viernes, 5 de noviembre de 2010

No hacían falta títulos - Capítulo 2 "Distinta"

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.

-----------------------------------------------------------------------------
No hacían falta títulos
---------------------------------------------------------------------
Capítulo 2 : Distinta
-------------------------------------------------

 Kiba la observaba dormir. Observaba como su pecho se inflaba y desinflaba con cada respiración que daba. Observaba como su cabellera –Habitualmente siempre bien peinada –Se extendía tras su cabeza toda revuelta. También miraba la ropa que se encontraba en el piso, y aún tenía esa sonrisa en su rostro. Al Inuzuka no le gustaba el silencio o tanta tranquilidad pero en ese momento estar así, en silencio y con Hinata dormida entre sus brazos, le resultaba la mejor sensación de todas.

Por supuesto sabía que esa paz no duraría para siempre, en cuanto ella abriese los ojos tendrían que hablar, o eso suponía él, y la verdad no tenía la menor idea de lo que se suponía que tenía que decir. Él creía, y estaba casi seguro, que lo más importante ya lo había dicho. Sí, lo había hecho, y aunque no estaba en sus planes –Tampoco lo estaba llegar tan lejos –Le había resulta esclarecedor decirle que la amaba, y mucho más que ella se lo dijese a él.

– ¿Hum? ¿K-Kiba? –Susurró Hinata abriendo sus ojos débilmente.
–Buen día Hinata –Contestó él y el nerviosismo comenzó a apoderarse de su cuerpo – ¿Dormiste bien?
–Si, gracias… –La Hyuuga bajó la vista y empezó a jugar nerviosa con sus dedos. Ella quería ser fuerte, quería poder hablar de lo que había sucedido pero era demasiado.

Se aprisionó más contra Kiba y cerró sus ojos. Esperaba que los gestos fuesen suficientes pues no quería hablar o mejor dicho no podía. No se arrepentía, eso no, pero si se sentía incómoda. Más aun estando completamente desnuda en su cama, en su casa. Y lo peor estaba por llegar, se tenía que despedir e irse a su casa donde, si bien nadie le prestaba mucha atención, le reclamarían el por qué no había llegado, porque de eso se darían cuenta –o eso quería creer ella– cuando el desayuno no estuviese listo a tiempo.

Kiba la contempló de reojo y se dio cuenta que Hinata no diría nada, su rostro estaba completamente rojo y sus dedos aún se movían de forma nerviosa. Lo ideal hubiese sido que él tampoco dijese nada, realmente eso hubiese sido lo más seguro, pero él no siempre podía callarse, no siempre podía guardar sus pensamientos, por eso –y sin pensarlo mucho –soltó al aire.

– ¡Lo de anoche estuvo genial… debemos repetirlo! –Hinata se removió inquieta, ya no sentía calor solo en sus mejillas, ahora se sentía ardiendo de la vergüenza.

El castaño se reprendió mentalmente. ¿No había pensado él minutos atrás que hablar sobre aquello sería muy incómodo? Sí, claro que sí, pero por lo general él no solía respetar siquiera lo que él mismo pensaba. Kiba simplemente actuaba, así lo había sido siempre… Y nunca nadie le había dicho nada, o bueno en realidad si se lo habían dicho, infinidades de veces para ser más exactos, pero él nunca les había hecho caso. Salvo a una persona… A Hinata, porque para él –aunque odiase admitirlo pues no estaba en su naturaleza hablar de sentimientos –Hinata lo era todo. Era su mejor amiga, la única en la que podía confiar plenamente –pues en ella no había maldad alguna -, ella era todo para él. La amaba, lo había hecho por mucho tiempo en silencio, había sido más que paciente cuando ella no hacía más que desmayarse por Naruto y todo ese tiempo había sido recompensado, porque cuando Hinata le correspondió lo hizo en serio… sin recordar ni una vez a Naruto, había sido solo de él… Era solo de él.

–Yo… Lo siento Hinata, no debería haber dicho eso –Sí, otra vez había metido la pata.
–N-No, no p-pasa nada… Y-Yo, Y-Yo… –Ella deseó por un minuto poder hablar con seguridad y decirle que para ella también había sido genial y que, aunque le diese mucha vergüenza, ella también quería repetirlo, pero no estaba en su naturaleza ser tan desenvuelta –K-Kiba…
–No digas nada, yo sé –La calmó él y ella sonrió.

