viernes, 5 de noviembre de 2010

No hacían falta títulos - Capitulo 5 "Meses"

Disclaimer. Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata.

Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.


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No hacían falta títulos
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Capitulo 5 : Meses
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Inuzuka Kiba, si te otorgo esta misión a ti es porque considero que eres uno de los más aptos para ella, ¿tienes alguna objeción? –Kiba miró a la Hokage y negó con la cabeza. No le agradaba aquello, o al menos no del todo, pero ella era la quinto y era de temer.
¿Quiénes serán mis compañeros en la misión? –Preguntó ya resignado, después de todo era una misión, era su trabajo y él nunca había flanqueado ante el.
-Toda la información que necesites está en el sobre que te di, lee atentamente las indicaciones –Kiba asintió y luego se marchó del despacho de Tsunade.

Kiba seguía recordando esa conversación que había sostenido con la Hokage esa mañana. Cuando su madre lo había despertado anunciándole que Tsunade lo había mandado a llamar se había entusiasmado. Tener una misión siempre era gratificante, aun cuando tuviese que pasar tiempo lejos de Hinata, la sensación de hacer algo valioso para la aldea siempre lo entusiasmaba. Con ese pensamiento positivo había ido hasta la torre de Konoha, pero todo se había esfumado cuando Tsunade, a grandes rasgos, le describió la misión.

No tenía miedo, nunca lo había tenido y no comenzaría ahora. Y si consideraba la importancia de esa misión se tendría que sentir eufórico, completamente emocionado y halagado porque tal misión hubiese sido designada a él, más aún tendría que estar completamente agradecido. No había reconocimiento mayor, creía él, que el de ser mandados a misiones de rango S y encima ser el líder, como este era el caso. Sí, tendría que sentir todo eso, tendría que estar contento, entusiasmado, pero no lo estaba.

Tal vez en otro momento de su vida, o en otro momento en general se hubiese sentido como debía. Pero ahora, con las cosas como estaban, con las nuevas cosas que había en su vida, se encontraba un poco confundido. Sólo un nombre, sólo una persona lo volvía loco, loco al límite de entristecerse por tener una misión tan importante. Hinata… No quería dejarla sola, no quería estar tanto tiempo separado de ella…

Era mucho tiempo, demasiado, más del que él creía poder soportar. ¿Qué diría Hinata? ¿Qué haría ella? Estaba seguro que la suerte y el destino no estaban de su lado. Porque ese día, justo ese día, él la había invitado a una cita oficial, una cita oficial donde él se dejaría de juegos y haría la pregunta que hacía mucho tendría que haber hecho. Le pediría que fuese su novia, no era mucho, pero más de lo que ya tenían. Kiba se había cansado de ocultar lo suyo, se había cansado de tener que fingir frente a los demás… Se había decido, pero eso ya no tenía sentido.

Sus planes se habían esfumado, no podía pedirle aquello, simplemente sería egoísta. ¿Cómo podía pedirle que fuese su novia si él se iría por tanto tiempo? Kiba sabía que esa misión sería extremadamente larga y, aunque él estuviese seguro de sí mismo, también sabía que era extremadamente peligrosa. Entonces, ¿cómo podía pedirle eso cuando él se iría y tal vez no volviese? Simplemente era egoísta. Él no podía hacer eso, aún cuando fuese lo que más quería, no quería atar a Hinata a él, no de esa forma.

