Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Anime: Naruto - Personajes: Kiba y Hinata
Sumary: Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacían falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.
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No hacían falta títulos
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Capítulo 4 : Plenamente viva
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–Oy Hinata no te enojes pero… –El castaño rascó su nuca en claro signo de nerviosismo.
–¿Qué pasa Kiba? –Preguntó rápidamente ella.
–Shikamaru sabe que tú y yo estamos saliendo –Soltó sin darle muchas vueltas más y esperando ansioso la reacción de Hinata.
–¿T-Te dijo a-algo s-sobre la m-misión? –Kiba la miró sin llegar a comprender del todo, ¿qué tenía que ver la misión de la que acaba de llegar con el hecho de que el Nara supiera de ellos dos? Kiba suponía que su amigo lo había deducido por verlos siempre juntos, y porque él, pese a que a Hinata no le gustaba, la había ido a buscar a la puerta de la aldea.
–¿Pasó algo en la misión? –No podía evitarlo, odiaba que ella fuese sola con dos chicos, y aunque esos chicos fuesen sus amigos no podía controlar los celos.
–E-Esto… N-No K-Kiba… N-No p-pasó n-nada… B-Bueno s-sí… P-Pero no, no es n-nada…–Kiba frunció el ceño, no le gustaba el rumbo de la conversación.
–¿Tiene que ver con Naruto? –Preguntó directamente, rogando porque la respuesta fuese un no.
Hinata alzó la vista y clavo sus perlados ojos en los de él. Dándole la repuesta que él menos quería escuchar. Nuevamente las palabras sobraban entre ellos, pero esta vez para el castaño no era algo bueno, esta vez hubiese deseado no conocerla tan bien, no poder leer con tanta facilidad sus expresiones. Hinata preocupada por la reacción de él se apresuró a tomarlo de las manos y abrazarlo, no era lo que él pensaba, no era nada importante pero para ella era difícil, no podía simplemente hablar sobre ciertos temas con soltura. Le daba pudor, aún cuando no debiera darle, lo hacía. Su rostro se enrojecía y sus manos le sudaban.
–¿Qué pasó con el idiota ese? –Preguntó de mala gana. Odiaba que Naruto apareciera en sus conversaciones.
–N-Nada… É-Él vio, Naruto-Kun v-vio la… La m-marca que tú… Que tú me dejaste antes de… Antes de que me vaya… Y él, él m-me preguntó… Me preguntó quién me la había hecho… –Hinata jugaba con sus dedos, no lo miraba a los ojos, le daba tanta vergüenza hablar de esas cosas –Yo… Yo no, yo no podía c-contestarle… E-Entonces Shikamaru-Kun le dijo que, que era una m-marca de un b-bicho… Que seguro me la había hecho entrenando con Shino-Kun… Eso dijo Shikamaru-Kun –Dijo finalmente y Kiba comenzó a reírse a carcajadas –¿Kiba? ¿Qué es lo gracioso? –No entendía, unos segundos atrás parecía enojado y ahora se reía.
–¡Nada, olvídalo! –Le dijo aún riendo –Vamos a mi casa, mi hermana está trabajando y mamá esta de misión.
Hinata enrojeció y nuevamente comenzó a jugar con sus dedos, nerviosa. Kiba seguía riendo, la verdad a veces el idiota era él. Tenía que comenzar a calmar sus celos o terminaría mal, tenía que empezar a madurar o las cosas con Hinata serían difíciles. No tenía por qué dudar, ella –desde que estaban juntos- nunca le había dado una razón para que pensara que aún sentía algo por Naruto, no había hecho nada para que Kiba se sintiese inseguro, y sin embargo el castaño a veces se comportaba como un tonto.
Con cada paso que daban hacia la casa de él Hinata se sentía cada vez más nerviosa. No tenía por qué estarlo, no harían nada, o al menos nada que ellos ya no hubiesen hecho, sin embargo la Hyuuga -al igual que siempre- tenía vergüenza. Aún cuando ya habían pasado dos meses desde la primera vez que estuvieron, aun cuando lo hubiesen hecho varias veces, y aun cuando por dentro su cuerpo se lo pidiese, ella simplemente sentía vergüenza. Por lo menos en todos los momentos previos.
–Hinata tranquilízate –Le susurró Kiba al oído junto antes de abrir la puerta de su casa –Ya sabes que no haremos nada que tú no quieras…
–S-Sí, lo sé… –Entraron a la casa y una vez cerrada la puerta Kiba no esperó ni un segundo para besar sus labios.
La había extrañado tanto. Y que no la pudiese besar en la calle, o delante de sus amigos no lo ayudaba a controlarse. No podía evitarlo, tenía que besarla. Quería volver a respirar su aroma, quería que su perfume a vainilla se impregnase en su cuerpo, quería que su cama oliese a ella. Quería que fuesen uno una vez más, no quería perder el tiempo. No lo haría más, la amaba y quería dejarse de tonterías, quería que todos lo supiesen. Ya no quería tener que esconderse, ya no más.
Hinata entre sus brazos respondía a cada beso y cada caricia que él le propinaba con cierta timidez. Había algo distinto en él, Kiba la besaba de manera diferente, nunca antes la había besado así. Con tanta pasión y con tanto amor al mismo tiempo. No que antes sus besos no hubiesen sido apasionados, o que no le hubiese demostrado cuanto la quería, pero nunca antes había sentido tan dulce combinación.
Entre beso y beso fueron caminando hasta la habitación de él, la cual insólitamente estaba acomodada y limpia. Sí, Kiba la había arreglado, y lo había hecho solo por y para ella. Hinata lo miró un tanto sorprendida, aún así sonriendo y el castaño solo se encogió de hombros. Una cosa era hacer algo por ella y otra muy distinta era admitirlo. Miles de veces se había burlado de Shikamaru por su noviazgo con Ino y por todas las cosas que el Nara hacía por la rubia, ahora comprendía que no debía haberlo hecho, pero para eso ya era tarde.
–¿Pasa algo? –Preguntó Kiba al notar a Hinata un poco más tensa de lo normal, y eso era decir mucho.
–E-Es que... Y-Yo, yo v-vengo de una… De una misión… y no, no me bañé… y estoy, estoy toda sucia… Y-Yo… –Bajó la mirada claramente avergonzada. Más vergonzoso que estar sucia, era avergonzarse por ello, pero Hinata era así.
Kiba se alejó de ella y riéndose comenzó a rebuscar entre sus cajones. Cuando encontró lo que buscaba se acercó nuevamente y le extendió algo de ropa y una toalla limpia
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–Puedes bañarte aquí –Le explicó él –Te ofrecería algo de Hana pero me puede llegar a matar si entro a su habitación sin su permiso –Hinata intercambió su mirada entre sus ropas y las de Kiba –Si no quieres, no te preocupes, te acompaño hasta tu casa y listo…
–¡No, No! –Contestó rápidamente la Hyuuga –Me quiero… Me quiero quedar –Sus mejillas se sonrojaron levemente y una pequeña sonrisa se extendió por su rostro.
Kiba sonrió y en silencio la acompañó hasta el baño. Le explico dónde estaba cada cosa y la dejo sola. Lentamente comenzó a desvestirse, evitando observar su reflejo en el espejo de cuerpo entero que tenía a su costado. Era consciente de su cuerpo, de los cambios que había experimentado desde que había salido de la academia y si bien cada vez se sentía más cómoda con ellos, aún le daba algo de pudor mirarse desnuda frente a un espejo. Y si se había acostumbrado un poco era gracias a Kiba. Y aún cuando le diese vergüenza pensar en ellos durante sus momentos de intimidad no podía negar que estar así con él, tan libre y relajada la había ayudado, y todavía la ayudaba, a sentirse cada día más mujer, más sensual… más madura.
