viernes, 5 de noviembre de 2010

No hacían falta títulos - Capitulo 3 "Dirty little secret"

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kibay y Hinata

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.

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No hacían falta títulos
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Capítulo 3 : Dirty little secret
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- ¿No piensas hacer nada? – Preguntó su hermana con cierto tono de fastidio - ¿Te quedaras todo el día aquí?
-Sí, no veo por qué deba irme, esta es mi casa y hoy es mi día libre –Contestó él acomodándose aún más en el sillón – De todas maneras, ¿por qué insistes tanto en que me vaya? ¿Esperas a alguien? –El rostro de Hana se transformó y Kiba supo que había acertado -¡Oh ya veo! –Comentó alegre –Quieres la casa sola para estar con tu novio… -Comentó burlón.
-¿Y qué si quiero eso? –Contestó ella desafiante -¡Ahora vete! No tengo tiempo y no creo que un niño como tú lo entienda –Dijo finalmente molesta.
-¿A quién le dices niño? –Estalló – Repito, esta casa es también mía así que tengo tanto derecho como tú, ¿qué te hace pensar que yo tampoco quiero la casa para mí solo? –Odiaba cuando su hermana lo trataba como un niño, definitivamente él no lo era y aunque tal vez en ese preciso momento se estuviese comportando como uno, su hermana debería saber que él ya era un hombre, no podía siquiera dudarlo luego de convertirse en Jounin y de hacer innumerables misiones para su clan, misiones que habían sido extremadamente difíciles.
-¿Sí? ¿Y a quién traerías? ¡Por favor Kiba no molestes, con la única chica que andas es con Hinata, y claramente no son más que amigos! –Concluyó ella.

Por un momento pensó en contradecirla y contarle qué tan amigo era de Hinata, pero pudo controlarse. Sí, por más que la idea fuese muy tentadora, decir la verdad sería meterse en un problema. Porque si Hana lo molestaba por algo como aquello no quería ni imaginar cómo serían sus burlas si se enteraba que estaba saliendo con Hinata. Así que levantándose del sillón le dedicó una sonrisa vencedora, porque aquella pelea la había ganado él –aún cuando su hermana no se hubiese enterado-, él la había ganado, y salió de su casa seguido por Akamaru.

Una vez fuera de su hogar el perro lo miró interrogando adónde irían ahora. Kiba se encogió de hombro lo cierto era que estaban cómodos en su casa, viendo televisión, y ahora que estaba en las calles alborotadas de la aldea no sabía qué demonios hacer. Caminaron sin rumbo por un largo rato hasta que llegaron, sin habérselo planteado, a donde solían entrenar con el equipo 8 cuando eran unos niños…

Sin deseo de seguir caminando se dejó caer contra un árbol y comenzó a arrojarle una vara a Akamaru para que jugara. El perro movía su cola esperando que su amo la arrojase bien lejos y luego salía corriendo en busca de esta, hasta encontrarla y llevársela a Kiba para repetir todo el proceso. El castaño admiraba a su amigo canino, Akamaru parecía no haber perdido nunca sus ganas de jugar, siempre seguía pidiéndole a Kiba que jugase con él. Era sorprenderte para el Inuzuka que, a pesar de todas las cosas que habían sucedido, todas las misiones a las que se habían tenido que enfrentar, toda la crueldad que habían visto, Akamaru siguiese corriendo de tras de una palo de madera con tanta alegría, persiguiendo aquella vara como si fuese el objeto más entretenido…

Se preguntó entonces si él, a pesar de todo, seguía siendo el mismo. Se preguntó si al resto de las personas lo seguiría viendo igual. Kiba creía haber cambiado, no en lo esencial –pues él seguía siendo impulsivo, entrometido, divertido y competitivo- pero sí con respecto a otras cosas. Las responsabilidades, eran un ejemplo de ello. Antes las repelía e ignoraba pero ahora siempre las tenía presente, las seguía odiando, de eso no había duda, pero no las eludía. Otra ejemplo era su relación con Hinata, si bien nadie lo sabía –o casi nadie, pues estaba seguro que Shino estaba al tanto-, Kiba estaba seguro que con ella era cuando más demostraba haber madurada. Tal vez siempre cometiese errores, tal vez aún no supiese cuando debía callar y cuando no, tal vez no era perfecto… pero creía que había cambiado, al menos un poco, y que ese poco era para mejor.

A su lado Akamaru ladró un tanto molesto por la falta de atención del castaño y a la vez preocupado, Kiba no solía pensar tanto -¡Bah! No sé para que pienso tanto… ¿Estamos bien así, verdad amigo? –Akamaru volvió a ladrar y movió su cola alegremente -¿Qué te parece si vamos a visitar a Hinata? –El can volvió a ladrar y Kiba de un salto se puso de pie, decido.



Unos golpes en su puerta la sobresaltaron, ciertamente no esperaba a nadie y no era algo habitual, o al menos algo que presagiase algo bueno, que alguien de su familia se acercase a su dormitorio. Por eso, con cierta duda y un poco de nerviosismo abrió la puerta. Se sorprendió mucho ver a su hermana pequeña frente a ella, hacía bastante que no la veía considerando que vivían en la misma casa, por eso no pudo evitar esbozar un pequeña sonrisa, la cual su hermana contestó.