–¡Kiba! –Gritó Hana al entrar a su cuarto –¡Levántate y ponte a hacer algo! –Pero pronto se calló al ver el estado de su hermano pequeño –¿Te encuentras bien?
–¿Eh? Sí, claro que estoy bien, estoy mejor que bien –Mintió tras una sonrisa –Me voy de misión en dos días y no te veré por mucho tiempo –Bromeó.
–¿Cuánto tiempo? –Preguntó con la voz suave, ella conocía a Kiba, lo conocía demasiado bien como para saber cuándo algo se ocultaba tras sus sonrisas y sus bromas.
–Meses… Quien sabe con exactitud, yo calculo siete como mínimo y hay que considerar la posibilidad de que no regrese, pero que sé yo… Para esto sirve Shikamaru –Los ojos de Hana se abrieron como platos, pero luego se tranquilizó, esta era la vida que ellos habían elegido.
–Ya veo… ¿Y qué haces tirado en tu cama? ¿Por qué no estas saltando como loco? ¿No eres tú el que siempre dice que las misiones difíciles son las mejores recompensas? –Preguntó mientras se sentaba junto a su hermano, en la cama.
–¡Quería descansar! –Se excusó Kiba –Pero veo que es imposible, así que iré a preparar algunas cosas…

Se levantó de la cama y tomando su mochila salió de su habitación. Esperaba que Hana no se hubiese dado cuenta de mucho. No quería tener que lidiar con nada más. Se despidió de su madre que estaba limpiando la cocina y salió de su casa. Fuera el aire fresco golpeó contra su cara y se sintió un poco, pero solo un poco, más relajado. Tenía que empezar a organizar todo, y aunque no le gustase la idea de pedir ayuda, si quería ser un buen líder tendría que hacerlo. Por eso comenzó a caminar rumbo a la casa del Nara.

No se lo iba a decir a su amigo, pero le hubiese gustado que él formase parte del equipo. Sabía que Shikamaru no poseía las cualidades que se requerían para esa misión en especial, y que por tanto no sería muy útil, pero tener un amigo cerca siempre lo ayudaba a serenarse. No que se llevase mal con el resto del equipo que le había sido asignado, de hecho era todo lo contrario, pero igual le hubiese gustado que Shikamaru lo acompañase.

Volvió a repasar mentalmente la lista que le había dado Tsunade. Primero estaba Ino, esa decisión no lo sorprendió, el clan Yamanaka se especializaba en técnicas que servían para la recopilación de información y para la interrogación de personas. Ino sería de mucha ayuda, sin mencionar su ninjutsu médico. Después estaba Ko, estaba claro que un Hyuuga iría a esa misión, el Byakugan serviría de mucho. Por suerte no había sido Hinata, por mucho que la quisiera cerca, no hubiese querido que se tenga que exponer a tal peligro. Luego estaba Genma, no hacía falta que mencionase sus habilidades en ataque. Yugao Uzuki, a ella no la conocía muy bien, solo habían compartido una misión juntos y prácticamente no habían hablado, lo único que sabía de ella era que pertenecía al escuadrón de rastreo de ANBU, así que también comprendía por qué le habían convocado a esa misión.

–¡Kiba! –Lo saludó Shikamaru una vez que llegó a su casa –¿Qué te trae por aquí?
–¡Hola Shikamaru! –De pronto Kiba comenzó a sentirse tonto, odiaba tener que pedir ayuda, pero esta vez más que ayuda eran consejos y estaba seguro que eso era lo que tenía que hacer –Necesito hablar contigo de algunas cosas… –El Nara lo invitó a pasar a su casa y juntos caminaron hasta la sala donde Shikamaru solía jugar al shogi, una vez ahí, ambos se sentaron en el piso.
–¿No me iras a pedir consejos sobre las mujeres, verdad? Sabes que opino de ellas, son todas unas problemáticas… –Bromeó Shikamaru, pero en seguida se calló al ver la expresión del Inuzuka. Algo iba mal, Kiba nunca estaba tan serio.
–Mira esto… –Kiba le entregó el sobre que le había dado Tsunade.

Shikamaru abrió el documento y leyó atentamente.

A Kiba Inuzuka:

Adjunto a esta breve carta se encontrarán todos los datos de utilidad e información para llevar a cabo la misión para la que fue solicitado.

Rango de la misión: S (A saberse que es de vital importancia que esta misión sea exitosa, sin importar consecuencias o bajas en el equipo)

Composición del equipo: Inuzuka Kiba -Jounin- (líder de la misión y encargado del desempeño de los demás integrantes), Yamanaka Ino -Jounin-, Shiranui Genma -Jounin-, Hyuuga Ko -Jounin- y Yugao Uzuki -ANBU.