Abrió la canilla y dejo correr el agua hasta que la temperatura fue de su agrado, una vez lista entró en la ducha y dejó que todo su cuerpo se relajase bajo las suaves y cálidas caricias del agua. Procuró limpiar bien todo su cuerpo, poniendo especial atención en las pocas heridas –ninguna de gravedad- que había sufrido durante la misión. Finalmente lavó su larga cabellera, y luego de haberse asegurado de enjuagar bien todo su cuerpo, salió de la bañera envuelta en una toalla.
Secó su piel y luego se vistió con las ropas que Kiba le había prestado. Aprovechando que estaba sola se permitió unos segundos para admirar y dejar a su cuerpo sentir la masculina fragancia de Kiba que estaba impregnada en las prendas. Finalmente, con las mejillas coloradas a causa del vapor del baño, salió de este solo para encontrarse a Kiba frente a la puerta, esperándola y con una enorme sonrisa en su rostro.
–Tardaste mucho –Le dijo sin borrar la sonrisa de su rostro– Estaba a punto de entrar para asegurarme de que estuvieses bien…
–Eh... Y-Yo lo siento… perdón –Se disculpó rápidamente.
–¡Bah! Estaba bromeando –Hinata se sonrojó aún más –Me gusta cómo te quedan mis ropas – Kiba sonrió al ver como Hinata se removía incómoda ante su comentario.
Tomó su mano y la guió hasta su habitación. Sabía que la había llevado hasta su límite, sabía que la Hyuuga estaba muerta de vergüenza y sabía que lo mejor sería hacer algo tranquilo con lo que Hinata se pudiese relajar. Por eso le propuso tirarse en su cama a ver televisión, a lo que ella accedió casi inmediatamente. Si le preguntasen a Kiba sobre qué trataba el programa que estaban viendo no hubiese podido responder. Toda su atención se encontraba centrada en el rostro de la chica, en observar como su pecho subía y bajaba a medida que ella respiraba, como –en algunas ocasiones- una diminuta sonrisa se dibujaba en sus labios.
Hinata por su parte encontraba al momento enteramente placentero. No recordaba que ver la televisión transmitiese tanta paz. Ella bien sabía que la agradable sensación que sentía en su cuerpo era gracias a Kiba. A estar recostada sobre su pecho y a los suaves besos que él constantemente le depositaba en su frente. Sin siquiera compararlo con estar de misión –porque era obvio que salir de misión era incómodo-, Hinata nunca se había sentido tan bien. Nunca… Nunca nadie en su casa le había provocado tanta alegría y tanta paz, tal vez su madre sí, pero ella era muy pequeña cuando esta murió, por lo que no podía recordarlo. Simplemente el estar así, sin hacer nada y entre sus brazos, la hacía sentir tan bien, tan útil.
Y así permanecieron, en un entero silencio. Simplemente sintiendo el calor que el otro propinaba. Atesorando unos instantes de paz que pocas veces –debido a su vida como shinobi- podían disfrutar. Tratando de detener el tiempo, impedir que siguiese con su ritmo habitual. Sin embargo las agujas del reloj se movieron y pronto la noche cayó sobre ellos, y junto a ella llegó Hana, por lo que ambos –temerosos de ser descubiertos- se sentaron tensos en el borde de la cama y esperaron –sin moverse ni un centímetro- a que la hermana de él apareciera frente a ellos.
–¡Kiba! –Gritó a todo volumen mientras abría la puerta, solo para sorprenderse al ver a la chica junto a él –Hinata… –Finalmente sonrió –¿Cómo estás? Hace mucho tiempo que no te veía por acá… –La Hyuuga, a modo de saludo, sonrió e hizo una pequeña reverencia –¿Y Shino? ¿Qué hacen aquí? –Peguntó finalmente. Frente a ella ambos jóvenes se removieron nerviosos.
–Esto… Shino se acaba de ir –Mintió deliberadamente el menor de los Inuzuka –Vinimos luego de entrenar.
–Que suerte la suya de tener tanto tiempo libre –Comentó, y no fue hasta ese momento que se percató de cómo iba vestida la amiga de su hermano –¿Qué pasó con tus ropas Hinata? –La aludida enrojeció completamente.