-Onee-chan –Hizo una pequeña reverencia, la cual Hinata respondió alegremente y luego dijo anunció – Un chico vino a verte –Hinata enrojeció inmediatamente y solo segundos después se percató de que Kiba estaba uno pasos más allá que Hanabi.
-E-Esto... N-No… Él… Él es K-Kiba, n-no es un c-chico... él, él es m-mi com-compañero de e-equipo... O b-bueno, solía s-serlo. Él es un amigo –Dijo finalmente, completamente roja y sintiendo la mirada de Kiba sobre ella, claramente sus palabras lo habían hecho enojar. Por su parte Hanabi la miraba sin comprender nada.
-Si –Dijo Hanabi –Bueno los dejo solo, tengo que ir a entrenar, Neji-nii-san me debe estar esperando –Hizo una reverencia a ambos y luego se retiró.

Hinata miró de reojo a Kiba, este seguía con su ceño fruncido y no la miraba a los ojos, a su lado Akamaru intercambiaba miradas entre ella y él. Tímidamente y entristecida por la expresión de él abrió un poco más la puerta de su cuarto y con un gesto les indicó a ambos que ingresaran. Una vez dentro Kiba cerró la puerta, puerta que Hinata había dejado abierta deliberadamente para que nadie pudiese pensar cosas que no eran, o bueno que eran pero que ella no quería que supiesen. Kiba ahora la miraba, no con su sonrisa habitual, sino con sus ojos entrecerrados y claramente enojado.

El castaño se sentía ofendido. Las palabras de ellas le habían molestado, habían herido su ego masculino y su orgullo. ¿Él no era un chico? Eso era lo que ella pensaba, realmente comenzaba a pensar que lo mejor que podría haber hecho ese día hubiese sido quedarse en su cama, no levantarse. De ese modo no tendría que haber soportado las burlas de su hermana y ahora no se encontraría enojado con ella.

De pronto Akamaru ladró y atrajo la atención de su amo, quien posó la vista justo donde su can estaba parado. Y allí se dio cuenta que junto a él se encontraba un gran ventanal, una hermosa puerta balcón que daba a lo que parecía ser un patio de invierno, lleno de flores y de plantas. Simplemente hermoso. Akamaru volvió a ladrar y antes de que él pudiese contestarle Hinata habló.

-¿Quieres salir? –El gran perro blanco agitó su cola en respuesta y ella abrió la puerta –Solo no te alejes mucho, ¿sí? –El perro ladró un vez más y salió de la habitación dejando a la pareja sola –E-Esto Kiba… yo…
-¿No soy un chico? –Hinata inmediatamente negó con su cabeza -¿Entonces que soy? ¿Solo un amigo? ¿Un compañero al igual que Shino? –Quizá estuviese exagerando las cosas, pero no podía evitarlo, después de todo era normal sentir dudas, más aún sobre las movedizas bases de su relación.
-Y-Yo no quería decir eso… P-Por favor perdóname –Susurró sin poder alzar la vista a él, esperando que él dijese algo, pero el castaño no abrió su boca -¿Kiba? –Nada –Lo siento… Y-Yo si te considero un chico… T-Tú lo sabes… D-De lo contrario yo… Y-Yo… y T-Tú... Tú sabes… Te quiero -Finalizó completamente abochornada.
-Entonces, ¿por qué te empeñas tanto en remarcar a los demás que no lo haces o al menos de una forma especial? -¿Quién rayo lo hacía preguntar esas cosas? No lo sabía, pero de lo que estaba seguro era que había enloquecido.
-Tú sabes –Comenzó ella un poco más segura y pudiendo, esta vez, mirarlo a los ojos –No quiero que nadie nos moleste… me gusta estar contigo –Murmuró completamente colorada -, y ellos… no sé tal vez nos molesten y yo no quiero eso.

Entonces Kiba sonrió, satisfecho con las palabras de la Hyuuga y sonrió abiertamente exponiendo sus colmillos. Hinata suspiró aliviada, no le gustaba estar peleada con él, y también sonrió. Entonces, y sin previo aviso, el castaño estampó sus labios contra los de ellas. Tratando, como siempre, de ser gentil y suave, de ser dulce y calmo… Pero fallando como de costumbre. Besando con pasión los labios de la chica que tanto le gustaba, respirando su dulce aroma a lavanda, extasiado por las sensaciones que sus sentidos captaban a cada segundo.

Lentamente, siempre dándole la posibilidad a ella de negarse, fue bajando el cierre de su campera y luego, con la misma lentitud, la fue llevando hasta su cama donde se tumbó arrastrado a ella con él. Sonrió sintiendo el colchón bajo ellos amoldarse a sus cuerpos, sintiendo la calidez de la joven sobre su pecho, saboreando su labios y comenzando a acariciar, delicadamente, sus curvas. Fue entonces, luego de llevar varios minutos en aquella actividad, cuando sintió las manos de ella apartarlo levemente. No con fuerza pero si lo suficiente para que él la soltase.