Kiba siempre la entendía, muy pocas veces realmente habían discutido, aunque más que discusiones eran malentendidos, cosas insignificantes. Y daba gracias a que esta no fuese la excepción, que Kiba, al igual que siempre, había entendido que ella sentía lo mismo, porque realmente estaba segura de que si lo hubiese tenido que decir le hubiese costado al menos todo el día.

El castaño besó su frente y se levantó de la cama luciendo únicamente unos calzoncillos. Hinata no sabía cuándo se los había colocado, ella aún estaba completamente desnuda. Observó como Kiba se vestía, y lo que más le avergonzó es con la intensidad con las que sus ojos buscaban y miraban el cuerpo del muchacho. Kiba era lindo, eso siempre lo había sabido, no hacía falta que lo viese semi-desnudo para decir aquello, pero nunca se había imaginado que también sería…. Bueno ella no sabía cuál era la palabra, se imaginaba que el resto de las chicas dirían que él era sexy, pero ella no solía usar esa palabra, es más, le daba vergüenza siquiera pensarlo. Así que pensó que la mejor manera de denominarlo sería diciendo que él ya era todo un hombre, que atrás había dejado al niño que conoció en la academia y que también había dejado de ser un adolescente. Sí, pensó justo antes de que él se colocase su remera, Kiba era un hombre.

– ¿Quieres que salga para que te cambies? –Hinata parpadeó sorprendida, se había envuelto demasiado en sus pensamientos.
–E-Esto… Si, gracias –Kiba se acercó una vez más a ella, besó sus labios y luego salió del cuarto.

Fue directamente a la cocina, quería prepararle el desayuno a ella, pero realmente era un desastre. Sin embargo, trató de imitar lo que su hermana y su madre solían hacer cuando estaban en la cocina. Puso agua a calentar, buscó entre los estantes las hebras para el té y luego rebuscó por todos los estantes en busca de comida. Su resultado fue, un desastre. Enojado, bufó por lo bajo. Debería aprender un poco más sobre cocina, no quería parecer un tonto frente a Hinata. Resignado, acomodó todo el embrollo que había ocasionado y esperó a Hinata.

Quince minutos después Hinata apareció en la cocina. Su rostro ya no estaba tan colorado, solo tenía sus mejillas un poco rosadas haciéndola lucir extremadamente hermosa, como una niña pequeña… Aunque ya no lo fuese. Lentamente, dudando en cada paso, ella se acercó a él. Tomó una de sus manos y en un jaleó casi imperceptible lo atrajo hacia ella, haciendo que él se agachara un poco para poder besarlo. Kiba contestó gustoso, y nuevamente se olvidó de la delicadeza y de la ternura y dejó a sus instintos y a sus hormonas dominar aquel beso. Hinata correspondió, e intentó –por una vez – ser ella la que marcase el ritmo, no quería ir tan rápido, quería un beso un poco más dulce y se sorprendió cuando Kiba sonrió contra sus labios y relenteció el movimiento de los suyos.

–Eh… Iba a preparar el desayuno pero bueno no es lo mío, así que ¿qué te parece si vamos a desayunar a algún lugar? –La invitó cuando se separaron.
–Mmm, lo siento Kiba mejor lo dejamos para otro día… ¿Si? –No quería que él se enojase, pero no creía que ir a desayunar fuese la mejor idea.
– ¿Es por qué no quieres que nos vean juntos? Si es por eso no tiene sentido... Ya sabes, somos compañeros de equipo, podemos desayunar juntos –Dijo él inmediatamente, pero Hinata negó con la cabeza.
–No, no es por eso… bueno un poco sí, pero es que ya es tarde y supongo que en mi casa estarán preocupados… o al menos se preguntarán dónde estoy –Le dijo ella y Kiba asintió.
– ¿Al menos me dejas acompañarte? –No lo podía evitar, no quería que se fuera y mucho menos quería que lo hiciera sola.
Hinata pareció pensarlo un poco y luego contestó en un susurro –Claro puedes acompañarme algunas cuadras.