Objetivo: La misión a desarrollarse, en el país del agua, más específicamente en la Aldea de la Niebla, constituye en realizar una tarea de rastreo, reconocimiento del lugar, recopilación de información, emboscada y exterminación de KabutoYakushi. Según información recopilada, conserva intenciones de atacar la Aldea de la Hoja y destruirla definitivamente, como era el plan de su maestro, sin mencionar que continua con los experimentos que alguna vez había realizado Orochimaru. Los datos de que se encuentra en el país del agua tienen gran solidez, pero no se descarta que este en constante movimiento y que el rastreo que tengan que realizar sea por un perímetro mayor al del país.
Debe comprenderse que esta misión es de crucial importancia para la aldea y todos sus habitantes.
De mi mayor consideración.

Atte.

Tsunade

Hokage

Shikamaru guardó la carta en el sobre y cerró los ojos. A su lado Kiba se movía impaciente, sabía que Shikamaru era un vago, ¿pero hasta tal punto? Y entonces se dio cuenta, entonces comprendió. Había cometido un error, había pasado por alto una cosa. Ino. Shikamaru y ella salían, eran novios. Probablemente, a juzgar por la cara de su amigo y por su buen humor inicial, el Nara no sabía que ella había sido asignada a la misión. No lo había sabido hasta que él le dio el sobre con los datos.

–Lo siento Shikamaru, no me di cuenta –Intentó explicarse Kiba.
–Supongo que me habría enterado tarde o temprano –Dijo sin mucha emoción. Parecía triste pero Kiba no lo podía asegurar, después de todo Shikamaru rara vez expresaba alguna emoción, su cara simplemente siempre expresaba aburrimiento.
–¿Estás bien? ¿Estás enojado con Ino? –No sabía qué decir y qué pensar.
–¿La cuidaras? ¿La cuidarías por mí? –Le preguntó Shikamaru sin darle importancia a las preguntas de Kiba –Yo prometo cuidar a Hinata mientras tú no estés, pero por favor cuida a Ino –Murmuró –Vuelve vivo con ella, ¿lo harás?

Kiba se quedó mirando a su amigo. Si él se sentía mal con esa misión, no quería ni imaginar cómo se encontraba el Nara. Quería prometer que lo haría, que volvería con vida y que junto a él volvería Ino, pero la verdad es que no podía, no podía prometerle eso a Shikamaru, no podía prometérselo a Hinata, ni a su madre o a su hermana. No podía prometerlo, solo podía prometer que daría todo de si por proteger a sus camaradas, como Shino solía decirles, y porque todos volviesen con vida.

–Haré todo lo que este en mis manos, lo prometo –Dijo serio, más serio de lo que Shikamaru lo había visto en su vida.
–Gracias, cuida de ella pero no le digas que te lo pedí, eso sería demasiado problemático, ya me la imagino fastidiándome por eso… ¡Problemática!
– Jaja, de acuerdo, pero si quiero aumentar las probabilidades de éxito necesito que me ayudes, tengo algunas ideas sobre estrategias y he sacado algunos porcentajes, pero tú eres mejor que yo en eso… ¿Me ayudas?

El Nara asintió y escuchó atento a todo lo que Kiba decía. Así se pasaron el día, planeando estrategias, previendo posibles conflictos y emboscadas, sacando porcentajes de probabilidad de éxito, buscando las mejores posiciones, los mejores ataques, las ventajas y desventajas de cada miembro, el tiempo que aproximadamente le llevaría la misión y otras cosas más.

Finalmente, a las siete de la tarde, Kiba se despidió de Shikamaru. Volvieron a repetir sus promesas y se estrecharon las manos. Kiba seguía preocupado y confundido, pero al menos ahora tenía más definido cuál sería su plan y tenía, también, varias estrategias estudiadas para las distintas dificultades que se le pudiesen presentar.