-¿Hice algo mal? –Estaba casi seguro que no, pero igual no pudo evitar sentirse inseguro. Hinata inmediatamente negó –De acuerdo –Dijo entonces él un poco frustrado.
-E-Esto ¿Kiba? –Susurró ella para llamar su atención, este la miró y asintió –Aquí… No podemos… - El castaño la miró confundido. Ella aún más sonrojada hizo un sello y cuando volvió a levantar la vista sus ojos estaban rodeados de esas venas tan características –Byakugan… Cualquiera lo puede estar usando.
-No había pensado en ello… -Dijo de pronto muy nervioso, rogando porque Neji o el padre de Hinata no hubiesen estado por ahí cerca –Tengo una pregunta… -Hinata asintió -¿Te molestó que venga hasta aquí? Me refiero hasta tu casa.
-No, no realmente –Susurró ella, no quería volver a tener un mal entendido con él, así que se armó de valor y trató de explicarse lo mejor posible –Es que si te ven ellos puedes darse cuenta que nosotros… que nosotros estamos saliendo.
-¿Y eso sería una vergüenza para ti? ¿Un horror? –Hoy realmente no era su día, parecía una niñita, sintiéndose tan inseguro –Olvida lo que dije.
-No te enfades Kiba… De verdad no es así –Le aseguró ella –Si mi familia no fuese… Bueno no fuese como es… Y-o Yo, yo les diría, les contaría…. –Kiba sonrió un poco más contento –Si esto es realmente importante para ti… yo… yo puedo decírselos, a ellos y al que quieras… De verdad, pero por favor Kiba… No te enfades.
-¡Nah! No hace falta que se lo digas a nadie –Hinata asintió y Kiba sonrió satisfecho.

Con esas simples palabras Hinata lo había tranquilizado. Ella parecía tener ese efecto en él. El castaño podía ser impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía sin ningún reparo, cosa que muchas veces le ocasionaba problemas, pero ella siempre lograba calmarlo y llenarlo de una sensación de paz que solo Hinata podía hacerle sentir.



Besó con ímpetu sus labios, queriendo marcarla como suya, presionando –un poco más de lo necesario-sus colmillos, bajando y repitiendo la misma acción en su cuello y ahí sí dejando un marca, una leve pero visible marca roja. Hinata se estremeció bajo sus brazos, y él sonrió satisfecho. Sin embargo esa sonrisa se borró cuando volvió a pensar en por qué se encontraban reunidos, en por qué él ponía tanto esmero en besarla… Una misión. Y para su desagracia no era él el que se iba, sino ella…

No dudaba de sus capacidades, ciertamente no lo hacía. Si bien ella seguía siendo un chunin –lo seguía siendo pues aún no había juntado el valor para presentar el examen Jounin- ella era una fuerte kunoichi. Con los años había mejorado hasta niveles increíbles, había desafiado y vencido todas las barreras que ella y el resto de la gente había colocado en su camino. Y ahora casi nadie dudaba de sus capacidades. Pero, a pesar de saber todo eso, no podía evitar sentirse ansioso, nervioso. No podía evitar preocuparse, después de todo él sabía que todas las misiones podían presentar dificultades, que todas podían resultar fatales. Y que la misión a la que ella partiría en minutos fuese de rango A, con posibles dificultades que la asciendan de nivel, no lo tranquilizaba en absoluto.

-Promete que te cuidaras –Volvió a insistir él.
-Kiba –Susurró.
-Prométemelo –Insistió una vez más.
-De acuerdo, lo prometo –Susurró ella –No tienes por qué preocuparte, somos varios y la misión no será tan difícil.
-No digas eso, no lo sabes, tú solo procura regresar sana y salva –Hinata sonrió y asintió –Y no te olvides de mí, ¿sí? –Ella asintió y se paró en puntillas de pie para besar una vez más sus labios –Y no pases mucho tiempo cerca de Naruto…
-¡Kiba! –Le reprochó ella en un suave susurro –Sabes que y-yo no siento nada por él… S-Solo respeto –El muchacho asintió, ella tenía razón, a estas alturas no podía seguir teniendo dudas con respecto al rubio –Te quiero mucho… V-Voy a… a extrañarte –Los intentó más no puedo evitar enrojecer tras decir esas palabras.

Kiba simplemente sonrió alegremente, y les respondió con un cálido "Yo también". Nuevamente se inclinó para besar sus labios y para despedirse de su chica. Quince largos minutos estuvo degustando su boca, su cuello y toda la superficie que ella le dejase probar. Todo, besó todo. Volviendo, con terquedad y un poco de inmadurez, a presionar sus labios y sus colmillos sobre su cuello, queriendo aumentar la marca, queriendo que aquello no se borrase por días. Queriendo que ella no lo olvidase…

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Bueno hasta aquí este cap! Espero les haya gustado, si quieren son bienvenidos sus comentarios!
Un beso,
Lu
 

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