–Y-Yo… E-Estaba… E-Estaban su-sucias… y Kiba-Kun me dijo… Me dijo que, que podía bañarme aquí… –Hana, a pesar de conocerla desde que tenía doce años, aún se asombraba cuan tímida podía ser la muchacha.
–Tranquila… No pasa nada –La tranquilizó –¿Y tú Kiba por qué no le diste algo de mi ropa en vez de la tuya? –Le preguntó molesta, a veces su hermano no sabía cómo tratar a los invitados, mucho menos si estos eran mujeres.
–¡Me tienes totalmente prohibido entrar a tu habitación! ¿Qué se suponía que debía hacer? –¿Por qué Hana simplemente no se iba y lo dejaba estar a solas con Hinata?
–¡Entrar y atender a Hinata como corresponde! –Le gritó sin necesidad alguna –En fin me voy a preparar la comida, ¿te quedas a cenar Hinata?
–Sí –Respondió Kiba por ella, sin darle la oportunidad a ella de decidir.
Una vez que Hana salió de la habitación y que ambos se quedaron solos nuevamente, Hinata se mostró un poco reacia a quedarse, argumentando que aún no había regresado a su casa desde que había vuelto de la misión y que seguro alguien se preocuparía, y aunque Kiba no compartía ese pensamiento, le dio la posibilidad de que se marchase, sin embargo Hinata finalmente decidió quedarse. Después de todo el único que parecía preocuparse por ella era Neji y estaba segura que este no se enojaría ni le diría nada.
…
Se despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por su ventana. Lentamente se incorporó de su cama y fue hasta el baño donde se bañó y vistió. Con su ritmo silencioso de siempre se dirigió a la cocina y ahí se dedicó a preparar el desayuno para Neji, su padre y Hanabi. Una vez todo listo fue a la habitación de su hermana, le dejó su té y luego se dirigió al patio central donde suponía que estarían los dos primeros entrenando. Y efectivamente ahí estaban, combatiendo, luchando. Y al igual que siempre, cuando ella llegó, ambos hicieron una pausa y se acercaron hasta donde estaba ella para beber el té que había preparado.
–Buenos días Otou-san, Neji-nii-san –Hizo una pequeña reverencia y depositó el té sobre una mesita que había.
–Hinata-sama –Fue el escueto saludo de su primo. Por su parte su padre simplemente hizo un gesto con la cabeza.
Un silencio sepulcral reinó entre ellos mientas tomaban el té. Si bien aún se sentía incómoda, Hinata -con el paso del tiempo- había aprendido a soportarlo, incluso se había resignado a que la relación con su padre fuese de una manera diferente. Lo único que podía hacer ella era esforzarse día a día para crecer como ninja y mejorar sus técnicas, y solo así –creciendo como shinobi- podría obtener el respeto de su padre.
–Tengo que ir a resolver unos asuntos con el concejo –Dijo Hiashi cuando terminó de beber su té –Hasta luego –Y así, sin decir nada más, Hiashi se fue, dejando a los primos solos.
El silencio siguió presente entre ellos. Ambos bebían de su taza de té sin decir nada. Hinata tenía la vista clavada en el suelo, como siempre, se sentía avergonzada. Sin embargo, pese a no estar mirando a su primo a los ojos, era consciente de cómo este la observaba de reojo. Sí, Neji contemplaba a Hinata. Y es que hacía un largo tiempo ya, que había notado un cambio en ella. Y aunque su prima no le dijese nada, tampoco él preguntaría, sabía que tenía algo que ver con uno de sus antiguos compañeros de equipos. Neji trataba de no pensar en aquello, de no entrometerse en temas que ciertamente no eran de su incumbencia pero no podía obviar todo lo que sucedía a su alrededor. Él, aunque nunca lo fuese a admitir en voz alta, solamente quería que su prima estuviese bien, él simplemente quería asegurarse de su bien estar. Solo eso, porque a su modo, él la quería.
–Hinata-sama deberías entrenar más –Dijo Neji al finalizar de beber su té.