Llegó a su casa y en ese instante supo que las cosas no iban nada bien. Sentada en el sillón del living se encontraba su mamá, una taza de té estaba hecha añicos en el piso, la alfombra estaba manchada y Akamaru ladraba. Todo eso se veía mal, pero lo peor de todo, lo que le confirmaba que todo estaba realmente mal era que Tsume, su madre, estaba llorando.

Se acercó a ella lentamente, con la mirada buscaba a su hermana. ¿qué demonios había sucedido? ¿Qué le había dicho Hana? Akamaru rápidamente dejó de ladrar y se fue a su lado, Kiba acarició su lomo, simplemente no entendía nada.

–¿Qué pasa mamá? –Preguntó rascándose la nuca, no sabía cómo comportarse, su madre nunca se mostraba tan débil, tan vulnerable.
–¿Cuándo te vas? –Se secó las lágrimas y lo miró a los ojos –¿Cuándo te vas?
–Pasado mañana a primera hora –Le contestó, ella soltó algunas lágrimas más y luego lo abrazó –¡Mamá me estas asfixiando!
–¿No puedes rechazar la misión? –Kiba se alejó de ella y la miró a los ojos.
–¿Me preguntas en serio? –No lo podía creer, su madre era una ninja como él, ella sabía que su vida era para la aldea, que su objetivo era protegerla, sea cual sea la misión o las consecuencias, su vida era eso –¡¿Mamá te vas a volver una miedosa como papá? –Ante esas palabras su madre pareció reaccionar.
–Lo siento… –Se disculpó –Procura volver sano, prométeme que te esforzaras al máximos por regresar.
–Lo prometo mamá… –Dijo con voz cansina, ya no quería prometer nada más –Tengo muchas cosas por las que quiero regresar, así que no te preocupes –Su madre sonrió y volvió a abrazarlo.

Una vez que su madre se tranquilizó y que Hana hizo acto de presencia, Kiba se escabulló a su cuarto. El día no terminaba, aún tenía que hacer algo, lo más importante de todo quizás. El día anterior le había pedido una cita a Hinata, y ella había aceptado. No quería volver a pensar en cuáles habían sido sus planes para esa cita, porque esos ya se habían arruinado. Ahora tenía que despedirse, tenía que decir muchas cosas que no quería, pero era por su bien, era lo mejor para ella.

Se dio una ducha rápida ya que con el ataque de nervios de su madre había perdido mucho tiempo, se arregló lo mejor que pudo, se vistió con una yukata negra con un obi gris y sandalias de madera, inclusive se peinó un poco y salió, ignorando las preguntas de su madre y de su hermana, nuevamente a las calles de Konoha. Mientras caminaba pensaba en qué le diría exactamente a Hinata. Nada de lo que él había previsto serviría, nada.

Caminó hasta la entrada a los terrenos del Clan Hyuuga. En esos momentos, en vez de estar por hacer lo que iba a hacer, le gustaría estar en el bosque, entrenando junto a Akamaru, corriendo sin sentido, sin destino. Pero la realidad era otra, estaba solo, tenía un destino y un sentido. Debía hablar con Hinata, ella se lo merecía. Se adentró en los terrenos y caminó hasta llegar a la casa de Hinata. Golpeó la puerta y esperó a que alguien le abriese. Si la situación fuese distinta no le hubiese molestado que cualquiera de la familia de ella fuese el que lo hiciera, pero como iban las cosas, realmente deseaba que fuese la misma Hinata quien lo recibiese.

–Kiba –Susurró cuando abrió la puerta.

Se acercó y depositó un suave beso en sus labios, pero el castaño simplemente no reaccionó. Hinata estaba hermosa, nunca la había visto así, y aun cuando él sabía que tan bella era, y aun cuando él conocía a la perfección todos sus rasgos y sabía que Hinata era simplemente preciosa, no pudo evitar asombrarse. Estaba muy distinta, no vestía sus habituales ropas, no llevaba su holgada campera… Hinata lucía un hermoso kimono de seda. Blanco como sus ojos y estampado con algunas mariposas negras y algunos ramilletes de flores carmesí. Un obi negro marcaba su estrecha cintura y una flor adornaba su cabello.