Kiba bufó por lo bajo y tomó las llaves de su casa. Había entendido la indirecta, Hinata no quería que la acompañase hasta su casa, seguro tenía miedo que alguno de los estirados de Clan Hyuuga la viese con él. Era ridículo, él era su amigo, siempre la había acompañado hasta su casa y siempre la había ido a buscar pero desde que estaban saliendo Hinata siempre ponía alguna excusa. Él lo entendía, realmente lo hacía, ella no quería que su familia se metiese en su vida pues sabía que si bien nunca les había importado realmente, en cuanto ella dijese algo se iban a inmiscuir. Sí, Kiba entendía eso, pero eso no hacía que la idea le gustase.

Caminaron hasta la puerta de la casa y antes de abrirla Kiba acorraló a Hinata contra la pared. La chica sintió enrojecer nuevamente su piel, sintió como se aceleraba su corazón y como sus manos comenzaban a transpirar y a temblar. Sintió los labios de él chocar con los suyos, y nuevamente se avergonzó de la reacción de su cuerpo. Sus manos, aún temblando y con cierta duda, se enredaron en los cabellos de él y se estremeció cuando Kiba mordió suavemente su cuello. Se separaron a los pocos minutos, totalmente alborotados, probablemente no deberían despedirse de ese modo antes de salir a la calle.

...

– ¿Hinata-sama? –Preguntó su primo.

Hinata se detuvo en seco, había intentado llegar a su dormitorio sin ser vista, sin encontrarse con nadie, rogando porque ocurriese como todos los días y la gente la ignorase, pero no fue así. Al parecer sí habían notado su ausencia en el desayuno, y por más que la situación pudiese tornarse incómoda, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Porque aunque no se lo fuese a decir a Kiba, ella tenía miedo de que nadie se hubiese dado cuenta de su ausencia, de que nadie hubiese reparado en que no había dormido allí, de que no les había preparado el desayuno como habitualmente lo hacía.

–Neji-nii-san, buen día –Lo saludó haciendo una pequeña reverencia.
–No estuviste en el desayuno –Las mejillas de la joven se tiñeron de un rojo intenso.
–Y-Yo… Y-Yo Es-Esto... E-Es que… –No sabía qué decir. No podía mentir, era pésima haciéndolo y además eso sería faltarle el respeto a Neji y ella no quería hacer eso pero tampoco podía decirle la verdad, simplemente no podía –Y-Yo… Y-Yo Es-ta-ba…
–Debo ir a entrenar –Fue todo lo que su primo dijo y luego la dejó sola en el medio del pasillo.

Hinata sonrió. Ella sabía lo que su primo había querido decir. Tal vez Neji no fuese un gran conversador, ni demostrase sus sentimientos normalmente como el resto de la gente, pero los tenía. Y pese a lo que le dijese Kiba –Que era un estirado incapaz de tener sentimientos –ella sabía que él se preocupaba por ella. Lo único que le había querido decir su primo era que él sí se había dado cuenta de su ausencia, y lejos de interrogarla, había dejado claro que él se preocupaba por ella.

Así, con una gentil sonrisa, Hinata fue hasta su cuarto. Una vez dentro se sintió rara, se sintió como una extraña en su propia habitación. Ya no era la misma, definitivamente no era la misma que había estado allí el día anterior. Y aunque sabía que nada había cambiado, al menos no espiritualmente, ella era otra. Miró el contenido de su dormitorio, si bien la casa de ella tenía un decorado bastante sobrio, Hinata había puesto todo su esfuerzo en hacer de este un lugar bonito. Había empezado por colocar una cobija color lila con un pequeño dibujo de una mariposa, además se había encargado de colocar algunas fotografías, no tenía muchas, pero entre ellas se encontraba la foto junto a su sensei y a sus compañeros, una con su hermana y la que estaba con su madre en la cocina. Mirándola detenidamente parecía la pieza de una niña, no de una mujer, mucho menos parecía el dormitorio de una kunoichi.

Se preguntó entonces si debería hacer modificaciones en él, si debía, al igual que el resto de su casa, ser un lugar menos "bonito" y más serio. Se preguntó qué pensaría Kiba si fuese a su habitación. Después de todo ella había reparado en la habitación de él, la había observado con cautela y se había dado cuenta de los cambios que esta había experimentado desde la primera vez que la vio, cuando tenía trece años… Sí, la habitación de Kiba había ido cambiando a medida que él lo había hecho. ¿Debería ella modificar su cuarto? Ciertamente ella ya no era la misma, no era la misma que ayer y no era la misma que había egresado de la academia… Su vida había cambiado, ella había cambiado…

No hay comentarios: