoco él preguntaría, sabía que tenía algo que ver con uno de sus antiguos compañeros de equipos. Neji trataba de no pensar en aquello, de no entrometerse en temas que ciertamente no eran de su incumbencia pero no podía obviar todo lo que sucedía a su alrededor. Él, aunque nunca lo fuese a admitir en voz alta, solamente quería que su prima estuviese bien, él simplemente quería asegurarse de su bien estar. Solo eso, porque a su modo, él la quería.

–Hinata-sama deberías entrenar más –Dijo Neji al finalizar de beber su té.
–E-Esto y-yo… –Respiró profundamente e intentó tranquilizarse, no debía tartamudear frente a su primo –Sí, tienes razón Neji-nii-san.
–¿Quieres que entrenemos? –Hinata rápidamente aceptó.

A los pocos minutos ambos se encontraban posicionados uno frente al otro, en el medio del patio para comenzar su entrenamiento. Por el rostro de Hinata una leve sonrisa comenzaba a asomarse. Aún con el paso del tiempo y con su notable mejora, era rara la ocasión en la que Neji o su padre la invitaban a entrenar. Era una excelente oportunidad, debía aprender de él y debía así mismo demostrar cuanto había mejorada desde su último entrenamiento.

Neji tomó distancia y Hinata supo que era momento de borrar su sonrisa. Con su primo no había margen de error, Neji no tenía compasión –no como lo hacían Kiba o Shino- y simplemente la atacaría con todas sus fuerzas. Y lo haría, tal como lo había dicho en los exámenes chunin, porque solo así ella mejoraría.

Activaron el Byakugan al mismo tiempo. Hinata se concentró en observar el sistema circulatorio de chakra de su primo para encontrar los tenketsus y así proceder a utilizar el jüken. Frente a ella Neji hacía lo mismo, recorrió su cuerpo rápidamente ya que no era la primera vez que luchaba contra ella, sin embargo –a pesar de haber visto varias veces su sistema circulatorio- algo en Hinata llamó su atención. Allí en el centro de su cuerpo había un punto de chakra que estaba seguro antes no estaba, era más grande que el resto y aun así casi imperceptible. ¿Sería una nueva forma de moldear su chakra?

–¿Pasa algo Neji-nii-san? –Preguntó tras ver que su primo había desactivado el Byakugan.
–¡No te distraigas, esta podría ser una maniobra de distracción! –Le contestó enojado, no con ella realmente, sino consigo mismo por haber bajado la guardia y haber dudado por una cosa insignificante.

Hinata asintió, sabiendo que había perdido su mejor oportunidad para atacarlo y se concentró nuevamente en su oponente quien ya había vuelto a activar la técnica de línea sucesoria. Y, queriendo por una vez ganarle, corrió hacia él y dio por iniciado el entrenamiento.

Neji esquivaba sus golpes, sorprendido por la nueva velocidad que Hinata había alcanzado. Buscando al mismo tiempo algún hueco para atacarla, pero su prima no dejaba ninguno. Había mejorado, de eso no había duda, pero aún le faltaba. De un salto se alejó de ella, posicionándose a unos siete metros de distancia. Si quería ganar, debía mantener la distancia. Frente a él Hinata respiraba algo agitada, pero no separaba ni por un segundo la vista de él.

–Creo que debemos terminar por hoy –Dijo Neji.
–¿Hum? –Hinata lo miró sin comprender, ¿habría hecho algo mal? –¿P-Por qué? ¿Y-Yo hice algo mal?
–Tenten acaba de llegar, me había olvidado que había quedado con ella –Respondió sin mucha emoción –Seguimos otro día –Se dio media vuelta y caminó hasta la entrada de los terrenos del Clan Hyuuga donde, efectivamente, lo estaba esperando Tenten.

Hinata observó como su primo caminaba hasta donde se encontraba la que alguna vez había sido su compañera de equipo y justo cuando él se agachó para besarla, Hinata se dio vuelta. No quería meterse en la intimidad de otros y ciertamente no quería inmiscuirse en el noviazgo de Neji y Tenten. Así que, descartando por completo la posibilidad de retomar su entrenamiento con su primo ese mismo día, caminó hasta su habitación.

Una vez dentro de ella dejó a su imaginación volar. ¿Cómo sería si su relación con Kiba fuese conocida por todos al igual que la de Tenten y Neji? ¿Sería para ella igual de fácil que para su primo? ¿Aceptaría su padre su noviazgo? Lo dudaba, lo cierto era que aunque este último no le prestase mucha atención, siempre le había dicho que debía cuidar la forma y la apariencia, y ella estaba segura que a alguien como ella, la supuesta heredera del clan y miembro de la rama principal, no le estaría permitido –por más prehistórico que sonase- salir con alguien de otro clan. Mucho menos alguien del Clan Inuzuka. No que Hinata tuviese algún prejuicio contra ellos, por el contario Hinata admiraba la grandeza de ese clan en particular, amaba ver como todos sus integrantes compartían los mismos principios y las mismas pasiones.

Sí, lo más probable es que nadie en su casa estuviese de acuerdo con su relación. Por eso, como principal causa, la había mantenido en secreto. Sí, esa era la principal razón, luego venía el hecho de que quería disfrutar con él a solas, lejos de todas las miradas chismosas y juzgadoras y por último, aunque bastante importante, estaba su timidez. No podía negar ni ocultar lo difícil que había sido al principio para ella comenzar a salir con Kiba. Desde que él le confesó sus sentimientos había tenido un montón de problemas. Entre ellos los molestos desmayos que sufría cuando Kiba intentaba besarla. Vergonzoso en exceso, no hacía falta decirlo, pero ella era así.

–¿Onee-chan? –Preguntó Hanabi al mismo tiempo que entraba a la habitación de su hermana mayor –Disculpa la intromisión, golpeé y tú no contestaste, entonces yo…
–No te preocupes Hanabi-chan –Respondió rápidamente Hinata, se había concentrado tanto en sus pensamientos que no había escuchado los golpes de su hermana –¿Puedo ayudarte en algo? –Preguntó con una sonrisa gentil, siempre le agradaba ver a su hermana pequeña.
–El chico que no es chico vino a verte –susurró Hanabi intentando reprimir una pequeña risita, lo cual hizo que Hinata se pusiese roja –¿Lo hago pasar?
–E-Esto… S-Sí, d-dile que… que pase –Hanabi soltó la risita que llevaba conteniendo y saliendo de la habitación le dio paso a Kiba, quien obviamente tenía cara de fastidio.

Hinata, luego de asegurase que Hanabi se hubiese alejado lo suficiente, se acercó a Kiba y lo rodeó con sus brazos. No quería pasar por la misma disputa otra vez, pero entendía por qué se enfadaba. Después de todo a ella tampoco le gustaría que Hana le dijese que no era una chica.