Pero Kiba no era el único sorprendido. Cuando Hinata había aceptado esa cita no sabía que esperar, incluso no sabía qué vestir, pero ahora que miraba a Kiba, arreglado como nunca lo había visto, se sentía más segura, más cómoda y relajada. Sonrió y esperó a que Kiba dijese algo, a que reaccionase, obviamente se sonrojó, la mirada de él la intimidaba, pero a la vez la hacía sonreír. Sí, Hinata sonreía, lo hacía a pesar de todo en lo que había estado pensando esa tarde.

De pronto Kiba tomó su mano y todo cobró sentido. Ahora fue él el que la besó a ella, y aunque el beso fue dulce a Hinata le supo extraño. Pensó que sería por la situación, por la perspectiva de tener una cita formal y por eso lo dejó pasar. Caminaron en silencio por algunos minutos, pensando, volando en su imaginación, disfrutando del momento de paz…

–Estas hermosa –Dijo él finalmente.
–G-Gracias Kiba –Murmuró ella totalmente avergonzada –Tú... Tú t-también estas… estas muy bien –Kiba sonrió y pasando un brazo por su cintura la atrajo más hacia él. La extrañaría tanto.
–¿Vamos a cenar? –Preguntó él rompiendo el momento, aún no quería profundizar mucho, no estaba listo.

Hinata asintió y dejó que él la guiase por las calles de Konoha. Durante el camino platicaron sobre distintas cosas, ninguna realmente importante pensó Kiba, y a su lado Hinata suponía lo mismo. Kiba se esforzaba por sonreír, por olvidar de momento lo que le tendría que decir luego, quería que al menos ella disfrutase una parte de la cita, quería que ella se divirtiese, quería que todo el tiempo que había invertido Hinata en arreglarse valiese la pena. Así, entre palabras amenas y varios besos, llegaron al lugar que había elegido Kiba para la ocasión.

Hinata nunca había estado ahí, Kiba tampoco, pero era de conocimiento popular que ese restaurante era para parejas. Iluminado con velas y con música lenta de fondo, el salón ofrecía un ambiente muy cálido y relajado. Hinata enrojeció violentamente, todo eso era demasiado, nunca había salido de esa forma con un chico, y aunque llevase bastante tiempo junto a Kiba todo eso le resultaba nuevo y extraño. Kiba apretó suavemente su mano y besó fugazmente sus labios antes de que la camarera se acercase a atenderlos.

Se sentaron en una de las mesas más apartadass, lejos de los otros comensales, lejos de la puerta. Se encerraron en su propia burbuja. Kiba siempre sostuvo su mano y siempre la miró a los ojos. Se perdió en ellos más de una vez, pero no se reprochó nada, quería recordarla, quería que la imagen de ella se grabase en su mente, quería poder oír su voz siempre y quería recordar lo bien que olía. Hinata disfrutaba de cada segundo, apreciaba cada gesto de Kiba e intentaba reunir fuerza para decirle todo lo que sentía…

–Vamos a comer algo dulce –Dijo Kiba cuando salieron del restaurante –Conozco una casa de té que hace unos riquísimos rollos de canela, son tus favoritos, ¿verdad? –Preguntó mientras caminaban.
–E-Eh sí, ¿cómo, cómo lo sabes? –Pero Kiba no le respondió, simplemente sonrió y volvió a besar sus labios.

Se perdía con tanta facilidad. Intentaba controlarse pero las necesidades eran mayores, era consciente de que luego todo se acabaría y que tal vez nunca más volvería a besarla y simplemente no podía dejar de hacerlo. Aún la tenía de la mano, aún estaba junto a ella y ya la extrañaba. Le dolía, nunca se había sentido así, pero le dolía demasiado. Aún así siguió forzando una sonrisa y se dedicó a disfrutar de los últimos minutos junto a ella.