–E-Esto y-yo… –Respiró profundamente e intentó tranquilizarse, no debía tartamudear frente a su primo –Sí, tienes razón Neji-nii-san.
–¿Quieres que entrenemos? –Hinata rápidamente aceptó.
A los pocos minutos ambos se encontraban posicionados uno frente al otro, en el medio del patio para comenzar su entrenamiento. Por el rostro de Hinata una leve sonrisa comenzaba a asomarse. Aún con el paso del tiempo y con su notable mejora, era rara la ocasión en la que Neji o su padre la invitaban a entrenar. Era una excelente oportunidad, debía aprender de él y debía así mismo demostrar cuanto había mejorada desde su último entrenamiento.
Neji tomó distancia y Hinata supo que era momento de borrar su sonrisa. Con su primo no había margen de error, Neji no tenía compasión –no como lo hacían Kiba o Shino- y simplemente la atacaría con todas sus fuerzas. Y lo haría, tal como lo había dicho en los exámenes chunin, porque solo así ella mejoraría.
Activaron el Byakugan al mismo tiempo. Hinata se concentró en observar el sistema circulatorio de chakra de su primo para encontrar los tenketsus y así proceder a utilizar el jüken. Frente a ella Neji hacía lo mismo, recorrió su cuerpo rápidamente ya que no era la primera vez que luchaba contra ella, sin embargo –a pesar de haber visto varias veces su sistema circulatorio- algo en Hinata llamó su atención. Allí en el centro de su cuerpo había un punto de chakra que estaba seguro antes no estaba, era más grande que el resto y aun así casi imperceptible. ¿Sería una nueva forma de moldear su chakra?
–¿Pasa algo Neji-nii-san? –Preguntó tras ver que su primo había desactivado el Byakugan.
–¡No te distraigas, esta podría ser una maniobra de distracción! –Le contestó enojado, no con ella realmente, sino consigo mismo por haber bajado la guardia y haber dudado por una cosa insignificante.
Hinata asintió, sabiendo que había perdido su mejor oportunidad para atacarlo y se concentró nuevamente en su oponente quien ya había vuelto a activar la técnica de línea sucesoria. Y, queriendo por una vez ganarle, corrió hacia él y dio por iniciado el entrenamiento.
Neji esquivaba sus golpes, sorprendido por la nueva velocidad que Hinata había alcanzado. Buscando al mismo tiempo algún hueco para atacarla, pero su prima no dejaba ninguno. Había mejorado, de eso no había duda, pero aún le faltaba. De un salto se alejó de ella, posicionándose a unos siete metros de distancia. Si quería ganar, debía mantener la distancia. Frente a él Hinata respiraba algo agitada, pero no separaba ni por un segundo la vista de él.
–Creo que debemos terminar por hoy –Dijo Neji.
–¿Hum? –Hinata lo miró sin comprender, ¿habría hecho algo mal? –¿P-Por qué? ¿Y-Yo hice algo mal?
–Tenten acaba de llegar, me había olvidado que había quedado con ella –Respondió sin mucha emoción –Seguimos otro día –Se dio media vuelta y caminó hasta la entrada de los terrenos del Clan Hyuuga donde, efectivamente, lo estaba esperando Tenten.
Hinata observó como su primo caminaba hasta donde se encontraba la que alguna vez había sido su compañera de equipo y justo cuando él se agachó para besarla, Hinata se dio vuelta. No quería meterse en la intimidad de otros y ciertamente no quería inmiscuirse en el noviazgo de Neji y Tenten. Así que, descartando por completo la posibilidad de retomar su entrenamiento con su primo ese mismo día, caminó hasta su habitación.