–¿Kiba? ¿Estás muy enfadado? –preguntó tímidamente.
–No… ¡Bah… Sí! –Se contradijo a sí mismo –No me gusta que tu hermana dude de mi hombría –Hinata a su lado enrojeció, y aunque lo intentó no pudo sofocar la duda que le surgió.
–¿Te… te importa lo que Hanabi-chan piense? –Susurró –¿Ella… Ella t-te… Te g-gusta? –Preguntó completamente roja.
–¿Lo preguntas en serio? –Kiba no lo podía creer, pero tras ver como Hinata suavemente asentía se echó a reír abiertamente.
–¿Qué es lo gracioso? –Hinata comenzaba a impacientarse, no quería sentirse así, ella no solía tener esos sentimientos.
–¡Nada, nada! –Kiba procuró tranquilizarse y una vez que su ataque de risa culminó, se acercó a ella –Por supuesto que no me gusta tu hermana… De hecho, no me gusta ninguna otra chica que no seas tú… Eso ya deberías saberlo –La abrazó delicadamente y luego le susurró al oído –Solo tú…

Lentamente Hinata giró su rostro hasta rozar sus labios con los de Kiba. Hoy no le molestaba que hubiese ido a su casa, o que alguien de su familia pudiese sospechar de su relación, hoy solo quería estar con él. Quería fingir que todos sabían acerca de ellos y que a nadie le importaba. Y sin importarle si alguien pudiese verlos quería fundirse con él como en tantas otras ocasiones lo había hecho. Porque Hinata amaba a Kiba, lo amaba con todo su corazón y sólo con él se sentía plenamente viva.

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¿Y? ¿Qué les pareció?

Gracias por leer,
Lu

No hacían falta títulos - Capitulo 3 "Dirty little secret"

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kibay y Hinata

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.

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No hacían falta títulos
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Capítulo 3 : Dirty little secret
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- ¿No piensas hacer nada? – Preguntó su hermana con cierto tono de fastidio - ¿Te quedaras todo el día aquí?
-Sí, no veo por qué deba irme, esta es mi casa y hoy es mi día libre –Contestó él acomodándose aún más en el sillón – De todas maneras, ¿por qué insistes tanto en que me vaya? ¿Esperas a alguien? –El rostro de Hana se transformó y Kiba supo que había acertado -¡Oh ya veo! –Comentó alegre –Quieres la casa sola para estar con tu novio… -Comentó burlón.
-¿Y qué si quiero eso? –Contestó ella desafiante -¡Ahora vete! No tengo tiempo y no creo que un niño como tú lo entienda –Dijo finalmente molesta.
-¿A quién le dices niño? –Estalló – Repito, esta casa es también mía así que tengo tanto derecho como tú, ¿qué te hace pensar que yo tampoco quiero la casa para mí solo? –Odiaba cuando su hermana lo trataba como un niño, definitivamente él no lo era y aunque tal vez en ese preciso momento se estuviese comportando como uno, su hermana debería saber que él ya era un hombre, no podía siquiera dudarlo luego de convertirse en Jounin y de hacer innumerables misiones para su clan, misiones que habían sido extremadamente difíciles.
-¿Sí? ¿Y a quién traerías? ¡Por favor Kiba no molestes, con la única chica que andas es con Hinata, y claramente no son más que amigos! –Concluyó ella.

Por un momento pensó en contradecirla y contarle qué tan amigo era de Hinata, pero pudo controlarse. Sí, por más que la idea fuese muy tentadora, decir la verdad sería meterse en un problema. Porque si Hana lo molestaba por algo como aquello no quería ni imaginar cómo serían sus burlas si se enteraba que estaba saliendo con Hinata. Así que levantándose del sillón le dedicó una sonrisa vencedora, porque aquella pelea la había ganado él –aún cuando su hermana no se hubiese enterado-, él la había ganado, y salió de su casa seguido por Akamaru.

Una vez fuera de su hogar el perro lo miró interrogando adónde irían ahora. Kiba se encogió de hombro lo cierto era que estaban cómodos en su casa, viendo televisión, y ahora que estaba en las calles alborotadas de la aldea no sabía qué demonios hacer. Caminaron sin rumbo por un largo rato hasta que llegaron, sin habérselo planteado, a donde solían entrenar con el equipo 8 cuando eran unos niños…

Sin deseo de seguir caminando se dejó caer contra un árbol y comenzó a arrojarle una vara a Akamaru para que jugara. El perro movía su cola esperando que su amo la arrojase bien lejos y luego salía corriendo en busca de esta, hasta encontrarla y llevársela a Kiba para repetir todo el proceso. El castaño admiraba a su amigo canino, Akamaru parecía no haber perdido nunca sus ganas de jugar, siempre seguía pidiéndole a Kiba que jugase con él. Era sorprenderte para el Inuzuka que, a pesar de todas las cosas que habían sucedido, todas las misiones a las que se habían tenido que enfrentar, toda la crueldad que habían visto, Akamaru siguiese corriendo de tras de una palo de madera con tanta alegría, persiguiendo aquella vara como si fuese el objeto más entretenido…

Se preguntó entonces si él, a pesar de todo, seguía siendo el mismo. Se preguntó si al resto de las personas lo seguiría viendo igual. Kiba creía haber cambiado, no en lo esencial –pues él seguía siendo impulsivo, entrometido, divertido y competitivo- pero sí con respecto a otras cosas. Las responsabilidades, eran un ejemplo de ello. Antes las repelía e ignoraba pero ahora siempre las tenía presente, las seguía odiando, de eso no había duda, pero no las eludía. Otra ejemplo era su relación con Hinata, si bien nadie lo sabía –o casi nadie, pues estaba seguro que Shino estaba al tanto-, Kiba estaba seguro que con ella era cuando más demostraba haber madurada. Tal vez siempre cometiese errores, tal vez aún no supiese cuando debía callar y cuando no, tal vez no era perfecto… pero creía que había cambiado, al menos un poco, y que ese poco era para mejor.

A su lado Akamaru ladró un tanto molesto por la falta de atención del castaño y a la vez preocupado, Kiba no solía pensar tanto -¡Bah! No sé para que pienso tanto… ¿Estamos bien así, verdad amigo? –Akamaru volvió a ladrar y movió su cola alegremente -¿Qué te parece si vamos a visitar a Hinata? –El can volvió a ladrar y Kiba de un salto se puso de pie, decido.



Unos golpes en su puerta la sobresaltaron, ciertamente no esperaba a nadie y no era algo habitual, o al menos algo que presagiase algo bueno, que alguien de su familia se acercase a su dormitorio. Por eso, con cierta duda y un poco de nerviosismo abrió la puerta. Se sorprendió mucho ver a su hermana pequeña frente a ella, hacía bastante que no la veía considerando que vivían en la misma casa, por eso no pudo evitar esbozar un pequeña sonrisa, la cual su hermana contestó.

-Onee-chan –Hizo una pequeña reverencia, la cual Hinata respondió alegremente y luego dijo anunció – Un chico vino a verte –Hinata enrojeció inmediatamente y solo segundos después se percató de que Kiba estaba uno pasos más allá que Hanabi.
-E-Esto... N-No… Él… Él es K-Kiba, n-no es un c-chico... él, él es m-mi com-compañero de e-equipo... O b-bueno, solía s-serlo. Él es un amigo –Dijo finalmente, completamente roja y sintiendo la mirada de Kiba sobre ella, claramente sus palabras lo habían hecho enojar. Por su parte Hanabi la miraba sin comprender nada.
-Si –Dijo Hanabi –Bueno los dejo solo, tengo que ir a entrenar, Neji-nii-san me debe estar esperando –Hizo una reverencia a ambos y luego se retiró.

Hinata miró de reojo a Kiba, este seguía con su ceño fruncido y no la miraba a los ojos, a su lado Akamaru intercambiaba miradas entre ella y él. Tímidamente y entristecida por la expresión de él abrió un poco más la puerta de su cuarto y con un gesto les indicó a ambos que ingresaran. Una vez dentro Kiba cerró la puerta, puerta que Hinata había dejado abierta deliberadamente para que nadie pudiese pensar cosas que no eran, o bueno que eran pero que ella no quería que supiesen. Kiba ahora la miraba, no con su sonrisa habitual, sino con sus ojos entrecerrados y claramente enojado.

El castaño se sentía ofendido. Las palabras de ellas le habían molestado, habían herido su ego masculino y su orgullo. ¿Él no era un chico? Eso era lo que ella pensaba, realmente comenzaba a pensar que lo mejor que podría haber hecho ese día hubiese sido quedarse en su cama, no levantarse. De ese modo no tendría que haber soportado las burlas de su hermana y ahora no se encontraría enojado con ella.

De pronto Akamaru ladró y atrajo la atención de su amo, quien posó la vista justo donde su can estaba parado. Y allí se dio cuenta que junto a él se encontraba un gran ventanal, una hermosa puerta balcón que daba a lo que parecía ser un patio de invierno, lleno de flores y de plantas. Simplemente hermoso. Akamaru volvió a ladrar y antes de que él pudiese contestarle Hinata habló.

-¿Quieres salir? –El gran perro blanco agitó su cola en respuesta y ella abrió la puerta –Solo no te alejes mucho, ¿sí? –El perro ladró un vez más y salió de la habitación dejando a la pareja sola –E-Esto Kiba… yo…
-¿No soy un chico? –Hinata inmediatamente negó con su cabeza -¿Entonces que soy? ¿Solo un amigo? ¿Un compañero al igual que Shino? –Quizá estuviese exagerando las cosas, pero no podía evitarlo, después de todo era normal sentir dudas, más aún sobre las movedizas bases de su relación.
-Y-Yo no quería decir eso… P-Por favor perdóname –Susurró sin poder alzar la vista a él, esperando que él dijese algo, pero el castaño no abrió su boca -¿Kiba? –Nada –Lo siento… Y-Yo si te considero un chico… T-Tú lo sabes… D-De lo contrario yo… Y-Yo… y T-Tú... Tú sabes… Te quiero -Finalizó completamente abochornada.
-Entonces, ¿por qué te empeñas tanto en remarcar a los demás que no lo haces o al menos de una forma especial? -¿Quién rayo lo hacía preguntar esas cosas? No lo sabía, pero de lo que estaba seguro era que había enloquecido.
-Tú sabes –Comenzó ella un poco más segura y pudiendo, esta vez, mirarlo a los ojos –No quiero que nadie nos moleste… me gusta estar contigo –Murmuró completamente colorada -, y ellos… no sé tal vez nos molesten y yo no quiero eso.

Entonces Kiba sonrió, satisfecho con las palabras de la Hyuuga y sonrió abiertamente exponiendo sus colmillos. Hinata suspiró aliviada, no le gustaba estar peleada con él, y también sonrió. Entonces, y sin previo aviso, el castaño estampó sus labios contra los de ellas. Tratando, como siempre, de ser gentil y suave, de ser dulce y calmo… Pero fallando como de costumbre. Besando con pasión los labios de la chica que tanto le gustaba, respirando su dulce aroma a lavanda, extasiado por las sensaciones que sus sentidos captaban a cada segundo.

Lentamente, siempre dándole la posibilidad a ella de negarse, fue bajando el cierre de su campera y luego, con la misma lentitud, la fue llevando hasta su cama donde se tumbó arrastrado a ella con él. Sonrió sintiendo el colchón bajo ellos amoldarse a sus cuerpos, sintiendo la calidez de la joven sobre su pecho, saboreando su labios y comenzando a acariciar, delicadamente, sus curvas. Fue entonces, luego de llevar varios minutos en aquella actividad, cuando sintió las manos de ella apartarlo levemente. No con fuerza pero si lo suficiente para que él la soltase.

-¿Hice algo mal? –Estaba casi seguro que no, pero igual no pudo evitar sentirse inseguro. Hinata inmediatamente negó –De acuerdo –Dijo entonces él un poco frustrado.
-E-Esto ¿Kiba? –Susurró ella para llamar su atención, este la miró y asintió –Aquí… No podemos… - El castaño la miró confundido. Ella aún más sonrojada hizo un sello y cuando volvió a levantar la vista sus ojos estaban rodeados de esas venas tan características –Byakugan… Cualquiera lo puede estar usando.
-No había pensado en ello… -Dijo de pronto muy nervioso, rogando porque Neji o el padre de Hinata no hubiesen estado por ahí cerca –Tengo una pregunta… -Hinata asintió -¿Te molestó que venga hasta aquí? Me refiero hasta tu casa.
-No, no realmente –Susurró ella, no quería volver a tener un mal entendido con él, así que se armó de valor y trató de explicarse lo mejor posible –Es que si te ven ellos puedes darse cuenta que nosotros… que nosotros estamos saliendo.
-¿Y eso sería una vergüenza para ti? ¿Un horror? –Hoy realmente no era su día, parecía una niñita, sintiéndose tan inseguro –Olvida lo que dije.
-No te enfades Kiba… De verdad no es así –Le aseguró ella –Si mi familia no fuese… Bueno no fuese como es… Y-o Yo, yo les diría, les contaría…. –Kiba sonrió un poco más contento –Si esto es realmente importante para ti… yo… yo puedo decírselos, a ellos y al que quieras… De verdad, pero por favor Kiba… No te enfades.
-¡Nah! No hace falta que se lo digas a nadie –Hinata asintió y Kiba sonrió satisfecho.

Con esas simples palabras Hinata lo había tranquilizado. Ella parecía tener ese efecto en él. El castaño podía ser impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía sin ningún reparo, cosa que muchas veces le ocasionaba problemas, pero ella siempre lograba calmarlo y llenarlo de una sensación de paz que solo Hinata podía hacerle sentir.



Besó con ímpetu sus labios, queriendo marcarla como suya, presionando –un poco más de lo necesario-sus colmillos, bajando y repitiendo la misma acción en su cuello y ahí sí dejando un marca, una leve pero visible marca roja. Hinata se estremeció bajo sus brazos, y él sonrió satisfecho. Sin embargo esa sonrisa se borró cuando volvió a pensar en por qué se encontraban reunidos, en por qué él ponía tanto esmero en besarla… Una misión. Y para su desagracia no era él el que se iba, sino ella…

No dudaba de sus capacidades, ciertamente no lo hacía. Si bien ella seguía siendo un chunin –lo seguía siendo pues aún no había juntado el valor para presentar el examen Jounin- ella era una fuerte kunoichi. Con los años había mejorado hasta niveles increíbles, había desafiado y vencido todas las barreras que ella y el resto de la gente había colocado en su camino. Y ahora casi nadie dudaba de sus capacidades. Pero, a pesar de saber todo eso, no podía evitar sentirse ansioso, nervioso. No podía evitar preocuparse, después de todo él sabía que todas las misiones podían presentar dificultades, que todas podían resultar fatales. Y que la misión a la que ella partiría en minutos fuese de rango A, con posibles dificultades que la asciendan de nivel, no lo tranquilizaba en absoluto.

-Promete que te cuidaras –Volvió a insistir él.
-Kiba –Susurró.
-Prométemelo –Insistió una vez más.
-De acuerdo, lo prometo –Susurró ella –No tienes por qué preocuparte, somos varios y la misión no será tan difícil.
-No digas eso, no lo sabes, tú solo procura regresar sana y salva –Hinata sonrió y asintió –Y no te olvides de mí, ¿sí? –Ella asintió y se paró en puntillas de pie para besar una vez más sus labios –Y no pases mucho tiempo cerca de Naruto…
-¡Kiba! –Le reprochó ella en un suave susurro –Sabes que y-yo no siento nada por él… S-Solo respeto –El muchacho asintió, ella tenía razón, a estas alturas no podía seguir teniendo dudas con respecto al rubio –Te quiero mucho… V-Voy a… a extrañarte –Los intentó más no puedo evitar enrojecer tras decir esas palabras.

Kiba simplemente sonrió alegremente, y les respondió con un cálido "Yo también". Nuevamente se inclinó para besar sus labios y para despedirse de su chica. Quince largos minutos estuvo degustando su boca, su cuello y toda la superficie que ella le dejase probar. Todo, besó todo. Volviendo, con terquedad y un poco de inmadurez, a presionar sus labios y sus colmillos sobre su cuello, queriendo aumentar la marca, queriendo que aquello no se borrase por días. Queriendo que ella no lo olvidase…

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Bueno hasta aquí este cap! Espero les haya gustado, si quieren son bienvenidos sus comentarios!
Un beso,
Lu
 

No hacían falta títulos - Capítulo 2 "Distinta"

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.

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No hacían falta títulos
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Capítulo 2 : Distinta
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 Kiba la observaba dormir. Observaba como su pecho se inflaba y desinflaba con cada respiración que daba. Observaba como su cabellera –Habitualmente siempre bien peinada –Se extendía tras su cabeza toda revuelta. También miraba la ropa que se encontraba en el piso, y aún tenía esa sonrisa en su rostro. Al Inuzuka no le gustaba el silencio o tanta tranquilidad pero en ese momento estar así, en silencio y con Hinata dormida entre sus brazos, le resultaba la mejor sensación de todas.

Por supuesto sabía que esa paz no duraría para siempre, en cuanto ella abriese los ojos tendrían que hablar, o eso suponía él, y la verdad no tenía la menor idea de lo que se suponía que tenía que decir. Él creía, y estaba casi seguro, que lo más importante ya lo había dicho. Sí, lo había hecho, y aunque no estaba en sus planes –Tampoco lo estaba llegar tan lejos –Le había resulta esclarecedor decirle que la amaba, y mucho más que ella se lo dijese a él.

– ¿Hum? ¿K-Kiba? –Susurró Hinata abriendo sus ojos débilmente.
–Buen día Hinata –Contestó él y el nerviosismo comenzó a apoderarse de su cuerpo – ¿Dormiste bien?
–Si, gracias… –La Hyuuga bajó la vista y empezó a jugar nerviosa con sus dedos. Ella quería ser fuerte, quería poder hablar de lo que había sucedido pero era demasiado.

Se aprisionó más contra Kiba y cerró sus ojos. Esperaba que los gestos fuesen suficientes pues no quería hablar o mejor dicho no podía. No se arrepentía, eso no, pero si se sentía incómoda. Más aun estando completamente desnuda en su cama, en su casa. Y lo peor estaba por llegar, se tenía que despedir e irse a su casa donde, si bien nadie le prestaba mucha atención, le reclamarían el por qué no había llegado, porque de eso se darían cuenta –o eso quería creer ella– cuando el desayuno no estuviese listo a tiempo.

Kiba la contempló de reojo y se dio cuenta que Hinata no diría nada, su rostro estaba completamente rojo y sus dedos aún se movían de forma nerviosa. Lo ideal hubiese sido que él tampoco dijese nada, realmente eso hubiese sido lo más seguro, pero él no siempre podía callarse, no siempre podía guardar sus pensamientos, por eso –y sin pensarlo mucho –soltó al aire.

– ¡Lo de anoche estuvo genial… debemos repetirlo! –Hinata se removió inquieta, ya no sentía calor solo en sus mejillas, ahora se sentía ardiendo de la vergüenza.

El castaño se reprendió mentalmente. ¿No había pensado él minutos atrás que hablar sobre aquello sería muy incómodo? Sí, claro que sí, pero por lo general él no solía respetar siquiera lo que él mismo pensaba. Kiba simplemente actuaba, así lo había sido siempre… Y nunca nadie le había dicho nada, o bueno en realidad si se lo habían dicho, infinidades de veces para ser más exactos, pero él nunca les había hecho caso. Salvo a una persona… A Hinata, porque para él –aunque odiase admitirlo pues no estaba en su naturaleza hablar de sentimientos –Hinata lo era todo. Era su mejor amiga, la única en la que podía confiar plenamente –pues en ella no había maldad alguna -, ella era todo para él. La amaba, lo había hecho por mucho tiempo en silencio, había sido más que paciente cuando ella no hacía más que desmayarse por Naruto y todo ese tiempo había sido recompensado, porque cuando Hinata le correspondió lo hizo en serio… sin recordar ni una vez a Naruto, había sido solo de él… Era solo de él.

–Yo… Lo siento Hinata, no debería haber dicho eso –Sí, otra vez había metido la pata.
–N-No, no p-pasa nada… Y-Yo, Y-Yo… –Ella deseó por un minuto poder hablar con seguridad y decirle que para ella también había sido genial y que, aunque le diese mucha vergüenza, ella también quería repetirlo, pero no estaba en su naturaleza ser tan desenvuelta –K-Kiba…
–No digas nada, yo sé –La calmó él y ella sonrió.

Kiba siempre la entendía, muy pocas veces realmente habían discutido, aunque más que discusiones eran malentendidos, cosas insignificantes. Y daba gracias a que esta no fuese la excepción, que Kiba, al igual que siempre, había entendido que ella sentía lo mismo, porque realmente estaba segura de que si lo hubiese tenido que decir le hubiese costado al menos todo el día.

El castaño besó su frente y se levantó de la cama luciendo únicamente unos calzoncillos. Hinata no sabía cuándo se los había colocado, ella aún estaba completamente desnuda. Observó como Kiba se vestía, y lo que más le avergonzó es con la intensidad con las que sus ojos buscaban y miraban el cuerpo del muchacho. Kiba era lindo, eso siempre lo había sabido, no hacía falta que lo viese semi-desnudo para decir aquello, pero nunca se había imaginado que también sería…. Bueno ella no sabía cuál era la palabra, se imaginaba que el resto de las chicas dirían que él era sexy, pero ella no solía usar esa palabra, es más, le daba vergüenza siquiera pensarlo. Así que pensó que la mejor manera de denominarlo sería diciendo que él ya era todo un hombre, que atrás había dejado al niño que conoció en la academia y que también había dejado de ser un adolescente. Sí, pensó justo antes de que él se colocase su remera, Kiba era un hombre.

– ¿Quieres que salga para que te cambies? –Hinata parpadeó sorprendida, se había envuelto demasiado en sus pensamientos.
–E-Esto… Si, gracias –Kiba se acercó una vez más a ella, besó sus labios y luego salió del cuarto.

Fue directamente a la cocina, quería prepararle el desayuno a ella, pero realmente era un desastre. Sin embargo, trató de imitar lo que su hermana y su madre solían hacer cuando estaban en la cocina. Puso agua a calentar, buscó entre los estantes las hebras para el té y luego rebuscó por todos los estantes en busca de comida. Su resultado fue, un desastre. Enojado, bufó por lo bajo. Debería aprender un poco más sobre cocina, no quería parecer un tonto frente a Hinata. Resignado, acomodó todo el embrollo que había ocasionado y esperó a Hinata.

Quince minutos después Hinata apareció en la cocina. Su rostro ya no estaba tan colorado, solo tenía sus mejillas un poco rosadas haciéndola lucir extremadamente hermosa, como una niña pequeña… Aunque ya no lo fuese. Lentamente, dudando en cada paso, ella se acercó a él. Tomó una de sus manos y en un jaleó casi imperceptible lo atrajo hacia ella, haciendo que él se agachara un poco para poder besarlo. Kiba contestó gustoso, y nuevamente se olvidó de la delicadeza y de la ternura y dejó a sus instintos y a sus hormonas dominar aquel beso. Hinata correspondió, e intentó –por una vez – ser ella la que marcase el ritmo, no quería ir tan rápido, quería un beso un poco más dulce y se sorprendió cuando Kiba sonrió contra sus labios y relenteció el movimiento de los suyos.

–Eh… Iba a preparar el desayuno pero bueno no es lo mío, así que ¿qué te parece si vamos a desayunar a algún lugar? –La invitó cuando se separaron.
–Mmm, lo siento Kiba mejor lo dejamos para otro día… ¿Si? –No quería que él se enojase, pero no creía que ir a desayunar fuese la mejor idea.
– ¿Es por qué no quieres que nos vean juntos? Si es por eso no tiene sentido... Ya sabes, somos compañeros de equipo, podemos desayunar juntos –Dijo él inmediatamente, pero Hinata negó con la cabeza.
–No, no es por eso… bueno un poco sí, pero es que ya es tarde y supongo que en mi casa estarán preocupados… o al menos se preguntarán dónde estoy –Le dijo ella y Kiba asintió.
– ¿Al menos me dejas acompañarte? –No lo podía evitar, no quería que se fuera y mucho menos quería que lo hiciera sola.
Hinata pareció pensarlo un poco y luego contestó en un susurro –Claro puedes acompañarme algunas cuadras.

Kiba bufó por lo bajo y tomó las llaves de su casa. Había entendido la indirecta, Hinata no quería que la acompañase hasta su casa, seguro tenía miedo que alguno de los estirados de Clan Hyuuga la viese con él. Era ridículo, él era su amigo, siempre la había acompañado hasta su casa y siempre la había ido a buscar pero desde que estaban saliendo Hinata siempre ponía alguna excusa. Él lo entendía, realmente lo hacía, ella no quería que su familia se metiese en su vida pues sabía que si bien nunca les había importado realmente, en cuanto ella dijese algo se iban a inmiscuir. Sí, Kiba entendía eso, pero eso no hacía que la idea le gustase.

Caminaron hasta la puerta de la casa y antes de abrirla Kiba acorraló a Hinata contra la pared. La chica sintió enrojecer nuevamente su piel, sintió como se aceleraba su corazón y como sus manos comenzaban a transpirar y a temblar. Sintió los labios de él chocar con los suyos, y nuevamente se avergonzó de la reacción de su cuerpo. Sus manos, aún temblando y con cierta duda, se enredaron en los cabellos de él y se estremeció cuando Kiba mordió suavemente su cuello. Se separaron a los pocos minutos, totalmente alborotados, probablemente no deberían despedirse de ese modo antes de salir a la calle.

...

– ¿Hinata-sama? –Preguntó su primo.

Hinata se detuvo en seco, había intentado llegar a su dormitorio sin ser vista, sin encontrarse con nadie, rogando porque ocurriese como todos los días y la gente la ignorase, pero no fue así. Al parecer sí habían notado su ausencia en el desayuno, y por más que la situación pudiese tornarse incómoda, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Porque aunque no se lo fuese a decir a Kiba, ella tenía miedo de que nadie se hubiese dado cuenta de su ausencia, de que nadie hubiese reparado en que no había dormido allí, de que no les había preparado el desayuno como habitualmente lo hacía.