Fueron a la casa de té, que al igual que el restaurante era muy elegante y estaba llena de parejas. Había pocos lugares así en la aldea, después de todo sus habitantes eran en su mayoría ninjas y no tenían mucho tiempo para tener citas o salidas románticas, por eso no le extrañó ver a algunas caras conocidas, ¿a dónde más irían? Pero las ignoró, esa noche no quería hablar con nadie más que no fuese Hinata, no quería que nadie le robase ni un minuto a su lado, ni un segundo de su compañía.

Tomaron el té conversando y riendo, era asombroso cómo Hinata lo hacía olvidarse de todo, con sus pequeños sonrojos y su suave tartamudeo él simplemente se sentía en las nubes. Era débil, lo sabía, el amor lo hacía débil, pero en esos momentos muy poco le importaba. La amaba y daría su vida por ella, por eso le provocaba tanto daño tener que alejarse de ella.

–¿Tienes que regresar muy temprano a tu casa? –Le preguntó Kiba cuando salieron de la casa de té –Estaba pensando que podríamos caminar un poco…
–C-Claro Kiba… –Sonrió y tomó su mano.

Algunas farolas alumbraban tenuemente las casi desiertas calles de la aldea. Las estrellas servían como adornos para una noche hermosa, clara y con luna llena. Si él no hubiese recibido esa misión le pediría en ese preciso momento que fuese su novia y le diría lo mucho que la amaba, pero tenía que decirle otras cosas, cosas mucho menos bonitas.

En algún momento de su caminata, entre risas y conversaciones, se desviaron del sendero e ingresaron al bosque. Lo conocían muy bien, miles de veces habían entrenado en él, muchas más beses se habían besado a escondidas detrás de algún árbol. Habían pasado tardes recostados sobre la hierba, tomados de las manos y abrazados.

Todo estaba igual, ellos eran los mismos, pero a la vez todo era tan distinto. Las cosas estaban a punto de dar un giro brusco, ya nada sería igual, inclusive a lo mejor ya ni serían… Ya no quedaría nada…
Kiba se desesperó, el momento se acercaba y no reunía el valor suficiente para contarle todo. Sabía que lo tenía que hacer, no podía simplemente irse, pero en ese instante se sentía mareado, sentía que le faltaba el aire y necesitaba tenerla entre sus brazos. Olvidándose de la delicadeza, del romanticismo y de la dulzura tomó a Hinata por los brazos y la arrinconó contra un árbol.

Las cosas se le estaban escapando de las manos, no controlaba nada, solo sentía. Besaba a Hinata con todo su ser, esperando que ella comprendiese, que ella no dudase, que se diera cuento cuanto la amaba y cuanto le iba a doler lo que le diría minutos después. Enroscó sus manos en su cintura, la acercó aún más contra su cuerpo, no quería espacios de por medio, no quería dejarla…

Hinata apenas si podía seguirle el ritmo, pero se esforzaba por hacerlo, notaba en Kiba la necesidad, la intensidad con la que la besaba, notaba el sentimiento, el amor… ¿Y cómo no hacerlo si ella por dentro también se derretía? Si ella también lloraba por dentro, por un motivo diferente, por supuesto, pero las cosas no estaban saliendo como lo había previsto alguna vez.

Temblando, pero con decisión, llevó sus delicadas manos al obi de él dispuesta a desatarlo. Dispuesta a demostrar su amor una vez más, a plasmar todos sus sentimientos en el acto más intimido y hermoso que ella conocía, pero él la detuvo. Hinata lo miró a los ojos, no pudo evitar sentirse rechazada, no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, no comprendía… ¿Había hecho algo mal? Kiba la abrazó fuertemente y respiró profundamente, aspirando todo su perfume, impregnándose de su aroma… de su esencia.