Una vez dentro de ella dejó a su imaginación volar. ¿Cómo sería si su relación con Kiba fuese conocida por todos al igual que la de Tenten y Neji? ¿Sería para ella igual de fácil que para su primo? ¿Aceptaría su padre su noviazgo? Lo dudaba, lo cierto era que aunque este último no le prestase mucha atención, siempre le había dicho que debía cuidar la forma y la apariencia, y ella estaba segura que a alguien como ella, la supuesta heredera del clan y miembro de la rama principal, no le estaría permitido –por más prehistórico que sonase- salir con alguien de otro clan. Mucho menos alguien del Clan Inuzuka. No que Hinata tuviese algún prejuicio contra ellos, por el contario Hinata admiraba la grandeza de ese clan en particular, amaba ver como todos sus integrantes compartían los mismos principios y las mismas pasiones.
Sí, lo más probable es que nadie en su casa estuviese de acuerdo con su relación. Por eso, como principal causa, la había mantenido en secreto. Sí, esa era la principal razón, luego venía el hecho de que quería disfrutar con él a solas, lejos de todas las miradas chismosas y juzgadoras y por último, aunque bastante importante, estaba su timidez. No podía negar ni ocultar lo difícil que había sido al principio para ella comenzar a salir con Kiba. Desde que él le confesó sus sentimientos había tenido un montón de problemas. Entre ellos los molestos desmayos que sufría cuando Kiba intentaba besarla. Vergonzoso en exceso, no hacía falta decirlo, pero ella era así.
–¿Onee-chan? –Preguntó Hanabi al mismo tiempo que entraba a la habitación de su hermana mayor –Disculpa la intromisión, golpeé y tú no contestaste, entonces yo…
–No te preocupes Hanabi-chan –Respondió rápidamente Hinata, se había concentrado tanto en sus pensamientos que no había escuchado los golpes de su hermana –¿Puedo ayudarte en algo? –Preguntó con una sonrisa gentil, siempre le agradaba ver a su hermana pequeña.
–El chico que no es chico vino a verte –susurró Hanabi intentando reprimir una pequeña risita, lo cual hizo que Hinata se pusiese roja –¿Lo hago pasar?
–E-Esto… S-Sí, d-dile que… que pase –Hanabi soltó la risita que llevaba conteniendo y saliendo de la habitación le dio paso a Kiba, quien obviamente tenía cara de fastidio.
Hinata, luego de asegurase que Hanabi se hubiese alejado lo suficiente, se acercó a Kiba y lo rodeó con sus brazos. No quería pasar por la misma disputa otra vez, pero entendía por qué se enfadaba. Después de todo a ella tampoco le gustaría que Hana le dijese que no era una chica.
–¿Kiba? ¿Estás muy enfadado? –preguntó tímidamente.
–No… ¡Bah… Sí! –Se contradijo a sí mismo –No me gusta que tu hermana dude de mi hombría –Hinata a su lado enrojeció, y aunque lo intentó no pudo sofocar la duda que le surgió.
–¿Te… te importa lo que Hanabi-chan piense? –Susurró –¿Ella… Ella t-te… Te g-gusta? –Preguntó completamente roja.
–¿Lo preguntas en serio? –Kiba no lo podía creer, pero tras ver como Hinata suavemente asentía se echó a reír abiertamente.
–¿Qué es lo gracioso? –Hinata comenzaba a impacientarse, no quería sentirse así, ella no solía tener esos sentimientos.
–¡Nada, nada! –Kiba procuró tranquilizarse y una vez que su ataque de risa culminó, se acercó a ella –Por supuesto que no me gusta tu hermana… De hecho, no me gusta ninguna otra chica que no seas tú… Eso ya deberías saberlo –La abrazó delicadamente y luego le susurró al oído –Solo tú…
Lentamente Hinata giró su rostro hasta rozar sus labios con los de Kiba. Hoy no le molestaba que hubiese ido a su casa, o que alguien de su familia pudiese sospechar de su relación, hoy solo quería estar con él. Quería fingir que todos sabían acerca de ellos y que a nadie le importaba. Y sin importarle si alguien pudiese verlos quería fundirse con él como en tantas otras ocasiones lo había hecho. Porque Hinata amaba a Kiba, lo amaba con todo su corazón y sólo con él se sentía plenamente viva.
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¿Y? ¿Qué les pareció?
Gracias por leer,
Lu
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