–Neji-nii-san, buen día –Lo saludó haciendo una pequeña reverencia.
–No estuviste en el desayuno –Las mejillas de la joven se tiñeron de un rojo intenso.
–Y-Yo… Y-Yo Es-Esto... E-Es que… –No sabía qué decir. No podía mentir, era pésima haciéndolo y además eso sería faltarle el respeto a Neji y ella no quería hacer eso pero tampoco podía decirle la verdad, simplemente no podía –Y-Yo… Y-Yo Es-ta-ba…
–Debo ir a entrenar –Fue todo lo que su primo dijo y luego la dejó sola en el medio del pasillo.

Hinata sonrió. Ella sabía lo que su primo había querido decir. Tal vez Neji no fuese un gran conversador, ni demostrase sus sentimientos normalmente como el resto de la gente, pero los tenía. Y pese a lo que le dijese Kiba –Que era un estirado incapaz de tener sentimientos –ella sabía que él se preocupaba por ella. Lo único que le había querido decir su primo era que él sí se había dado cuenta de su ausencia, y lejos de interrogarla, había dejado claro que él se preocupaba por ella.

Así, con una gentil sonrisa, Hinata fue hasta su cuarto. Una vez dentro se sintió rara, se sintió como una extraña en su propia habitación. Ya no era la misma, definitivamente no era la misma que había estado allí el día anterior. Y aunque sabía que nada había cambiado, al menos no espiritualmente, ella era otra. Miró el contenido de su dormitorio, si bien la casa de ella tenía un decorado bastante sobrio, Hinata había puesto todo su esfuerzo en hacer de este un lugar bonito. Había empezado por colocar una cobija color lila con un pequeño dibujo de una mariposa, además se había encargado de colocar algunas fotografías, no tenía muchas, pero entre ellas se encontraba la foto junto a su sensei y a sus compañeros, una con su hermana y la que estaba con su madre en la cocina. Mirándola detenidamente parecía la pieza de una niña, no de una mujer, mucho menos parecía el dormitorio de una kunoichi.

Se preguntó entonces si debería hacer modificaciones en él, si debía, al igual que el resto de su casa, ser un lugar menos "bonito" y más serio. Se preguntó qué pensaría Kiba si fuese a su habitación. Después de todo ella había reparado en la habitación de él, la había observado con cautela y se había dado cuenta de los cambios que esta había experimentado desde la primera vez que la vio, cuando tenía trece años… Sí, la habitación de Kiba había ido cambiando a medida que él lo había hecho. ¿Debería ella modificar su cuarto? Ciertamente ella ya no era la misma, no era la misma que ayer y no era la misma que había egresado de la academia… Su vida había cambiado, ella había cambiado…

No hacían falta títulos - Capítulo 1 "Última barrera"

 Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata.

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.
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No hacían falta títulos 
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Capitulo 1: Última barrera
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Hinata trataba de controlar su respiración y al mismo tiempo ocultaba su sonrojo en el hombro de él. Era ridículo, ella lo sabía, no tenía por qué reaccionar así, ya no al menos. Después de todo el era Kiba, su compañero de equipo, uno de sus mejores amigos, el chico al que amaba y el único que le correspondía. Además no era la primera vez que algo de ese estilo sucedía entre ellos, de hecho ese comportamiento era habitual… Desde hacía algún tiempo que habían cruzado la barrera y que eran algo más que amigos. Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacía falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.

Kiba miró preocupado a su… Bueno, miró preocupado a Hinata. Cuando decidió hacer el beso un poco más pasional creyó que estaba bien, que era lo correcto para la situación, pero ahora comenzaba a tener dudas, y él odiaba tener dudas. ¿Se habría enojado Hinata? ¿Se había pasado de raya? ¿La habría hecho sentir incómoda? Aún con la Hyuuga entre sus brazos, sintiendo el aliento de ella chocar contra su cuello - Cosa que hacía todo más difícil - Se preguntó si ella había querido corresponder a un beso de ese estilo y, haciéndose de todo su autocontrol, la alejó unos centímetros de él.

—Hinata… ¿Estás bien? Yo… ¡Oy, lo siento! —Susurró el castaño completamente incómodo. Él no era bueno hablando, mucho menos disculpándose y peor aún si de sentimientos se trataba.
—Y-Yo… Lo siento Kiba-kun… Y-Yo no debería haber reaccionado así —Contestó ella con la vista fija en el césped.
— ¿Otra vez el KUN? ¿No se te había borrado ya? —Bromeó él para aligerar el momento, no quería profundizar mucho, no era bueno en aquello y siempre terminaba mandándose una macana.

Miró a su compañera en busca de la sonrisa tímida que tanto la caracterizaba. Esa que solo él y algunos privilegiados conocían, pero no la encontró y eso lo preocupó. Al parecer esta vez se había equivocado y lo había hecho en grande. Se acercó nuevamente a Hinata, quería tenerla entre sus brazos porque solo así se sentía tranquilo. Solo con ella a su lado él sentía que todo estaría bien.

— ¿Kiba? –Preguntó ella en un susurro, prácticamente inaudible, pero no para él — ¿Si? —Preguntó él sin atreverse a decir nada más, tenía miedo –Algo increíble en él –de lo que ella pudiese decirle — ¿Crees que podríamos intentarlo otra vez? Es lo que quiero —Se apresuró a decir antes de que él la interrumpiese. Se había armado de valor y no se sentía lo suficientemente fuerte como para insistir mucho.

El castaño alejó un poco para ver sus perlados ojos. Quería estar seguro de que ella realmente lo deseara, no quería imponerle nada, nunca lo había hecho y no empezaría ahora. Solo avanzarían en su relación si ella así lo quería. Él esperaría todo lo que ella necesitase, no tenía apuros –No al menos otros que no fuesen los de las hormonas – y por eso se aseguró que esos ojos blancos, con un tinte lavanda, esos que él tan bien conocía, estuviesen completamente seguros, y así lo estaban.

Cerró sus ojos, no los necesitaba para aquello. En casos como esos ella había aprendido, que era mejor sentir que observar, dejarse llevar que pensar… Eran cosas que nadie le había enseñado, pues su familia nunca fue muy cariñosa que digamos, pero que ella había aprendido con él. No con Naruto como alguna vez lo había deseado, sino con Kiba. Y de eso no podía arrepentirse…

Sintió los labios de él rozar a los suyos y un escalofrío la recorrió de arriba abajo. Kiba era dulce, cálido, suave… Sus movimientos, al menos los que ahora hacía, eran como un pequeño baile. Un baile que bailaban hacía mucho tiempo, una especia de vals. Pero ahora intentarían bailar algo más movido, ella aún no sabía que estilo sería, pero tenía ansias de intentarlo. Antes se había sorprendido, no del beso en sí sino de las sensaciones que le provocó, algo completamente nuevo y desconocido para ella, pero al mismo tiempo emocionante; Y por más que ella había intentado controlarse su cuerpo la había delatado, dejándola en evidencia y haciéndola sonrojarse. Pero ahora, a medida que él iba modificando su beso –con muy pequeños cambios – ella dejaba de pensar y comenzaba a sentir.

La mano derecha del Inuzuka acariciaba con una suavidad delirante la mejilla de ella, y la izquierda comenzaba a moverse –cada vez más rítmicamente –por la nuca de Hinata. Enredando y atrapando entre sus dedos los suaves y brillosos cabellos violetas. Aprisionando, cada vez más, a su delicado rostro contra el suyo. Atrayéndola y sintiéndose glorioso al percatarse de la aceptación y recibimiento de ella. La cual, poco a poco –Y no sin mucho esfuerzo- comenzó a aportar más a aquel momento. Enroscando ella también la mano en su cabello, y apoyando, con mucha timidez, su otra mano en el pecho de él.

Se separaron, luego de un largo rato, con la respiración errática y sus ropas un poco desacomodadas. Kiba levantó la mirada y no se sorprendió al verla totalmente nerviosa y avergonzada. Con ella era así, cada vez que daban un paso hacia delante ella parecía retroceder cinco, pero solo parecía. Él sabía que ella no estaba arrepentida, a ese nivel de comprensión había llegado su relación, solo que ella no estaba acostumbrada a sentir cosas de ese estilos y no podía evitar la reacción de su cuerpo.

—Eso estuvo fantástico —Reconoció él aún con la respiración agitada. Lo más conveniente hubiese sido que no hiciera mención sobre ello, pero él simplemente no podía guardarse las cosas —Te quiero mucho…
—Yo también… —Una enorme sonrisa se dibujó por el rostro del chico quien abrazó a la muchacha y se dejó caer contra el árbol en el que estaban apoyados. Quedando ambos recostados en la grama, ella con el rostro apoyado sobre su pecho, pudiendo sentir los fuertes y descontrolados latidos de su corazón.



"Los camaradas no se ocultan cosas, menos aún cuando pueden afectar al grupo" Esa frase que Shino le había dicho por la mañana le había estado dando vueltas todo el maldito día. ¿Qué se suponía que significaba? ¿Sabía que él y Hinata estaban saliendo? ¿Y si lo sabía por qué no se lo había dicho directamente? Odiaba las indirectas, prefería mil veces las cosas claras y concisas, pero con Shino eso no existía, todo lo que el Aburame decía debía ser reflexionado y analizado. Y eso era algo que Kiba detestaba así que, por lo general, no le daba demasiada importancia a sus comentarios.

Kiba estaba de mal humor, en principio por el comentario de su amigo, pero más aún consigo mismo por no ser capaz de mantener oculta su relación con Hinata. No que lo avergonzara, ni mucho menos, si fuese por él se lo gritaría a todo el mundo, en especial a Naruto, pero ella prefería no decírselo a nadie. En un principio eso lo había molestado, pero luego comprendió que Hinata solo quería facilitar las cosas, lo cierto era que en su mundo era muy difícil llevar adelante una relación y lo era aún más si tenías al resto de las personas observando cada movimiento que dabas.

Nunca le había dicho que la amaba, nunca le había pedido formalmente que sea su novia, nunca había dicho nada, pero todo eso se daba por entendido. Ella tampoco había pronunciado las palabras "Te amo" pero él no necesitaba escucharlas. Las acciones decían más que las palabras y ambos sabían que el otro daría la vida por uno, por eso no necesitaba a nadie más. Eran ellos, en su burbuja privada.

— ¡Kiba! —Canturreó alegre — ¿Cómo estás?
—He estado mejor… —Masculló entre dientes e inmediatamente se arrepintió. Hinata estaba de buen humor y él no quería arruinarlo, y era sabido que ella se preocuparía por él, aún cuando no fuese nada ella lo haría.
— ¿Qué pasa Kiba? ¿Puedo ayudarte con algo? –Preguntó con determinación, esa determinación que había conseguido con los años y mucho esfuerzo.
—Mmm… Ahora que lo dices… ¿Quieres venir a mi casa? Mi mamá y mi hermana se fueron a una misión así que podemos estar tranquilos –Hinata se volvió de rojo intenso y él comenzó a reír — ¡No haremos eso Hinata! No te preocupes. Jaja. Es solo para poder estar tranquilos…

Ella recuperó poco a poco el aire, asintió y comenzó a caminar junto a Kiba. Con el corazón aún acelerado y sintiendo sus mejillas arder. Se sentía fatal, y realmente así debía ser, ¿desde cuándo tenía esas ocurrencias? ¿Desde cuándo esos deseos? ¡Quien lo sabía! Lo único de lo que tenía certeza era que su cuerpo le estaba jugando una mala pasada. Nunca antes se hubiese imaginado que ella, Hinata Hyuuga, pudiese tener esa clase de pensamientos o de deseos, no porque los considerase pecaminosos –porque de hecho no lo hacía- sino porque siempre le había dado mucho pudor estar cerca, demasiado cerca, de un hombre y ahora era exactamente eso, y un poco más, lo que su cuerpo y su mente parecían querer.

Abrió la puerta de su casa y Akamaru apareció instantáneamente a recibirlo, sin embargo pareció pensarlo dos veces antes de saltarle encima como habitualmente lo hacía, al percatarse que Hinata estaba con él. En vez de su saludo habitual movió su cola en claro gesto de alegría y caminó a su lado permitiendo que su amo le diese unas caricias en su cabeza. Hinata, un poco dudosa –No por miedo pues ella sabía que Akamaru nunca la lastimaría –sino por respecto a la relación de ellos dos, se acercó y también depositó algunos mimos sobre el lomo del gran perro blanco.

—Esto… ¿Quieres tomar o comer algo? —Preguntó el castaño rascando su cabellera nerviosamente, deseando que dijese que no pues no sabía nada de cocina, ni siquiera sabía donde se encontraban las cosas.
—D-De acuerdo… ¿Por qué mejor yo no preparo algo y tú…. —La Hyuuga dejo la pregunta cortada, ¿qué haría él?
—Yo tengo que acomodar un poco la casa, está hecha un desorden, sino te molesta puedo hacer eso… ¿Qué me dices?
— ¡Claro!

Le dedicó una sonrisa a él y se fue hacia la cocina. Ya había estado en otra ocasión dentro de esa casa, pero las circunstancias eran completamente distintas. Para empezar la anterior vez ella y Kiba eran solo amigos, compañeros de equipo, segundo también había estado Shino y tercero en aquella oportunidad no había sentido ese deseo tan profundo, esas ansias de algo nuevo, escalofriante y completamente desquiciante. Y por último que Hana y Tsume no estuviesen en la casa no le ayudaba a tranquilizarse, por el contrario la incitaba.

Sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos y se dispuso a buscar los utensilios para preparar té y unas galletas. Abrió varias gavetas hasta encontrar todo lo necesario y luego se puso en marcha. La verdad la cocina le gustaba, en su casa solía cocinar mucho, más para los demás que para ella misma, pero le gustaba de todas formas. Era una de las pocas cosas que compartía con su madre, o eso creía. La única foto que tenía con ella las mostraba a ambas, Hinata y su madre, en la cocina con un montón de galletas, un pastel recién horneado y toda la cocina hecha un caos, como si recién acabaran de terminar. Por eso Hinata siempre se había interesado por el arte culinario, de esa manera retenía vivo el recuerdo de su madre.

Inconscientemente, debido a estar pensando en otras cosas y no prestar atención a lo que hacía, se quemó con la puerta del horno cuando intentaba quitar las galletas. Por más que lo intentó no pudo evitar soltar un pequeño grito. Dos segundos después lo tenía a Kiba a su lado, observando la herida y, una vez asegurado que no era nada grave, riendo por su descuido.

— ¡Kiba! —Lo reprendió — ¡No te burles, le pudo pasar a cualquiera! —Dijo sonrojándose.
—Pero te pasó a ti, hermosa —Y el tiempo se congeló.

Kiba no solía decir cosas de ese estilo. No era de esos que contantemente hacían cumplidos y ella nunca había recibido muchos como para si quiera poder reaccionar. "Hermosa" Una simple palabra que se le había escapado y había dejado a los dos fuera de combate, ninguno sabía cómo reaccionar. Kiba no diría nada, no se arrepentía, después de todo era cierto. Hinata era hermosa. Y ella no se atrevía a decir ni hacer nada, nunca había pensado en si misma de aquella manera. No se sentía fea, no claro que no, pero no creía que encajara en la definición de Hermosa, para ella ahí se encontraban Ino, Sakura y Temari… y ella se veía tan lejos de las otras muchachas.

— ¿Ya está listo el té? —Preguntó él rompiendo cualquier momento incómodo — ¿Quieres ir a mi habitación? Ahí tengo tele —Explicó para que no se diera lugar a malos entendidos, eso era lo que menos quería en ese momento.

Ella asintió y, colocando las dos tazas con la humeante bebida caliente y las galletas en una bandeja, lo siguió rumbo a su dormitorio. Aún analizando esa palabra….



No recordaba en qué momento exacto habían comenzado aquello, mucho menos quién había dado el primer paso, de lo único que era consiente era de lo bien que se sentían sus labios sobre su cuello. El aroma de ella le penetraba las fosas nasales y lo mareaba. Lo confundía y hacía de toda la experiencia un mundo ideal. Debajo suyo Hinata se removía inquieta, no porque se quisiese ir, sino porque al igual que él deseaba más. Sus corazones latían desenfrenados, sus bocas largaban pequeños jadeos, que por más que intentaban no se podían controlar.

Con las manos temblorosas, pero decidas por toda la excitación que recorría su cuerpo, lo abrazó por la cintura y lo presionó más contra sí, haciendo que Kiba soltara un gemido, lo que la descontroló aún más. Nunca, pero nunca, creyó ser capaz de querer y necesitar tanto a alguien de esa forma. Siempre había creído que sería inocente, en el mal sentido de la palabra, por el resto de su vida. Siempre creyó que sería muy niña para despertar esa clase de sensaciones en un hombre, porque ahora a Kiba no lo podía mirar como un chico. Ahora eran un hombre y una mujer, ya no más los adolescentes de 17 y 18 años. Al menos en algunos minutos ella sería una mujer.

Inseguro como nunca lo había estado comenzó a descender el cierre de la campera de ella. Lo alivió ver que ella no ponía resistencia alguna por lo que siguió con su labor. Deleitándose con las curvas que la remera de la chica marcaban en su cuerpo. Preguntándose por qué Hinata escondía tan perfecto cuerpo debajo de tanta ropa… Porque ella es perfecta tal cual es… Se contestó así mismo.



El momento había llegado, ambos estaban desnudos debajo de las sabanas de él. Kiba sobre ella, colocado ya entre sus piernas. La respiración de ambos, si bien aún estaba agitada, había descendido el ritmo. Los nervios los dejaban sentir cada centímetro de piel del otro… Todo era mil veces más real…

— ¿Estás segura? —Preguntó él un vez más —Si, Kiba —Dijo ella cerrando los ojos y esperando la iniciativa de él, pero este no hizo nada, sus ojos perlados volvieron a abrirse con clara confusión reflejados en ellos — ¿Qué pasa Kiba? —El Inuzuka respiró hondo, le deberían dar un premio por aquello — ¿Estás completamente segura? Luego no se puede volver atrás… Es algo que solo se da una sola vez —Maldijo para sus adentros por permitir que aquel lado de caballero saliera precisamente en ese momento —Kiba… Y-Yo te amo… Y-Y E-Estoy S-Segura de E-Esto —Él la miró incrédulo, no parecía que estuviese lista —De verdad Kiba, quiero esto, te amo y esto es lo que quiero –Hinata se puso de un rojo violento y él comprendió que no debía preguntar más, solo actuar, pero antes debía decir solo una cosa más –Yo también te amo…

Y se hundió en ella, lentamente, tan lentamente como su cuerpo se lo permitió. Cerró sus ojos, al igual que lo hizo Hinata, pero eso no le impidió sentir las lágrimas que ella había soltado, ese olor a agua salada era inconfundible. Se detuvo en seco, no quería lastimarla, eso era precisamente lo que menos quería hacer. Abrió sus ojos y vio los ojos de su chica humedecidos y algunas lágrimas recorrer su rostro.

—Puedo parar… aún puedo hacerlo —Dijo él, en una especie de suplica más para él mismo que para ella.
—No pasa nada Kiba, continua, no duele tanto… — ¡Por Dios que mala mentirosa que era! —Kiba… continua, por favor… —Y él lo hizo, cerró nuevamente los ojos y continuó un poco más hasta sentir el olor a metal… a sangre.

Había escuchado hablar a otras chicas, incluso había leído sobre ello pero había supuesto que ella podría aguantarlo. Sin embargo había sido débil, no había podido disimular el dolor ni había podido evitar derramar algunas lágrimas. ¿Qué pensaría Kiba ahora? ¡Nada! Se reprimió mentalmente, ella lo conocía y para él sería tan especial como para ella.



Permanecieron un largo tiempo en silencio, ninguno de los dos podía creer que realmente había sucedido. No porque no lo hubiesen deseado sino porque ninguno de los dos sabía que el otro deseaba lo mismo, el más sorprendido, sin duda alguna, era Kiba. Y sin embargo pese a lo horrible que le había sabido verla llorar, no podía borrar esa estúpida sonrisa de su rostro. Y Hinata, entre sus brazos, tenía la misma sonrisa.