–Tenemos que hablar… –Dijo él y Hinata se sintió desfallecer –Hay algo que te tengo que decir –No la miraba a los ojos, no podía, le dolía demasiado –Quiero que sepas que no había planeado terminar así esta cita, más bien todo lo contrario… Pero no tengo otra opción –Hinata dejó escapar algunas lágrimas, no comprendí qué sucedía exactamente pero no le gustaba lo que Kiba estaba diciendo ni la expresión de tristeza que tenía su rostro.
–K-Kiba… ¿Qué… Qué s-sucede? –Temblaba levemente, Kiba la podía sentir entre sus brazos.
–Tengo una misión –Comenzó a explicarle, esta vez mirándola a los ojos –Tsunade me informó de ella hoy, es de rango S, estaré fuera por mucho tiempo… –Hizo una pausa y luego continuó explicándole –Meses e incluso tal vez no regrese –Ante esas palabras Hinata dejó escapar un sollozo, no podía ser, Kiba no se podía ir.
– ¿C-Cómo que tal vez no… que tal vez no regreses? –Ella sabía lo que significaba, pero aún así quería asegurarse de no estar equivocándose –Dime, dime que volverás…
–Haré todo lo posible, pero no puedo hacerte esperar, no quiero que me esperes… No es justo para ti –Sintió sus ojos humedecerse pero los ignoró, él no lloraba.
–¡Pero yo… Pero yo q-quiero e-esperarte! –Le aseguró llorando.
–No deberías hacerlo, no puedo garantizarte nada, no deberías perder tu tiempo conmigo –Su corazón le pedía a gritos que dijese lo contrario, pero sabía que eso era lo mejor.
–¿C-Cómo p-puedes d-decir e-eso? –Preguntó con el corazón roto –¡Yo… Yo t-te a-amo! –Kiba soltó la primera lágrima.
–Sabes que yo también te amo –Susurró él –Pero no puedo pedirte nada, no puedo prometerte nada ni asegurarte nada –Como dolía decir aquello.
–¡N-No d-debes p-pedírmelo! –Casi gritó ella –Yo… Yo quiero esperarte, y te esperaré si me lo permites… –Las lágrimas se escapaban de sus perlados ojos y su cuerpo temblaba, pero su voz era firme.
–No sabes lo que dices… ¡Estaré fuera mínimo siete meses! –Gritó él haciendo retroceder a Hinata –¿Me esperaras todo ese tiempo y quizás más? –Le preguntó.

Hinata llorando se acercó a él aún más y lo abrazó con todas sus fuerzas. Lo rodeó con sus pequeños brazos e intentó transmitirle todo lo que sentía. Le dolía el cuerpo, el corazón y literalmente se sentía mareada, así no era como ella se había imaginado esa noche, ella no quería que él se fuese, lo amaba, pero comprendía… Ella entendía, después de todo Hinata también era una ninja y sabía lo que eso conllevaba.

–Te esperaré –Susurró al oído de él –N-No me importa cuánto tardes y no… y no me importa si me pides que no lo haga… Yo te esperaré –Dijo con firmeza y sintió a Kiba rendirse bajo sus brazos.

La miró una vez y se terminó de convencer, él no la merecía, ella era demasiado para él, pero Kiba la amaba, lo hacía con todo su corazón y ya era demasiado tarde, su vida ya dependía de la suya y si Hinata quería esperarlo quién era él para impedírselo. Después de todo eso era lo que él quería, lo que él más anhelaba, quería tener un motivo para regresar, quería tener un lugar al que hacerlo, quería poder volver a sus brazos…

Se fundieron en un beso que nunca terminó, se desdibujó la línea de cada uno y ya no se distinguió dónde terminaba el cuerpo de uno y donde empezaba el del otro. Fueron uno una vez más, se despidieron en cuerpo y alma, se dedicaron a amarse por lo que quedaba de la noche. Ya al otro día cada uno tendría tiempo de pensar y sentir el dolor que la separación les causaba, pero de momento se tenían el uno al otro, se podían saborear, se podían amar… Y eso harían.

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Bueno acá comienza un poco más la trama de la historia...

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